por
Eugenio Fernández Vázquez
MÉXICO,
28 ene 2020 (IPS) - Las cosas van muy mal si el mundo retrocede en
las medidas para paliar la crisis climática y ambiental que vivimos,
a pesar de cómo han ardido Australia, la Amazonia y California, pero
así lo muestra el nuevo Reporte sobre la Brecha Circular que se
acaba de publicar.
Según
los datos que ahí se presentan, la proporción de materiales y
recursos que se reusan y reciclan a nivel global disminuyó de 9,1
por ciento del total a 8.6 por ciento, al tiempo que la humanidad usó
más materiales que nunca, para llegar a los 100 000 millones de
toneladas de recursos en apenas un año.
El
nuevo reporte es elaborado por la Plataforma para Acelerar la
Economía Circular, una iniciativa albergada por el Instituto de
Recursos Mundiales (WRI, en inglés) y liderada por Royal Phillips y
el Fondo para el Medio Ambiente Mundial.
Lo
que muestra esta nueva publicación es un mundo que no ha tomado
medidas de la contundencia necesaria para paliar los impactos de la
economía en dos flancos fundamentales: la extracción de recursos, y
su desecho.
Por
el lado de la extracción, este informe encontró que entre 2015 y
2017 los recursos extraídos pasaron de 84 400 millones de toneladas
de materiales, a 92 000 millones de toneladas, un aumento del 9 por
ciento.
Además,
el total de desperdicios en el mundo pasó en el mismo periodo de
algo menos de 20 000 millones de toneladas, a casi 33 000 millones de
toneladas. Aunque el reporte aclara que gran parte del aumento puede
ser un artificio del cambio de metodología, el crecimiento está
ahí, aunque sea un poco menor del aparente, y eso sigue siendo muy
mala noticia.
Mientras
tanto, los recursos reusados o reutilizados a duras penas alcanzan
los 9 000 millones de toneladas, y si bien es cierto que en este
rubro el reporte registra un aumento de casi 1 500 millones de
toneladas, esa mejora palidece frente a los retrocesos que
ocurrieron.
La
economía se ha hecho menos sustentable, a pesar de los esfuerzos de
muchos y de la enorme cantidad de promesas y saliva vertidos por los
líderes del mundo.
A
pesar de que el reporte en sí mismo es un avance, porque pone el
tema de la economía circular sobre la mesa y permite entender qué
ocurre en la materia, tiene un problema que salta a la vista, y es
que sus autores siguen esperando que una economía que crece pueda
hacerlo sin destruir el mundo.
Así
se hace aparente en la forma en que catalogan a los países, usando
entre otros indicadores el Índice de Desarrollo Humano. El uso de
ese índice no está mal en sí -es uno de los más comprehensivos de
los que disponemos a nivel global-, pero el reporte destaca como algo
positivo que un país tenga una economía “poderosa y en
crecimiento”, y eso es como pedirle a alguien que adelgace al
tiempo que le recetamos mayor ingesta de azúcares.
El
problema con pedirle a las economías que crezcan -en lugar de, por
ejemplo, que generen mayor igualdad y prosperidad para todos,
independientemente de su tamaño-, es que para lograrlo se necesita
ganar en escala, concentrar la riqueza y explotar a los de abajo para
tener mayores excedentes que invertir para engordar lo que se hace.
Una
economía que crece, además, necesariamente necesita consumir más
materiales, con pocos incentivos para buscarlos entre lo reusable o
reciclado.
La
alternativa, más bien, está en imaginar un nuevo camino y un nuevo
destino para las economías del planeta.
Más
que pensar en crecer, hay que pensar en redistribuir; más que
aplaudir que una enorme corporación global se comprometa a no usar
bolsas de plástico, o a comprar éste u otro material orgánico, hay
que fortalecer a las economías locales, a las pequeñas empresas, a
las cadenas cortas.
Hacerlo
es, sin duda, difícil. Tomará tiempo y un trabajo descentralizado y
muy plural para construir nuevos lazos a pesar de las embestidas de
gobiernos y transnacionales.
Sin
embargo, ya se han registrado algunos avances como los de las
iniciativas de comercio justo y de las cooperativas de consumo. Estos
triunfos, aunque tímidos, muestran que otro mundo es posible. El
Reporte sobre la Brecha Circular muestra que, además, es necesario.
Este
artículo fue publicado originalmente por Pie de Página.
RV:
EG
Fuentes:
Eugenio Fernández Vázquez, Se nos acaba el mundo y vamos peor: la economía circular pierde peso, 28 enero 2020, Inter Press Service.
La obra de arte que ilustra esta entrada es de Vic Muniz y es una reproducción con basura de la obra clásica La Muerte de Marat, de Jaques-Louis David.
No hay comentarios:
Publicar un comentario