por
Sebastián Rodríguez
Las
lluvias de la tormenta tropical Nate cayeron sobre Costa Rica el 3 de
octubre del 2017 y salieron del país tres días después. Pero para
Marielos Alvarado, vecina de la comunidad de Corralillo en Filadelfia
de Guanacaste, la tormenta no acabó tan fácil.
“A
nivel emocional fue muy estresante. Fue difícil. Me costó mucho
superar ciertas cosas. Todavía no se me sale de la cabeza los
adultos mayores o los niños vomitándose del hambre”, dijo
Alvarado, quien también es secretaria del Comité Comunal contra
Desastres de Corralillo.
Alvarado
es una de las casi mil personas que quedaron aisladas en un albergue
sin agua, luz ni comida en Corralillo, por causa de las inundaciones.
También es una de las que está intentando superarlo.
“Nadie
esperaba que fuera de tal magnitud la emergencia. Yo llegué a mi
casa 19 días después y ver que no había quedado nada más que la
casa… fue impactante”, señaló llevándose las manos a la cara.
Como
esta vecina de Corralillo, muchas otras personas sufren deterioros en
su salud mental luego de grandes desastres, según aseguran expertos.
No obstante, este es un rubro que muchas veces las autoridades y las
propias comunidades dejan de lado.
Según
José Francisco Alemán, coordinador de emergencias de la
Municipalidad de Carrillo, el trabajo en salud mental luego de los
desastres es muy importante para la recuperación de las comunidades.
Sin embargo, señaló que poco se trabaja sobre el tema.
“Cuando
sucede la emergencia, la gente se desespera por ayuda, por
enfermedades, por comida, etc. Al final se atienden estos elementos
como comida y albergue pero la afectación psicosocial no se
atiende”, indicó Alemán.
El
deterioro psicológico luego de grandes desastres es una realidad
pero no es la imagen completa, según explicó la coordinadora de la
Brigada Psicosocial de la Universidad de Costa Rica (UCR), Gabriela
Mora.
“El
impacto psicológico es lo que vos estás sintiendo a nivel emocional
en alguna circunstancia. Cuando hablamos de apoyo psicosocial, aunque
lo emocional está incluido ahí, es más amplio”, explicó Mora.
De
acuerdo con Mora, la atención psicosocial se enfoca en disminuir las
vulnerabilidades a los desastres y en abrir espacios de diálogo y
organización comunal.
Lo
cierto es que, debido a que el cambio climático aumenta la
probabilidad de eventos extremos, la salud mental en las comunidades
afectadas podría verse afectada.
Así
lo determinó un estudio del 2017 publicado en la revista
International Journal of Environmental Research and Public Health, el
cual indica que “se debe tomar en cuenta los efectos a largo plazo”
que pueden tener los desastres en la salud mental.
La
tormenta Nate, por ejemplo, tuvo un paso devastador por Costa Rica.
Esta tormenta se llevó 11 vidas y dejó más de $385 millones en
pérdidas, según datos de la CNE. No obstante, la magnitud del daño
en salud mental aún se desconoce.
Ahora,
las autoridades buscan una forma de medir ese daño y de disminuir
otros en el futuro por medio del Plan Nacional de Adaptación
(principal instrumento de adaptación al cambio climático), según
confirmó el Ministerio de Ambiente.
Riesgo
acecha
El
riesgo es algo de todos los días en Corralillo. Esta comunidad yace
sobre lo que antes era un humedal y está rodeada por dos ríos: Las
Palmas y Tempisque. Aquí los accesos son difíciles, las
oportunidades laborales son pocas y el planeamiento insuficiente.
Para
finales del 2017, esta comunidad ya había vivido tres inundaciones
grandes, según indicó Alvarado, una vecina. Sin embargo, nadie
estaba preparado para Nate.
Los
resultados fueron desastrosos: aislamiento total, tres días sin luz
ni agua, dos días enteros sin alimentos y 93 % de las viviendas
afectadas. Ahora, la comunidad trabaja en digerir esta experiencia y
en aprender cómo fortalecer sus vulnerabilidades.
Con
ayuda de la Brigada de Atención Psicosocial de la UCR, el Comité
Comunal contra Desastres de Corralillo realizó una serie de talleres
con la comunidad el pasado 30 de junio para abrir espacios de diálogo
y capacitar a los vecinos.
“Un
elemento importante es no olvidar. No es solamente recordarlo como
‘eso que me hizo daño’ sino, más bien, observar cómo tenemos
que ir mejorando a partir de un evento que ya sucedió”, explicó
Mora, psicóloga y coordinadora de la Brigada.
De
acuerdo con Mora, otra forma de superar los impactos de la tormenta
es reducir las vulnerabilidades de la comunidad. De esta forma se les
da más seguridad y se reducen las posibilidades de vivir una
emergencia como la de Nate nuevamente.
“Ellos
tienen una vulnerabilidad social en cuanto al tema de los trabajos,
por ejemplo. Lo que tienen son cañales alrededor y el periodo en que
sacan caña es muy corto. Después de eso quedan sin trabajo”,
indicó.
Los
accesos también son una vulnerabilidad importante en Corralillo,
según explicó Alemán, de la Municipalidad de Carrillo. “Cuando
aquí se inunda, solamente se puede llegar en helicóptero”,
señaló.
Para
cambiar esto, el encargado de emergencias de la Municipalidad aseguró
que se han buscado nuevas rutas terrestres y acuáticas (a través de
los ríos) para acceder en caso de inundaciones. Esto les permitiría
traer suministros y alimentos, algo que hizo falta durante la
emergencia.
