por Daniel Gutman
BUENOS AIRES, 9
mar 2018 (IPS) - La captura de un buque español que pescaba
ilegalmente en el llamado mar Argentino convirtió en noticia, una
vez más, una realidad que los especialistas conocen desde hace años:
cientos de barcos depredan de manera habitual los recursos del
Atlántico Sur, aprovechando la falta de regulaciones y controles.
El navío Playa
Pesmar Uno fue capturado por las fuerzas de seguridad navales
argentinas el 4 de febrero, mientras pescaba sin autorización en la
Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEE), cuyo límite está a 200
millas marinas (370 kilómetros) de la costa, dentro del espacio
marítimo local designado aquí el mar Argentino.
El barco, que
tenía en sus bodegas 320 toneladas de pescado fresco -merluza,
abadejo (Pollachius pollachius), calamar y raya-, fue trasladado con
sus 34 tripulantes al puerto de Comodoro Rivadavia, en el sureste
del país, de donde fue liberado a fin de febrero, luego de pagar una
multa de poco más de un millón de dólares.
“Las captura de
este y de otros barcos son apenas la punta de un iceberg de un
problema muy grave. Hay cientos de barcos de distintos países que
realizan una extracción no regulada sobre el límite de la ZEE.
Aunque no tenemos datos, es evidente que realizan sobrepesca”, dijo
Santiago Krapovickas, biólogo especialista en conservación que
trabaja en Puerto Madryn, en la zona norte de la Patagonia.
Estos barcos -en
su mayoría chinos, surcoreanos y españoles, de acuerdo a
información de la Subsecretaría de Pesca- aprovechan que no
existe un ordenamiento pesquero regional fuera de la ZEE argentina y
entonces no tienen limitaciones de capturas, ni de temporadas ni de
zonas.
En ocasiones, sin
embargo, cruzan el límite y entran en la ZEE, tal vez en busca de
una mejor pesca, en un país con 5.000 kilómetros de frontera
natural con el océano Atlántico, en su límite oriental.
Es allí cuando
las fuerzas de seguridad marinas argentina pueden actuar y lo hacen,
aun con las dificultades que le imponen la obsolescencia de sus
barcos, algunos con más de 30 años de servicio.
El caso de mayor
repercusión sucedió en marzo de 2016, cuando la Prefectura Naval (policía marítima) informó que hundió con disparos y rescató los
tripulantes de un barco chino, después de que éste no atendiera
reiterados avisos de detención.
“El final de la
ZEE coincide con el borde de la plataforma continental argentina.
Allí el océano, por su profundidad y por las distintas corrientes
marinas, tiene una gran cantidad de nutrientes y se genera un
ecosistema muy rico, por lo que es muy fácil pescar, especialmente
calamar Illex, especie muy requerida en el mercado internacional”,
explicó Krapovickas en diálogo con IPS.
“En la
comunidad científica lo advertimos desde hace años. Pero no hemos
logrado que ningún organismo haga nada”, agregó.
El Estado
argentino no actúa pero sabe donde están esos barcos: desde 2012,
el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero
(Inidep), los sigue a través de imágenes satelitales desde su sede
en el puerto de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos
Aires.
“Parece una
ciudad flotante. Más o menos en la latitud de 45 grados hay tanta
actividad, que a veces parece que cubren una superficie más grande
que la de Buenos Aires”, dijo a IPS el ingeniero informático
Ezequiel Cozzolino, quien está a cargo del sistema satelital.
“Desde mediados
de diciembre hasta junio del año siguiente suele haber entre 270 y
300 barcos en la zona. El 80 o 90 por ciento son buques poteros, que
buscan únicamente calamar. Pescan de noche, porque al calamar lo
atraen las luces artificiales”, explicó.
Sin embargo, el
especialista en conservación marina Milko Schvartzman, que hace su
propio seguimiento satelital, asegura que en algunas épocas hay más
de 500 barcos.
“Son altamente
depredadores del calamar, que es uno de los pilares del ecosistema
marino, porque sirve como alimento para otras especies”, dijo
Schvartzman a IPS.
Schvartzman
trabaja en un proyecto de protección del Atlántico Sur para Oceans 5, una organización vinculada a la fundación del actor
estadounidense Leonardo Di Caprio.
Esa organización
ecologista ha denunciado que estos barcos no solo afectan el ambiente
marino sino que también violan los derechos humanos, ya que en
ocasiones someten a su tripulación a trabajo esclavo.
No se conocen
estudios sobre la forma en que estos barcos afectan la pesca legal en
Argentina, que es una gran productora de divisas, porque la mayor
parte se exporta.
Cifras oficiales
indican que en 2017 ingresaron al país 1.978 millones de dólares
por exportaciones de pescados y mariscos, contra 1.724 del año
anterior.
Schvartzman fue
uno de los activistas de organizaciones europeas que en diciembre
llegaron a la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC),
en Buenos Aires, para presionar públicamente con el objetivo de que
se acordase la eliminación de los subsidios a la pesca nociva para
el ambiente y para los pequeños pescadores.
Esta agenda está
dentro del 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el
referido al uso sostenible de los océanos.
Esa meta fija
para 2020 “prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que
contribuyen a la sobrecapacidad y la pesca excesiva, eliminar las
subvenciones que contribuyen a la pesca ilegal, no declarada y no
reglamentada”.
Schvartzman
asegura que “todos estos barcos que pescan en el límite de la ZEE
están subsidiados por China, Corea del Sur o España u otros países
que hace años colapsaron sus propios recursos pesqueros y, para
mantener estas flotas activas, las mandan a pescar a otro lado”.
A pesar de ello,
la OMC no tomó por ahora ninguna decisión sobre los subsidios a la
pesca. “Fue India la que se opuso en Buenos Aires, cosa que es
inentendible porque ese país también es víctima de este tipo de
flotas pesqueras que saque los recursos”, dijo Schvartzman.
En Argentina,
esta cuestión también preocupa a los empresarios pesqueros, algunos
de los cuales formaron a fines del año pasado una oenegé a la que
bautizaron Organización para la Protección de los Recursos del
Atlántico Sudoccidental (Opras).
“Nuestro
objetivo es llegar a organismos internacionales para que se regule
esta cuestión que tiene que ver con los recursos marinos, pero
necesitamos un apoyo del gobierno argentino que hoy no tenemos”,
dijo Alan Mackern, presidente de Estremar, una empresa pesquera de
capital noruego con base en Ushuaia, en el extremo sur argentino.
Mackern sostuvo a
IPS que “no se puede permitir lo que está pasando. Los que
pescamos dentro de la ZEE estamos sujetos a regulaciones estrictas y
los que están en el límite no cumplen normas y vuelcan al mercado
pescado y mariscos a precios más bajos, con lo que nos perjudican”.
Los empresarios
también miran con preocupación un proyecto de ley enviado por el
gobierno argentino al Congreso para crear áreas marinas protegidas,
dentro de la ZEE.
“No hemos sido
consultados. Pero la fauna marina, lógicamente, no conoce de
límites, y nos inquieta que se pretenda prohibir la pesca dentro de
las 200 millas y se terminen generando mayores recursos para los que
pescan afuera”, cerró Mackern.
Editado por
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Daniel Gutman, ¿Cómo se frena el saqueo de los recursos del Atlántico Sur?, 09/03/18, inter Press Service.
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