La
socióloga, escritora e investigadora que firmó la carta de apoyo al
FIT-Unidad, detalla la problemática ambiental de la región y la
responsabilidad de los gobiernos. La mirada sobre el rol de la
juventud en las protestas ambientales y una reflexión sobre el
movimiento de mujeres.
por
Luis Verdugo y María Marta Bernabeu
La
socióloga, escritora e investigadora que firmó la carta de apoyo al
FIT-Unidad, detalla en esta entrevista, la problemática ambiental de
la región y la responsabilidad de los diferentes gobiernos de turno.
Su mirada sobre el rol de la juventud en las protestas ambientales y
una reflexión sobre el movimiento de mujeres.
El
lobby minero, y algunos candidatos ahora también, hablan de “minería
sustentable”. ¿Puede haber minería sustentable?
Creo
que en primer lugar hay que reflexionar sobre los avatares que ha
tenido la categoría “desarrollo sustentable”. Si en los años
’80 y ‘90, surgió en el panorama internacional una cara muy
positiva, muy disruptiva, de la mano de movimientos ecologistas,
rápidamente esta noción fue apropiada por los grandes lobbys
empresariales, por el establishment, y en ese sentido sufrió un
problema de desgaste y de vaciamiento. Al principio, la noción de
desarrollo sustentable, sobre todo, hacía hincapié en dos cosas:
primero en el hecho de que había que asegurar las condiciones de
producción y reproducción de la vida, el ciclo natural. Y en
segundo lugar, había que garantizar el presente y el futuro de las
próximas generaciones.
Esa
doble idea de garantizar los ciclos de la vida y, por otro lado, el
pacto intergeneracional, es algo que desaparece del discurso de los
grandes actores de trasnacionales y, en líneas generales, del lobby
que se ha instituido en torno al término de sustentabilidad. Con
esto quiero decir que la noción de sustentabilidad se fue
convirtiendo en una noción débil, muy en consonancia con la idea de
modernización ecológica. ¿Qué quiere decir modernización
ecológica? Que no se cuestiona el crecimiento económico y se
considera que los impactos que acarrea el uso de tecnología nociva
para el ambiente, puede ser mitigado con el uso de más tecnología.
Esa
es la idea central que hoy se encuentra en las grandes corporaciones
a sabiendas que, en definitiva, detrás de la noción de desarrollo
sustentable, siempre la prioridad lo tiene que definir lo económico,
no la protección del ambiente. Con lo cual, ya se ha falseado esa
idea que era tan disruptiva y novedosa a inicio de los ´80 y los
´90. En términos específicos, si uno va al modelo de megaminería
y al modelo de hidrocarburos no convencionales a través del
fracking, ahí uno ve el carácter contradictorio de la expresión.
Porque la minería es de las actividades que genera más pasivos
ambientales, utiliza grandes cantidades de agua, enormes cantidades
de sustancias químicas que tienen un alcance muy contaminante. Los
impactos sobre los territorios y sobre la salud de la población
están más que probados, la cantidad de accidentes que ha habido,
sobre todo estos últimos años, muestran el carácter insustentable
de la minería.
Miremos
el caso de Brasil, donde los diques que contienen el desecho minero
se han roto, como en el caso de Mariana y Brumandinho, donde hubo más
de 300 muertos. Y que coloca el cuestionamiento sobre la compañía
Vale que es una de las más contaminantes del mundo. En Argentina,
veamos el caso de Veladero. Siempre se habló del modelo sanjuanino
como un modelo ideal de minería sustentable, cuando en realidad es
lo contrario. Detrás de la acción de Barrick Gold, lo que hay es
destrucción de glaciares y también derrames de solución cianurada,
que han contaminado aguas. La Asamblea de Jachal ha denunciado esto,
se ha denunciado penal y judicialmente la responsabilidad de Barrick
Gold, y de los gobiernos que han encubierto estos impactos, hubo ya
tres derrames de solución cianurada.
