Oggero
asegura que muchos de estos relictos boscosos del sur cordobés están
incluidos por la ley de bosque vigente, pero eso no implica que estén
realmente protegidos.
Hubo
un tiempo en que la provincia estaba casi toda cubierta de bosque
nativo. Ese paisaje, tan tradicional de nuestro norte y oeste
provincial, también estaba presente en el sur y este, ahora copados
por los cultivos.
Sin
embargo, aún quedan algunos relictos de este monte nativo de
llanura, en especial, cerca de las costas de los ríos Ctalamochita,
Chocancharava y Popopis. Su estado es crítico.
Este
ecosistema, conocido como Espinal, se encuentra totalmente
fragmentado, con parches que muchas veces no superan las 100
hectáreas. Y sufren una fuerte presión de actividades humanas como
la agricultura, el sobrepastoreo del ganado y la extracción de
áridos de los ríos.
En la
zona existen apenas dos áreas protegidas provinciales: la Reserva
Natural de Fauna Laguna La Felipa, de 1.307 hectáreas, y la Reserva
Forestal Natural Ralicó, de 5.300 hectáreas.
A su
vez, la actual ley de bosques protege parte de estos ecosistemas,
pero los expertos aseguran que no hay controles del Estado sobre esas
áreas y que la norma es muy permisiva.
“Las
consecuencias ambientales de la disminución de estos ecosistemas
serían irreversibles y su reducción repercutiría profundamente en
el desarrollo social y económico regional”, asegura Antonia
Oggero, investigadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto
(UNRC).
Oggero
explica que los bosques de ribera tienen gran incidencia sobre la
forma de los cauces de los ríos, ya que limitan la erosión de sus
márgenes en las llanuras de inundación. “Además pueden aumentar
la cantidad de agua retenida durante las crecidas y suavizar aguas
abajo los efectos de las inundaciones”, detalla.
Las
funciones de retención de sedimentos, filtración y protección
contra crecidas dependen de que los bosques de ribera presenten una
buena estructura, composición, continuidad y extensión. Nada de
esto sucede con los bosques del sur.
Una
isla
La
investigadora detalla que sobre la cuenca media del río Ctalamochita
existen fragmentos de bosque de llanura que forman manchones con una
extensión total aproximada de unas 300 hectáreas, en un buen estado
de conservación.
En la
cuenca baja, el bosque se encuentra fuertemente fragmentado y sólo
hay algunos parches cerca de Hernando, Pampayasta, Tío Pujio,
Noetinger y Bell Ville. El parche más importante tiene unas 400
hectáreas, aunque más abajo está la estancia Montes Grandes, de
1.300 hectáreas.
En
tanto, el estado de conservación del bosque nativo asociado a los
meandros del río Chocancharava (Cuarto) no es bueno, explica Oggero.
“Han sufrido fuegos y raleos para la extracción de leña,
sobrepastoreo e invasión de especies exóticas. Los parches de monte
no superan las 100 hectáreas en total”, detalla.
Sólo
parches
La
investigadora resalta que en su cuenca media hay algunos parches de
quebracho blanco, que representan las poblaciones más australes de
esta especie. Sin embargo, la extracción de áridos avanza sin pausa
sobre esos ejemplares.
Otro
ecosistema de gran valor ubicado en el sur cordobés es el caldenal.
Un reciente informe de la UNRC indica que estos bosques ocupaban tres
millones de hectáreas en Córdoba, pero ahora quedan menos de 50
mil. También está muy fragmentado.
Es
una formación boscosa endémica que representa una entidad biológica
de inestimable valor ecosistémico, social y económico. Su
existencia en la provincia se halla bastante reducida y en las
restantes provincias la degradación del recurso forestal ha
alcanzado niveles notorios”, destaca José Plevich, también
investigador de la UNRC.
Poca
protección
Oggero
asegura que muchos de estos relictos boscosos del sur cordobés están
incluidos por la ley de bosque vigente, pero eso no implica que estén
realmente protegidos.
“Lo
que falla son los controles. Nos estamos perdiendo la oportunidad de
proteger con un marco legal adecuado los escasos remanentes de bosque
nativo que nos quedan”, dice.
A su
vez, explica que hay varios aspectos de la normativa actual que dejan
sin protección a estos ecosistemas. Por ejemplo, menciona que la ley
permite la minería en categoría roja y si en el predio puede
implementar el riego. También habilita el uso del rolo para
desmontar.
El
nuevo proyecto de ley que se discute en la Legislatura tampoco
convence a los investigadores que estudian el monte del sur
provincial. El informe de la UNRC cuestiona esta iniciativa porque
entiende que no se ha consultado a los científicos.
Piden
que la nueva norma se adecue a la ley nacional 26.331 y plantean que
antes de establecer los niveles de protección y las actividades
permitidas en cada tipo de monte, los legisladores deben incorporar
mapas actualizados sobre el estado real de la vegetación autóctona.
Por
su parte, Oggero cree que deberían restaurarse los bosques ubicados
en zonas de ribera para devolverles su funcionalidad y que esos
árboles permitan recomponer, paulatinamente, los servicios
ecosistémicos, como ser la primera barrera frente a una inundación.
Fuente:
Los bosques del sur cordobés también agonizan, 29/06/17, La Voz del Interior.
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