Fernando
Cabaleiro es abogado ambientalista (UBA). Coordinador de Naturaleza
de Derechos, acompaña en la dirección jurídica a la letrada
Sabrina Ortíz y el colectivo Madres de Barrios Fumigados de
Pergamino.
por
Luis Emilio Blanco
“La
pericia del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta)
sobre el agua de Pergamino es la punta de iceberg que está mostrando
una realidad que se quiere ocultar, que prefieren no se sepa”, dijo
con contundencia el abogado Fernando Cabaleiro, investigador,
ambientalista, integrante de Naturaleza de Derechos y referencia
obligada a la hora de apoyar la lucha de los pueblos fumigados del
país. El profesional, quien acompaña a su colega Sabrina Ortíz en
la penosa tarea de denunciar cómo los agrotóxicos afectaron la
salud de la profesional, su familia y la de muchos vecinos de
Pergamino, hizo una amplia exposición en la que valoró el alcance
del reciente fallo del Juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás. En el
mismo la Justicia dictó una medida cautelar que prohíbe las
fumigaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos a menos de tres
mil y 1.095 metros respectivamente, desde el límite de toda la
planta urbana.
“En
general, hay numerosos casos en el país en los que tomó cartas en
el asunto cada sistema judicial provincial, pero nunca había
participado la Justicia federal”, explicó Cabaleiro a La Capital.
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¿Por qué razones en este caso tiene competencia la Justicia
Federal?
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Los acuíferos son interjursdiccionales y las aguas subterráneas se
contaminan con los agrotóxicos que hoy son de uso corriente como el
glifosato y la atrazina, entre otros. El tema agua es muy grave, no
sólo porque se encontraron agrotóxicos, que no son fitosanitarios
para las personas, son venenos que pueden provocar cáncer o con el
tiempo producir enfermedades hormonales, sino también por los altos
niveles de arsénico. Hablamos de un promedio de entre 70 a 100
microgramos cuando el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (Conicet), la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA)
y el Hospital de Niños de La Plata, desde una mirada de salud
pública preventiva, recomiendan que no debe exceder los 10
microgramos por litro, que es la recomendación de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) que en la Argentina y en la provincia de
Buenos Aires es obligatoria a través del Código Alimentario
Argentino. A lo que se suman investigaciones científicas de la
Universidad Pública que indican que la sinergia entre el arsénico y
glifosato, dos sustancias que se encuentran en el agua de Pergamino,
agrava sus efectos nocivos.
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¿Cómo fue la reacción de las autoridades municipales y qué
medidas tomaron?
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Es abiertamente repudiable el proceder de las autoridades de
Pergamino. Pretenden presentarse como parte querellante junto a los
vecinos y vecinas de los barrios fumigados en la denuncia iniciada
por la colega, Sabrina Ortiz. Inclusive fueron hasta la Cámara
Federal de Rosario -que en estos días debe resolver sobre su
admisibilidad- y en simultáneo y ante la última decisión judicial
del juez Villafuerte Ruso de ampliar razonablemente y con fundamento
científico las distancias de protección en relación a las
aplicaciones con agrotóxicos, se alinean con los sectores rurales
que utilizan estos venenos, para articular y coordinar cómo atacar
la medida cautelar ordenada.
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¿Por qué esa dualidad de criterio?
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El municipio esconde el problema de los agrotóxicos. Las autoridades
en todos los niveles le temen a los datos epidemiológicos. No
quieren hacer el estudio de genotoxicidad que se estableció por
ordenanza en Pergamino respecto de los barrios principalmente
afectados porque saben que no van a salir bien. De la misma manera,
cuando se analizó el agua, nunca se había analizado la presencia de
los agrotóxicos que se utilizan hoy en la agricultura industrial
sino los que prevé la legislación vigente, los que, casi en su
totalidad y salvo el 2,4-D, no se usan más porque están prohibidos
desde hace casi 30 años.
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¿Cómo se puede conmensurar la intervención judicial?