En
esa línea creo que la sociedad argentina ya es consiente que no se
trata de una actividad sustentable, más allá de la enorme
publicidad y la gran cantidad de dinero que invierten las empresas y
los gobiernos para falsear la información y convencer a las
poblaciones de una suerte de destino minero, inevitable. Ya los
impactos son visibles.
En
el caso del fracking, también se quiso construir a nivel global
debido a los cuestionamientos y las grandes controversias desatadas,
la idea de “fracking seguro y sustentable”. Era el caballito de
batalla de las grandes empresas y va a contramano de una gran
cantidad de estudios realizados sobre todo en Estados Unidos, que es
el país en donde ha habido más desarrollo del fracking, que
demuestran los impactos territoriales; ambientales; la contaminación
de las aguas superficiales y subterráneas; los impactos en la salud
sobre las personas, sobre los animales; la emisión de gas metano, en
fin, una larga lista de impactos que muestran con claridad el
carácter insustentable del fracking.
En
el caso del fracking las empresas son doblemente cuestionadas, dado
que son conscientes que están promoviendo una matriz energética
ligada a las energías sucias, las energías más contaminantes. A
sabiendas de que estamos en un momento civilizatorio en el cual es
necesario orientarse hacia un escenario de transición energética,
promoviendo las energías limpias, las energías renovables.
Esto
es parte de un discurso, “responsabilidad social empresarial”,
“minería sustentable”, “fracking responsable”, que muestra
el enorme poder que tiene el lobby minero para controlar a los medios
de comunicación con la pauta publicitaria. Creo que es necesario
romper este consenso impuesto por el lobby, para demostrar el
carácter insustentable de estos modelos, donde toda la literatura
científica, la evidencia en los territorios lo demuestran.
Mencionaste
el ejemplo sanjuanino, también se ha avanzado o intentado avanzar
con estos modelos en Río Negro, Chubut o Mendoza, ¿cuál es el rol
de los gobernantes en este sentido y qué opinas de las resistencias
que también se expresaron en las provincias?
En
primer lugar hay que decir que en toda América Latina se ha
sostenido un imaginario de desarrollo productivista, que apunta al
crecimiento exponencial sin medir los impactos sobre el ambiente y
las poblaciones. Por otro lado, este imaginario de desarrollo también
se basa en una visión instrumental, antropocéntrica de la
naturaleza, donde se considera a la naturaleza como algo que se puede
dominar y explotar de manera indiscriminada y como si el ser humano
fuera exterior a la misma, no una parte de la naturaleza. Y, en
tercer lugar, en América Latina hay un imaginario que tiene que ver
con la abundancia de bienes naturales y la ilusión de muchos
gobernantes de creer que la demanda de los países poderosos de
algunos de esos bienes naturales hará posible salir del
subdesarrollo o de la pobreza.
Ese
imaginario ya no se sostiene debido al carácter de la crisis
socioecológica que señala la urgencia de orientarnos hacia otro
modelo, pero además porque la pobreza no solo persiste sino que se
han ensanchado las desigualdades, y ha habido grandes
cuestionamientos a estos modelos que son altamente destructivos. Creo
que gran parte de la dirigencia política todavía sigue prisionera
de ese imaginario y esto va por encima del color ideológico que se
tenga. Esto va desde el progresismo hasta los neoliberales e
inclusive gran parte de la izquierda sigue siendo desarrollista.
Por
otro lado, a partir del año 2000, lo que hemos visto en América
Latina es una alianza entre gobiernos, a nivel nacional, provincial y
local, con los grandes actores de las trasnacionales en función de
estos modelos de desarrollo. Porque también hay intereses económicos
en juego, no se trata solo del ideal de progreso. Gioja tiene
inversiones, él y su familia, en empresas que proveen servicios a la
actividad minera. En Neuquén también, la familia Sapag y muchos de
quienes componen la clase política, tienen intereses económicos muy
claros en tanto y en cuanto participan de esas empresas que proveen
servicios petroleros.
