Dos días después del visto bueno del regulador nuclear a la prórroga de la planta, la inspección del organismo recibió una denuncia sobre las condiciones laborales en un almacén de residuos. Ese depósito custodia 2.800 bidones radiactivos que es necesario reprocesar y algunos "han perdido la integridad y el residuo se encuentra disperso por el interior del silo", según el CSN. Tras quejas del personal por la exposición a la radiación al sacar esos contenedores, uno de ellos se rompió y desparramó parte de su contenido por el suelo de la central.
por Antonio
M. Vélez
Repuestos
caducados desde hace tres años; un empleado de la brigada contra
incendios que dice que en la zona de Protección Radiológica no se
oye la megafonía; una denuncia sobre las condiciones de trabajo en
un almacén que custodia bidones radiactivos corroídos; quejas del
personal durante el reprocesamiento de esos bidones, uno de los
cuales cae desde una altura de tres metros y desparrama parte del
contenido por el suelo...
Son
episodios ocurridos en la central nuclear de Santa María Garoña
(Burgos) tras el visto bueno que, contra sus propias directrices
previas, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) otorgó en febrero a la prórroga de la licencia de la planta, la más antigua de España
y parada por decisión de sus propietarias, Endesa e Iberdrola, desde
finales de 2012.
El
último acta de inspección trimestral del CSN señala que en el
primer trimestre no hubo "sucesos notificables" en Garoña
y "en todo momento" se cumplieron sus Especificaciones
Técnicas de Funcionamiento y los requisitos para su situación
actual de parada. Pero recoge varias "desviaciones", casi
todas relacionadas con el Almacén Transitorio de Residuos y Bidones
(ATR) de Garoña.
El 24
de marzo a las 10.15 horas se produjo un "incidente radiológico"
con un bidón con agua radiactiva, "sin tapa y al que se le
coloca un cierre provisional de aluminio", extraído de ese
almacén. Como informó Europa Press, pendía de una grúa cuando
cayó al suelo accidentalmente desde una altura de tres metros. Se
vertieron unos tres litros de desechos, según el titular de la
instalación, que "inmediatamente" cubrió con plástico la
zona del derrame e instaló un recinto cerrado con plásticos para
recuperar el vertido en su interior, cosa que ocurrió a las 18.30
horas de ese día. Los operarios retiraron unos 2 o 3 centímetros
del asfalto afectado.
Según
el CSN, de acuerdo con la normativa vigente, el suceso, comunicado
con "retraso" a la sala de control, no fue "notificable"
porque se produjo en una zona clasificada radiológicamente cuyos
límites de dosis están establecidos y estos no se superaron.
Nuclenor, la sociedad que tiene la titularidad de Garoña, subrayó
el miércoles que el incidente no tuvo "ninguna incidencia en el
exterior de dicha área" y "en ningún momento ha supuesto
un riesgo para las personas ni el medio ambiente".
El
incidente del bidón culminó una cadena de hechos que arranca el 10
de febrero. Dos días después del dictamen favorable del CSN, se
registra una "denuncia anónima" y confidencial de personal
de la planta relativa a "condiciones laborales en los trabajos
del ATR", el almacén que custodiaba el bidón siniestrado. Ese
día, Nuclenor "decidió incluir los trabajos del ATR dentro de
la planificación general de la planta, generándose un plan de
trabajos específico, sujeto a gran variabilidad debido a la gran
cantidad de imprevistos que van surgiendo".
Fuentes
de Nuclenor, que aseguran que "en ningún caso estamos hablando
de combustible gastado, ni de componentes del reactor o de la
piscina", explican que el ATR "es una instalación
clasificada como zona controlada, con control de accesos, lectores
dosimétricos y un pórtico a la salida para impedir la salida de
contaminación. Está diseñado para la manipulación de este
material y para las contingencias que su manejo pueda generar. En su
interior se almacenan residuos de baja y media actividad debidamente
acondicionados (ropas de trabajo, equipos obsoletos, etc…) en su
mayoría en el interior de bidones si la capacidad lo permite".
Respecto
a la denuncia, señalan que "en el hallazgo incluido en este
sistema interno de comunicación se hacía referencia a la
posibilidad de sustitución de una herramienta que se empleaba para
mover los bidones, una pértiga. Como consecuencia del hallazgo, la
empresa ha instalado un brazo hidráulico y ha implantado mejoras
organizativas adicionales en los trabajos de procesado".
El
ATR consiste en una serie de silos o celdas cubiertas con 2.396
bidones de concentrados radiactivos y otros 414 de barros y lodos
inmovilizados con microcel (una espuma de celulosa microcristalina) y
yeso. Este tratamiento dejó de emplearse en 1982. Se constató,
según el CSN, que su comportamiento en condiciones de humedad "era
deficiente" y no cumplía "los requisitos de aceptación
por parte de Enresa", la empresa pública que gestiona los
residuos radiactivos en España.