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La medida cautelar es inédita en materia de justicia federal, ya que
casi la totalidad de las medidas adoptadas judicialmente son de los
poderes judiciales provinciales. También es inédita porque se
adopta en el marco de una investigación penal, la cual no debe estar
exenta de este tipo de medidas. La Corte Suprema de Justicia en el
caso Kersich bajó un mandato a todos los jueces federales y
provinciales, cualquiera sea el fuero, que indica que cuando esté en
juego el derecho humano al agua potable, se debe actuar de inmediato.
Por eso la medida adoptada por el Juez Villafuerte Ruzo es ejemplar.
Es el camino que deben seguir todos los jueces. La cuestión
ambiental no tiene un fuero especializado como el resto de las
materias del derecho. El derecho ambiental es multifuero. El caso de
Pergamino corresponde que lo investigue la justicia federal porque
los recurso afectados, son los acuíferos Pampeano y Puelche, que son
interjurisdiccionales. Ya está harto demostrada la contaminación en
la causa judicial. Además la causa es federal porque se debe
investigar a las autoridades del Senasa, que son las que habilitan
estas sustancias, supuestamente con la seguridad que no van a
contaminar las aguas ni los suelos, ni van a terminar en los cuerpos
de las personas.
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¿Las propuestas de los productores pueden menguar el problema?
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Está demostrado que aún cuando se apliquen con rigor las mentadas
buenas prácticas agrícolas es imposible detener la deriva por la
sencilla razón que sólo del 25 al 30 % de los venenos que se
aplican hacen objetivo en el cultivo. A esto lo dicen y lo reconocen
los investigadores del Inta pro agronegocio, el resto se transforma
en residuo volátil incontrolable. De ahí la necesidad de poner
límites. Solo como una medida paliativa urgente, porque la solución
definitiva, es empezar el cambio del modelo productivo y abandonar el
uso de transgénicos y agrotóxicos.
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¿Qué ocurre con los organismos reguladores?
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El Senasa también es responsable, quizás el principal. Los
funcionarios encargados de autorizar los agrotóxicos, analizar los
riesgos y exigir las revisiones ante evidencias científicas, son
cómplices del agronegocio. Funcionarios que están en lugares claves
desde hace más de 15 años y operan adentro del Estado como gestores
de las corporaciones. Ahí hay delito penal que debe ser también
investigado. Hay que avanzar en ese camino también. Los que fumigan
cometen delito porque contaminan y no les importa la vida de los
vecinos y vecinas y son conscientes que son venenos y no respetan
mínimamente las ordenanzas. Pero el que autoriza y ni siquiera les
advierte a los que usan los venenos que son cancerígenos también
comete delito, junto a la empresa que lo produce y comercializa, con
el guiño del Estado, en este caso, el Senasa. Por eso los
funcionarios de ese organismo deberían empezar a desfilar por San
Nicolas y mostrar, como primera medida, los estudios que presentaron
las empresas para obtener las autorizaciones. Sabemos que es una caja
de Pandora, ellos lo saben, por eso se niegan a exhibirlos. Pero ya
vamos a llegar eso y seguramente por una orden judicial sorpresiva y
la verdad saldrá a la luz para toda la sociedad, porque también lo
que está vulnerado, además de los derechos a la salud, al agua
potable y a un ambiente sano, es del derecho a la información.
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¿Es posible cuantificar el daño por contaminación?
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En la Argentina se usan más de 525 millones de litros de agrotóxicos
por año y 4.300 millones de litros/kilos de fertilizantes sintéticos
también por año. Si hacemos un cálculo desde que empezó el modelo
de producción agroindustrial se utilizaron más de seis mil millones
de litros/kilos de agrotóxicos. Es decir que 4.500 millones de
litros/kilos fueron deriva. Si los buscas los tenés en el suelo, en
el agua, en los alimentos, en la sangre, en la desaparición de las
abejas y los polinizadores. Eso es daño y una externalidad que no se
computa en el balance económico del modelo, porque si se lo tuviera
en cuenta, es decir si le asignáramos un valor económico, -que lo
tiene claramente- se les irían las ganas rápidamente de usarlos si
quienes usan estos venenos, supieran que tendrían que asumir esos
costos.
Fuente:
Luis Emilio Blanco, "Pergamino es la punta del iceberg, muestra una realidad que se pretende ocultar", 15 septiembre 2019, La Capital. Consultado 18 septiembre 2019.
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