Les
doy otro caso particular, la Secretaria de Ambiente de la provincia
de Río Negro que se llama Alicia Migani, es propietaria ella y su
familia de una empresa que provee servicios a una industria
petrolera. O sea, ella es Secretaria de Ambiente y a la vez le vende
servicios a las empresas que debe controlar. Y esto sucede todo el
tiempo, hablemos de petróleo, de soja o de megaminería. El sistema
de puerta giratoria que este gobierno consolidó con la presencia de
CEOs en su gabinete, marca a las claras que para ellos no existe un
problema de conflicto de intereses. La clase política apuesta
entonces a un modelo que sabe que es insustentable, pero que a corto
plazo le genera ingresos.
Y
respecto a los organismos internacionales, ¿qué implicancia tiene
el acuerdo actual con el FMI en relación a los recursos naturales?
Hay
una contradicción en este tema, porque el FMI exige un proceso de
ajuste que implica una reducción de los subsidios estatales a Vaca
Muerta. Con lo cual eso ha perjudicado a las empresas que han sido
enormemente beneficiadas con los subsidios estatales. Para que se
tenga una idea, en 2018 los subsidios estatales que recibieron las
empresas, sobre todo Tecpetrol e YPF, equivale al doble de lo erogado
por las universidades nacionales y prácticamente lo mismo que el
presupuesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Al gobierno le
interesa más promover las energías fósiles que son altamente
contaminantes, beneficiando a las grandes empresas otorgándoles
enormes subsidios para que se sigan manteniendo en Vaca Muerta, a
costa de la educación, la salud, y otros sectores claves de la
sociedad.
Esta
contradicción que mencionaba hizo que los sectores ligados al
petróleo protestaran en contra de esta reducción de subsidios, que
aun así sigue siendo muy alta. Vaca Muerta tiene una serie de
blindajes que están hechos para fomentar el desarrollo de la misma.
Tiene un blindaje laboral porque, efectivamente, Guillermo Pereyra y
el Supeh firmó un convenio de flexibilización laboral tremendo con
las empresas para garantizar la baja del costo laboral. En segundo
lugar tiene un blindaje político, y todos los sectores en este
sentido avalan. Un blindaje mediático, todos los medios de
comunicación promueven el desarrollo de Vaca Muerta y ocultan, sobre
todo, los impactos y también todas las objeciones que provienen de
informes internacionales y dan cuenta de la inviabilidad financiera
de Vaca Muerta.
Hay
un blindaje que se quiere establecer y es el blindaje jurídico y
consiste, sobre todo, en colocar límites a la protesta social y en
particular a la protesta de los mapuches. En el medio de todo esto
hubo un juicio de parte de la comunidad Campo Maripe que, para
sorpresa de muchos, el juez finalmente propuso no penalizar a las
comunidades mapuche e hizo un llamado para que se contemplen sus
derechos territoriales y sus derechos colectivos. Ese fallo del juez
fue rápidamente apelado y rechazado, el mismo día en que anunciaban
la fórmula Macri y Pichetto con un primer viaje de Cambiemos a Vaca
Muerta. Claramente la intencionalidad política era mostrar que se
iba a evitar todo tipo de conflictos y que no se van a reconocer los
derechos de los pueblos colectivos allí en Vaca Muerta. Es decir,
que Vaca Muerta no cierra sin flexibilización laboral, sin represión
y no reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios, y sin
blindaje político.
Teniendo
en cuenta el posible futuro gobierno de Alberto Fernández, ¿qué
rupturas o continuidades crees que pueda tener respecto al modelo
energético, en relación también al gobierno de Macri?