Garoña
tiene pendiente extraer esos bidones para enviarlos al almacén de
residuos de media y baja actividad de Enresa en El Cabril (Córdoba)
desde hace, al menos, siete años, tal y como refleja un acta de marzo de 2010. Su actividad radiológica "se debe
fundamentalmente a Co-60 [Cobalto 60] y CS-137" [Cesio 137],
altamente radiactivos. El acta que ha publicado ahora el CSN recoge
que, durante los trabajos de reacondicionamiento, se detectó que
"algunos silos contienen bidones que han perdido la integridad y
el residuo se encuentra disperso por el interior del silo".
"Se
estaba procesando la celda O, con unos bidones en estado de
conservación muy irregular" y con el material radiactivo
"contenido en una bolsa de plástico". "En numerosos
casos esta bolsa no estaba cerrada en su parte superior, de modo que
el residuo entraba en contacto con la tapa metálica del bidón y la
corroía totalmente". Cada bidón tiene 220 litros de capacidad.
"El
residuo, una vez en contacto con la atmósfera, aumentaba de volumen
y rebosaba, afectando entonces a las paredes laterales del bidón",
señala el acta. Hay "casos en los que la tapa ha desaparecido",
como el del bidón que se cayó el 24 de marzo: el aro metálico que
sujetaba el cierre provisional de aluminio que se le colocó se
rompió.
Durante
los trabajos en la celda O, el mal estado de los bidones impidió
utilizar el método normal de extracción, con una pinza suspendida
de un puente grúa. "A medida que fue avanzando la extracción
en el silo y empezaron a aparecer bidones con un alto grado de
deterioro fue precisa la entrada de operarios a la casamata del ATR",
un compartimento estanco para proteger al personal de la radiación.
"Quejas
del personal"
Equipados
con protección respiratoria y vestimenta especial, los operarios se
introdujeron en la casamata "para desde sus laterales y
empleando pértigas metálicas, empujar los bidones para que
adoptasen una postura que los hiciese susceptibles de ser sujetados
por la pinza" de la grúa. "A medida que se iban extrayendo
bidones, los que se sacaban eran progresivamente en peor estado,
precisando de entradas a la casamata cada vez más frecuentes y
prolongadas, lo que motivó las quejas del personal", recoge el
acta, que no precisa la fecha de este episodio.
El
documento dice que, según el servicio de Protección Radiológica,
"no se ha producido un aumento en los rechazos en el pórtico de
vigilancia de contaminación en el punto de acceso a zonas exteriores
que pudiese ser achacable a los trabajos de extracción de bidones".
La
dosis más elevada, en personal encargado de movimiento de bultos y
limpieza del ATR, fue de 562 microsieverts en 153,28 horas. El físico
nuclear Francisco Castejón, de Ecologistas en Acción, recuerda que
supone el 10 % de la dosis anual que puede recibir un trabajador de
una central nuclear. En su opinión, el estado de esos bidones
refleja la "dejadez generalizada" de los dueños de Garoña
en el mantenimiento de la central.
Otra
de las "desviaciones" que recoge el acta se detectó el 22
de marzo. "Se reparó en que todos los repuestos a instalar"
de las correas de un extractor "presentaban fechas de caducidad
sobrepasadas". Una de ellas caducaba en noviembre de 2013. "Los
operarios no concedían importancia a dicha circunstancia",
relata el documento. Ese día, también se celebró un simulacro de
incendios no programado. Un miembro de la Brigada de Primera
Intervención se presentó indebidamente equipado. "En su
descargo afirmó que en la zona de PR [Protección Radiológica] la
megafonía no se escuchaba con claridad", dice el inspector.
Fuentes
de Nuclenor subrayan que desde la puesta en marcha del sistema de
alertas por colores del CSN en 2007, el organismo "no ha
clasificado ningún hallazgo derivado de estas inspecciones mayor que
verde, es decir, todos ellos han tenido un impacto mínimo en la
seguridad de la central y la protección radiológica".
Este
acta es la primera que se publica desde que el 8 de febrero el pleno
del CSN avaló la reapertura de Garoña pese a tener pendientes desde
hace años unos 200 millones de euros de inversiones. Una de sus
propietarias, Iberdrola, no quiere realizarlas. Dice que los
impuestos del Gobierno a la generación nuclear llevan a estas
plantas a pérdidas. La decisión definitiva del Ejecutivo sobre la
renovación de la licencia de Garoña llegará previsiblemente este
verano. Posiblemente, en agosto.
Antes,
el 8 de junio, los dueños de la central de Almaraz (encabezados por
Iberdrola) debían activar el proceso de renovación de la licencia
de esta planta más allá de los 40 años y en julio le tocaba a
Vandellós (Endesa). Pero ya no hay prisa: el Gobierno ha cedido a la
presión de las eléctricas y les dará dos años para decidir sobre
la renovación, según avanzaron el viernes El Independiente y El Economista.
Fuente:
Antonio M. Vélez, Garoña tras el aval del CSN: repuestos caducados, bidones radiactivos corroídos y una denuncia anónima, 28/05/17, eldiario.es
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