por Daniel Gutman
BUENOS AIRES, 20
jul 2018 (IPS) - ¿Cómo deben abordar las ciudades el problema de la
basura? Lo primordial es ponerse un objetivo tajante: que llegue un
día en el que nada sea enviado a disposición final o a
incineración, plantea el especialista mundial en el tema, el
británico Paul Connett.
Autor del libro
“Solución: Basura Cero”, Connett estuvo en Buenos Aires para
difundir sus tesis al respecto, mientas en la capital argentina se
libra un áspero debate sobre esta cuestión.
“La meta de
basura cero puede lograrse con una combinación de factores que
permitirían el paso de la economía lineal a la circular: debe
involucrarse la comunidad y existir responsabilidad industrial”,
dijo Connett a IPS.
Antes, el
miércoles 18, este químico y doctor en Toxicología, expuso en una
salón de la Legislatura (parlamento) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires una estrategia de 10 pasos que entusiasmó a la
audiencia convocada para su conferencia sobre “Incineración; un
retroceso ambiental”.
“La sociedad
debe separar sus residuos, que deben ser retirados puerta a puerta. Y
debe decir a la industria: si lo que ustedes fabrican no podemos
reciclarlo, ni volver a utilizarlo ni destinarlo al compostaje, deben
dejar de fabricarlo. Necesitamos un mejor diseño industrial para el
Siglo XXI”, agregó a IPS.
Connett, quien
creció en Inglaterra y vive en Estados Unidos, es un graduado de la
británica Universidad de Cambridge que hace más de 20 años se
especializó en gestión de residuos y ha realizó presentaciones en
más de 60 países.
Fue invitado a la
Argentina por Greenpeace, una de las organizaciones de la sociedad
civil que en los últimos meses han cuestionado la decisión tomada
este año por las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires de volver
a habilitar la incineración de basura, que estaba prohibida.
La capital
argentina cierra así de manera curiosa un círculo que comenzó a
trazar en noviembre de 2005, cuando la Legislatura local votó la Leyde Gestión Integral de Desechos Sólidos Urbanos, considerada
entonces de avanzada y que se conoce justamente como de “Basura
Cero”.
Esa norma fijaba
objetivos graduales de reducción de los montos de basura que se
envían a los rellenos sanitarios que están en las afueras de la
metrópoli, hasta que no se enviara nada en 2020.
Sin embargo, en
los años que siguieron los planes para implementar la separación y
el reciclaje de residuos fracasaron estrepitosamente, al punto que la
basura no solo no disminuyó, sino que creció: de 1.492.867
toneladas enviadas por Buenos Aires a los rellenos sanitarios durante
2004 se pasó a 2.086.740 en 2012, según cifras oficiales.
A partir de
entonces sí empezó a reducirse la basura generada por la Ciudad,
aunque lejos de los objetivos fijados por la ley: en 2017 se
enterraron 1.101.203 toneladas, cuando la norma había fijado un
objetivo de 373.217.
En la capital
argentina viven tres millones de personas, que se elevan a 15
millones al sumar su área metropolitana, conocida como el Gran
Buenos Aires, lo que representa 34 por ciento de este país
sudamericano de 44 millones de habitantes.
“Las
autoridades de la Ciudad no han hecho prácticamente nada para
reducir la cantidad de basura que se envía a disposición final. Si
en los últimos años hubo una reducción fue gracias al trabajo de
los cartoneros”, dijo a IPS Leonel Mingo, coordinador de campañas
de Greenpeace Argentina.
Como cartoneros
se conoce en Argentina a las personas excluidas del circuito laboral
que cada noche caminan empujando sus carros por las ciudades, en
busca de cartón u otros objetos con valor económico que puedan
encontrar en la basura.
El gobierno
autónomo de la Ciudad de Buenos Aires formalizó a más de 5.000 de
ellos, bajo la denominación de “recuperadores urbanos”, que
están agrupados en 12 cooperativas. Hoy llevan uniformes y tienen
cobertura de salud. Algunos separan sus residuos en los cuatro
centros verdes que dependen del Estado.
Sin embargo se
estima que los cartoneros son más del doble, ya que muchos no
lograron ingresar en los cupos oficiales y trabajan en la
informalidad.