Hay
varias cosas para decir y la primera es que estamos muy preocupados
por la continuidad manifiesta de parte de Alberto Fernández sobre
los modelos de mal desarrollo, tanto el modelo de agronegocio, el
modelo megaminero y el del desarrollo de los hidrocarburos no
convencionales.
Creo
que hay que intentar instalar la agenda, no podemos volver a repetir
los errores que se cometieron en años pasados. Los progresismos
tenían como punto ciego la problemática ambiental y la discusión
sobre los modelos de desarrollo. Hoy en día, eso ya no se puede
obturar. Se ha abierto la discusión y, si bien es cierto que los
medios masivos de comunicación intentan clausurarla, hay mucho
activo militante ambiental, hay mayor conciencia en los sindicatos y
en los partidos. Esperamos que la Izquierda tenga un rol importante
para colocar la problemática socioambiental en la agenda, y que los
progresismos también abran la agenda.
Esperamos
que no sea lo mismo, no tropezarnos dos veces con la misma piedra y
que se abra la agenda, pero estamos muy preocupados porque las
declaraciones de Alberto Fernández alientan esta idea de continuidad
lineal, cuando en realidad lo que hay que hacer es abrir la agenda y
pensar en otras variantes, otras salidas. A nivel global se está
discutiendo la agenda energética. En Argentina ya se han introducido
energías renovables que están, podríamos decir, muy
mercantilizadas porque, en el marco del gobierno neoliberal, las
energías renovables están en manos de grandes empresas, la
dependencia tecnológica es muy grande en relación a China, y todo
eso hay que rediscutirlo porque las energías renovables son
necesarias y además rentables económicamente.
También
hay que tener en cuenta que cuando uno mira la matriz energética en
Argentina, no es solamente la extracción de combustibles fósiles lo
que hay que cuestionar. Hay que cuestionar el sistema de transporte.
Más del 31 % del consumo energético de combustibles fósiles tiene
que ver con el transporte terrestre. En Argentina se desmanteló el
sistema ferroviario en los años 90, hay que reorganizar el sistema
de transporte para repensar la matriz energética o la transición
energética. Y para eso hay que tocar el poder de actores sindicales,
sin dudas muy poderosos, que se han consolidado en las últimas dos
décadas. Pero ese trabajo hay que hacerlo porque, efectivamente, es
el sistema de transporte el que emite el 31 % de las emisiones de gas
de efecto invernadero.
Tenemos
que empezar a pensar las diferentes variantes respecto de la
transición energética que implican sistema de transporte, mayor
eficiencia energética, transición hacia energías limpias, combate
de una pobreza energética. ¿Ustedes saben, por ejemplo, que que la
mayor parte de las leyes energéticas que tenemos hoy en día son las
mismas que teníamos en la época del menemismo? Ni el kirchnerismo
las tocó y, por supuesto, lo que tocó este gobierno fue la línea
de mayor mercantilización, como puede ser la ley de energías
renovables.
Vemos
que se renueva el ciclo de protestas ambientales en el mundo y a
nivel local también, aquí en Mendoza se empezó a expresar un
movimiento de estudiantes secundarios por el ambiente, ¿qué rol
tienen para vos los jóvenes?
Aquí
hay dos cuestiones para analizar y la primera es que los incendios en
la Amazonía marcaron un punto de inflexión. Se mostró con claridad
la emergencia de una nueva conciencia ambiental, de la cual son
portadoras sobre todo las generaciones más jóvenes. Los incendios
mostraron que esto tiene que ver con la economía y con sostener
modelos insustentables, la expansión de la frontera agropecuaria, la
expansión de la frontera sojera, los extractivismos en general, que
sobre todo están avanzando en los países del sur. Es parte de esta
nueva división del trabajo.
Esto
está ligado además a la aceleración del metabolismo social del
Capital. El modelo de consumo necesita más materia y más energía,
y para eso se presiona más sobre los bienes naturales. La Amazonía
está en riesgo, también están en riesgo los glaciares. Nosotros
tenemos una Ley de Glaciares que defender. Si ustedes miran el caso
de Bolivia y Perú, ya es un hecho que los glaciares se están
derritiendo, y son nuestras cuencas hídricas, nuestras “fábricas
de agua” las que están en juego.
