martes, 11 de febrero de 2020

Lo único que va todo junto en la basura es la discusión

por Ary Garbovetzky

El 27 por ciento de la bolsa de residuos que cada cordobés deja en el cesto o en un contenedor contiene restos secos; es decir, reciclables. Casi un 50 por ciento más son residuos orgánicos, que podrían destinarse a compost, domiciliario o público. También potencialmente reciclable. Y lo que queda, imposible de reusar o volver a la tierra, puede ser utilizado, con diversas tecnologías, para producir energía.

Sin embargo, apenas se reciclan 315 toneladas de residuos secos por mes: un 0,5 por ciento del volumen total generado por el 1,4 millón de habitantes de la Capital. Todo lo demás, 62 mil toneladas por mes en promedio durante 2019, se entierra en el agotado predio de Piedra Blanca.

En una ciudad como Rosario, comparable en población y por padecer los mismos contextos socioeconómicos del país, ya se separa en tres fracciones, para darle destino al residuo orgánico, y en tres días se recicla lo mismo que en Córdoba en un mes: recuperan a razón de 150 toneladas diarias, que no van al enterramiento.

¿Es posible hablar de la localización del Complejo Ambiental de Cormecor sin incluir en la conversación cuál será la política para reducir el volumen del enterramiento de residuos sólidos urbanos (RSU)?

Los abogados de Cormecor, con mucha habilidad, transformaron en parcial el rechazo de la Cámara Contenciosa de Primera Nominación a la instalación del predio, que admitió el amparo de los vecinos de Villa Parque Santa Ana.

Es una lectura pícara: como el fallo está fundado en que no se respetaron los requisitos socioambientales ni las recomendaciones de los estudios de la Universidad Nacional de Córdoba sobre la distancia mínima de cuatro kilómetros con el borde urbano más cercano, Cormecor propone avanzar en lo que en los considerandos del propio tribunal y las observaciones de los peritos no se cuestionó. Para resolver el tema de la distancia, pidió empezar por la fosa más alejada, que según los vecinos amparistas igualmente está a menos de cuatro kilómetros del perímetro de la comuna.

Para resolver el impacto en la población, no hay nada. Y para la doctora Eliana Lacombe, representante de la Asamblea de Villa Parque Santa Ana, es un aspecto injustamente infravalorado, en relación con los “datos duros” de las pericias geológicas o hídricas. Como en los proyectos mineros, también muy resistidos por cuestiones ambientales, la promesa para los vecinos del área de impacto son potenciales puestos de empleo.

¿En qué sentido y sobre qué presupuestos se construye la afirmación por la cual una población de característica socioeconómica baja resultaría beneficiada por la instalación de un megabasural en sus inmediaciones? Estas afirmaciones parecen sostenerse en prejuicios de clase que asignan a los pobres mayor aceptabilidad de los pasivos ambientales en su entorno”, plantea Lacombe.

Hace una década, cuando tras el rechazo de los vecinos de Bouwer se decidió el reemplazo del enterramiento de Potrero del Estado por un terreno provisorio, por un año, en Piedra Blanca, la urgencia impidió la discusión sobre un modelo de gestión más sustentable para los RSU.

Con la vida útil de Piedra Blanca a un año y medio vista actuando como mecha corta, ¿será posible discutir más que enterramiento en el predio en litigio o donde finalmente logre instalarse Cormecor?

Fuente:
Ary Garbovetzky, Lo único que va todo junto en la basura es la discusión, 9 febrero 2020, La Voz del Interior.

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