Son justamente
los cartoneros quienes están en la primera fila de la lucha contra
la incineración, porque temen quedarse sin el material que les da
sustento.
“Somos un actor
importante y vamos a defender nuestros derechos. Somos 12.000
cartoneros y tenemos la capacidad de garantizar un circuito de
reciclado suficiente para que se cumpla la ley de Basura Cero. No
vamos a permitir la incineración”, dijo a IPS una de estas
trabajadoras, Jacqueline Flores.
Flores, de la
Cooperativa El Amanecer, contó que “tomé la carreta durante la
última crisis de 2001 y durante años me gané así la vida. Hoy
formo parte de un equipo de 100 compañeras que somos promotoras
ambientales y tocamos el timbre a los vecinos de Buenos Aires, para
pedirles que les entreguen sus residuos separados a los cartoneros”.
En mayo, la
Legislatura de la Ciudad aprobó la modificación de la ley de Basura Cero, relajando las metas de reducción de residuos y habilitando la
incineración.
El alcalde
Horacio Rodríguez Larreta -de la alianza Cambiemos, que lidera el
presidente Mauricio Macri- fue quien promovió esa ley y dijo que se
instalarán plantas de termovalorización, que convertirán la basura
en energía.
Sin embargo, el
plan ahora está envuelto en la incertidumbre, ya que en junio una
jueza suspendió la aplicación de la ley, al aceptar un planteo
conjunto de cooperativas de cartoneros y organizaciones ambientales,
que señalaron que la incineración contaminará el aire de Buenos
Aires.
La decisión
judicial fue apelada por el alcalde y se espera una definición.
Jacqueline Flores
comenzó a trabajar como cartonera en 2001, en medio de una brutal
crisis económica y social en Argentina. Ahora es promotora ambiental
e instruye a los vecinos de Buenos Aires sobre la manera en que deben
separarse los residuos. Crédito: Daniel Gutman/IPS
“Igual que
Buenos Aires, muchas grandes ciudades latinoamericanas tienen
problemas con la basura, que los políticos no saben cómo resolver.
Tienes que ser un estúpido o un corrupto para construir un
incinerador”, dijo Connett.
El especialista
señaló a IPS que distintos países latinoamericanos, debido a sus
grandes superficies, tienen un gran potencial para reducir la basura.
“El trabajo de
una gran ciudad debería ser exportar los desperdicios orgánicos a
las zonas rurales, donde deben convertirse en compost y ser
utilizados en la agricultura”, señalo.
“A su vez desde
el campo deben enviarse los residuos reciclables a la ciudad, donde
pueden ocuparse de ellos porque hay muchas personas que pueden
beneficiarse con ese trabajo”, añadió Connett.
El visitante citó
ejemplos exitosos de Estados Unidos y Europa.
Uno de ellos es
el de la ciudad estadounidense de San Francisco logró reducir en un
80 por ciento los residuos que se envían a disposición final.
Uno de los
factores clave para ello fue la instalación a 70 kilómetros de la
ciudad de una planta de compostaje que recibe los residuos orgánicos
y los convierte en fertilizantes que son utilizados por más de 200
viñedos en la zona.
“Yo soy la
economía circular caminante”, dijo Connett durante su conferencia
en la Legislatura, mientras aseguraba que había pagado seis dólares
por la chaqueta que llevaba puesta, fabricada con materiales de
reciclaje.
La economía
circular consiste, justamente, en sustituir el modelo basado en
producir-consumir-desechar por el de producir-consumir-reciclar.
El especialista
se pronunció también a favor de castigar económicamente a quienes
generen residuos que no puedan reutilizarse o reciclarse.
“La basura es
un invento humano, que tenemos que ‘desinventar’ a partir de una
conducta distinta y cambios en el diseño industrial”, consideró.
Y cerró su exposición con una apelación a los ciudadanos: “Nunca
dejen que los expertos les quiten las conclusiones a las que ustedes
llegan con sentido común”.
Edición:
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Daniel Gutman, ¿Pueden las ciudades llegar al objetivo de basura cero?, 20/07/18, Inter Press Service.
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