Es
un momento en el cual la crisis civilizatoria, en términos
socioecológicos, es más que evidente. Y en esa línea sí, son los
más jóvenes los que son más conscientes de ello. Es su futuro, y
más aún, es su presente el que está en juego. A mí me sorprendió
gratamente cuando fuimos en Buenos Aires a protestar en la embajada
de Brasil, encontrarme con nuevas organizaciones, “Jóvenes por el
clima”, “Alianza por el clima”, los mismos sectores veganos. En
fin, son nuevos interlocutores y yo lo que promuevo en este sentido
es un diálogo intergeneracional, porque lo que necesitamos es
restituir la memoria de las luchas socioambientales de Argentina y
América Latina. Y que son luchas claramente contra el
neoextractivismo y las diversas formas de neoextractivismo.
Entonces,
las y los jóvenes que hoy asumen la defensa del planeta, criticando
el cambio climático y los modelos de desarrollo insustentable, deben
mirar esas luchas socioambientales que, desde las provincias sobre
todo, desde la periferia, vienen señalando estos problemas desde
hace tanto tiempo y vienen colocando límites, a través de la
promoción de leyes protectoras.
¿Esta
preocupación interpela también al feminismo? ¿Juega o puede jugar
un rol el movimiento de mujeres en esta pelea?
Sí,
claro. Las mujeres tienen un rol fundamental, en tanto y en cuanto
han sido históricamente protagonistas de luchas populares. Las
mujeres son las primeras en denunciar los impactos silenciados por
las grandes corporaciones, en la salud de las mujeres y de los niños.
Entonces, tradicionalmente en los territorios, quienes defienden la
vida y la sostenibilidad de los mismos son las mujeres. No es casual
que las luchas contra el neoextractivismo sean encabezadas por
mujeres en donde, además, las mujeres van conquistando un nuevo
lenguaje sobre el territorio.
Un
lenguaje en el cual, cuerpo, territorio, naturaleza, la noción de
ecodependencia aparece como central, la noción de cuidado. En el
ecofeminismo, hay una reapropiación de los cuidados en clave
emancipatoria, con la idea de que sean todos, mujeres y hombres,
quienes desarrollen la noción del cuidado del otro, y por ende
también el cuidado de la vida, el cuidado del planeta. El cuidado es
algo que el patriarcado ha escencializado, pero en realidad el
cuidado tiene que ver con la misma posibilidad de supervivencia de
los seres humanos. La civilización no hubiese podido extenderse de
no haber sido por las relaciones de interdependencia y de cuidado,
porque nosotros somos seres vulnerables y para nada somos seres
independientes de la naturaleza. Entonces, las mujeres vuelven a
traer ese mensaje de la relacionalidad con la naturaleza, de la
interdependencia, de la necesidad de respeto y cuidado del otro que,
en esta clave ecológica, se traduce en un cuidado de la naturaleza.
Y
en esa línea yo creo, que si al principio del ciclo progresista, los
pueblos originarios fueron los que elaboraron una nueva narrativa
emancipatoria a través de las nociones de buen vivir, hoy en día
son los movimientos de mujeres. Creo que es necesario promover una
relación entre los feminismos más antipatriarcales de las ciudades,
que denuncian los femicidios, la violencia de género, y que
promueven nuevos derechos, con los feminismos populares que luchan en
los territorios contra las grandes empresas extractivistas y sus
alianzas con los gobiernos.
Fuente:
Luis Verdugo, María Marta Bernabeu, Maristella Svampa: "La clase política apuesta a un modelo que sabe que es insustentable, pero que a corto plazo le genera ingresos", 11 septiembre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 13 septiembre 2019.
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