Según
reconocieron Alemán y Marielos Alvarado, estos talleres han tenido
éxito en la comunidad porque son un espacio para compartir sus
vivencias de la emergencia y donde pueden aprender de ellas.
“Esperábamos
gente pero no esperábamos la cantidad que hay, a pesar de ser fin de
semana. Eso demuestra que la comunidad está despertando y está
reaccionando”, dijo Alvarado.
¿Dónde
está la ayuda?
A
pesar de los esfuerzos de la Brigada de Atención Psicosocial de la
UCR, ellos mismos aseguran que llevar apoyo psicosocial a las
comunidades en este momento es una tarea difícil.
Para
que la atención en salud mental llegue a las comunidades, ellas
mismas tienen que pedir apoyo y eso puede ser un problema, según
explicó Marco Carranza, uno de los coordinadores de la Brigada.
Según
explicó Carranza, cada comunidad hace una valoración de las
pérdidas y las tiene que reportar al Comité Municipal de
Emergencias. La Municipalidad, a su vez, reporta esos daños a la
Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
Lo
que no queda reportado en el informe de daños no se toma en cuenta
para la recuperación y esto incluye afectación en salud mental,
según indicó el coordinador de la Brigada. Autoridades municipales
confirmaron que este tema frecuentemente queda por fuera.
“En
los informes (de la Municipalidad), como ellos no piden (apoyo
psicosocial), no se toma en cuenta. Creo que es un elemento a tratar
en los informes de situación que uno hace, porque no se ha venido
tomando en cuenta”, aseguró Alemán.
Marianela
Rojas, psicóloga del Ministerio de Salud y miembro del Comité
Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial organizado por la CNE, coincidió
con los miembros de la brigada en que un paso fundamental es
capacitar a los municipios en este tema.
“Si
el Comité Municipal de Emergencias no conoce que el tema de salud
mental es básico, entonces nunca va a plantear una necesidad del
tema”, señaló Rojas.
No
obstante, incluso si las comunidades pidieran recuperación
psicosocial, aún hay mucho trabajo por hacer.
El
trabajo de la Brigada en esta y otras comunidades –como Upala– es
un esfuerzo importante pero, según explicó Carranza, destinar más
recursos al apoyo psicosocial es complejo. Esto porque no existe en
el país una forma clara de medir cuánta afectación psicológica
hubo en cada comunidad.
“Hasta
el momento se ha intentado hacer diagnósticos y visitas pero no hay
una uniformidad en los criterios. Eso limita que uno pueda presentar
elementos concretos y que sean validados por los entes
correspondientes”, explicó Carranza.
Según
indicó el psicólogo de la UCR, la Comisión Nacional de Emergencias
ya está trabajando en diseñar indicadores para valorar el impacto
de los desastres en la salud mental.
“No
es necesariamente cuantificar porque una situación de estas tiene
más dimensiones. Pero sí se está haciendo un trabajo -en conjunto
con el Comité Asesor Técnico de Apoyo Psicosocial (de la CNE)- para
poder evaluar de alguna manera el impacto psicosocial”, explicó.
Adaptación
integral
Autoridades
del Ministerio de Ambiente confirmaron que la salud mental juega un
papel importante en sus planes de adaptación al cambio climático,
ya que los eventos extremos podrían tener repercusiones en la salud
pública.
Según
dice el Plan Nacional de Adaptación al cambio climático (elaborado
por varios sectores como infraestructura, Turismo y Salud, entre
otros), el Gobierno buscará que, para el 2030, todas las
municipalidades del país tengan programas de salud mental y riesgo.
Para
Marianela Rojas, miembro del Comité Asesor Técnico de Apoyo
Psicosocial, el enfoque de salud mental es sumamente importante para
resistir los impactos del cambio climático de manera integral.
“Es
importante que exista el componente (psicosocial) porque es parte de
la cotidianidad. Si no se toma en cuenta, pasaría lo que está
pasando actualmente: (la salud mental) queda invisibilizada pero le
termina generando un costo altísimo al estado”, señaló Rojas.
Actualmente,
el apoyo psicosocial a nivel nacional es coordinado por el Comité
Asesor Técnico de la CNE, del cual Rojas forma parte. No obstante,
según explica, este tiene un alcance muy limitado.
“El
Comité es un ente asesor y lo que hace es asesorar en una situación
de emergencia y asesorar procesos de sensibilización. Pero no es un
ente ejecutor. Entonces esa es una de las debilidades que nosotros
encontramos”, explicó.
Más
bien, los esfuerzos de este Comité están orientados a educar a las
comunidades para que ellas mismas puedan reaccionar en las
situaciones de emergencia. Así se contempla en el Plan Nacional de
Adaptación.
“Generar
capacidades en los Comités Municipales permite la acción. Cuando
sucede una situación de desastre, quienes dicen lo que se requiere
son los Comités Municipales. Ellos son los que ‘administran’ la
emergencia”, indicó Rojas.
En
esto coincidieron los coordinadores de la Brigada, Mora y Carranza,
quienes aseguraron que una de las cosas más importantes para
disminuir el riesgo en una comunidad es la organización previa.
Fuentes:
Sebastián Rodríguez, Las cicatrices después de Nate en Corralillo, Guanacaste, 20 julio 2018, Ojo al Clima.
La obra de arte que ilustra esta entrada fue realizada por César Rengifo, el artista venezolano representa a un grupo de personas que huyen de una inundación. La obra se encuentra en el Rectorado de la Universidad de Los Andes.
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