Salto arrasada. En las inundaciones, pudieron observarse imprevisiones en relación con la situación de los ríos vecinos, sumada la incidencia de más lluvias. Foto: Cedoc Perfil |
Académicos señalan que el cambio climático es un hecho con consecuencias nefastas. Pero las discusiones entre Gobierno y oposición ralentizan obras imprescindibles.
por Cecilia
Moncalvo
La
grieta es un fenómeno de tensiones, disputas, diferencias y
similitudes con resultados nefastos. Con consecuencias sobre el
ambiente. En 2015, la represa hidráulica sobre el río Uruguay
atravesó una crisis confusa por la crecida del agua que desbordó su
capacidad de funcionamiento. En ese período el representante del
lado uruguayo señalaba la importancia del mantenimiento y las
acciones conjuntas en la obra. Y en esa misma fecha, el representante
argentino Juan Carlos Crespo renunciaba a la Comisión Mixta. Un
funcionario K dejaba el cargo al iniciar la gestión M. Desde
entonces y según la información disponible al momento, la silla
seguiría vacante y no hubo información detallada del estado de
situación de la represa en uno y otro lado. La represa tiene un
aporte importante en el río Uruguay que impacta en la región Chaco
Pampeana, Litoral y Mesopotámica en Argentina. “Hemos pedido un
informe con el estado de situación de la represa porque hemos
escuchado muchas voces y dicen que hay una situación de colapso; por
eso hicimos el pedido, pero todavía no hemos logrado una respuesta”,
admitió Andrés Napoli, director ejecutivo de la Federación
Argentina de Recursos Naturales. Abogado especializado en Derecho
Ambiental.
“En
Argentina todo está relacionado con la grieta política, y a veces
la grieta se une. De un lado y otro han votado normas que los
favorecen. Por ejemplo, la construcción de la represa sobre el río
Santa Cruz, en acuerdo con China, tuvo apoyo conjunto y es una obra
ruinosa porque va a producir muy poca energía a un alto costo
económico. O el caso de Cuenca Matanza Riachuelo, con la renuncia de
todo el cuerpo directivo. Entonces, si bien en muchos lugares la
grieta está, en otros es conveniente que no esté”, agregó el
director de FARN. “El problema más importante de la grieta es el
conocimiento y no creo que sea sólo parte de una grieta política,
sino de la formación de quienes la integran. Entonces hay más bien
una grieta de conocimiento, experiencia y capacidades políticas para
tomar decisiones”, concluyó Felix Yacarussi, secretario de la
Comisión de Recursos Hídricos, Saneamiento y Vías Navegables en el
Centro Argentino de Ingenieros, presidente de la Comisión de Agua
Potable en la Asociación de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del
Ambiente.
Inundaciones.
Crece el río. Entre dos orillas la grieta avanza. Crece el río. Y
de dos orillas no va quedando nada. Esa es la secuencia básica de
una inundación en cualquier parte del mundo. Cuando un territorio se
inunda cada vez con más frecuencia, el paisaje inexorablemente
cambia. Y eso es lo que sucede en Argentina. Crece la extensión de
suelo que va quedando bajo agua, aumentan los problemas que afectan
al medioambiente y al desarrollo socioeconómico y una grieta
generalizada atraviesa constantes disputas entre la gestión K versus
la M; entre planificación o acción, conocimiento o urgencias. Todas
ellas, con resultados nefastos donde los efectos del cambio climático
parecen no prevenirse. Inundaciones en Salto y Comodoro Rivadavia
reflejan diversas causas que se analizan en este artículo.
Las
lluvias que no se procesan en el ciclo de agua natural generan
inundaciones. Misiones, Chaco, Formosa, Entre Ríos, Santa Fe, Buenos
Aires y Chubut en la zona de Comodoro Rivadavia son las provincias
más afectadas en el último tiempo, pero el fenómeno no es nuevo.
“En la década del 70, en Olavarría colapsó el río y los
desbordes de fango llegaron hasta la ciudad y en los 80 la lluvia
hizo desaparecer Epecuén en la zona pampeana de lagunas donde hubo
mayor desarrollo urbano”, indicó Fernando De Lorenzo, ingeniero
hidráulico y civil, ex subsecretario de Planeamieno y Control de
Gestión en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos en la
provincia de Buenos Aires durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
“El problema tiene más de cuarenta años y está dado por una
falta de limpieza en las fuentes hídricas, aumento del caudal de
agua por precipitaciones y diminución en la capacidad de
escurrimiento de esos caudales”, señaló el ingeniero Félix
Yacarusi, al plantear que la principal responsabilidad es humana y
está dada por un desconocimiento en el manejo de los recursos
hídricos.
“En
Argentina faltan diagnósticos concretos para controlar inundaciones
porque no hay un plan nacional de manejo de recursos hídricos, y
esto se debe al desconocimiento generalizado sobre la forma de
administrarlos. Tampoco hay proyectos específicos en relación con
el cambio climático y los humedales”, explicó Yacarusi. “Los
efectos del cambio climático son cada más severos, en menos tiempo
y en lugares donde hay alertas tempranas”, señaló Andrés Nápoli.
Según el abogado especializado en derecho ambiental, las acciones
del Gobierno están enfocadas en aspectos presupuestarios y el dinero
destinado al control de estudios de impacto ambiental está
“subejecutado”; mientras que esos fondos van “a otras
actividades” o son respuestas a consecuencias, “como es la
asistencia a los inundados en vez de trabajar en resolver
inundaciones”.
Previsible.
En la pampa húmeda el fenómeno de las precipitaciones es natural y
previsible, si se estudia el comportamiento territorial del agua
caída. “Se debe implementar una red hidrométrica que mida las
variables hidrológicas: caudal de ríos, evaporación,
evapotranspiración a través de los vegetales, infiltración,
características de vientos, para tomar decisiones en diferentes
áreas productivas, usos de suelo, obras hidráulicas y desarrollo
urbano”, sostuvo De Lorenzo. “En Buenos Aires no hay una red
hidrométrica, entonces qué conocimiento hay”, cuestionó.
“Nosotros presentamos un proyecto de ley para desarrollar una red
hidrométrica en la Provincia, con aprobación en ambas cámaras del
Congreso bonaerense después de la inundación en la ciudad de La
Plata y que debería lograr las instancias pendientes”, dijo el
presidente del bloque de diputados del Frente GEN-Progresistas,
Marcelo Díaz.
Humedales.
El control de los humedales es una de las principales deudas en la
gestión de recursos naturales e hídricos en la provincia de Buenos
Aires. “Cuando el río crece se puede ver una mayor extensión del
agua, y especialmente en los humedales de Ezeiza o Cuenca Alta, que
son grandes reguladores de inundaciones. Sin humedales el agua de la
Cuenca vendría en aluvión a la ciudad. Por eso, el saneamiento del
Riachuelo no sólo es un tema ambiental, de organización de obras
públicas y regulación en el sistema de cloacas, sino también de
factibilidad por la cantidad de proyectos inmobiliarios que están
queriendo avanzar sobre espacios que no son utilizables”, explicó
Nápoli. Y citó como ejemplo el terreno que donó el ex presidente
Néstor Kirchner a Racing Club en la década anterior, el cual no
pudo ser utilizado porque el agua avanzó sobre la construcción de
las obras. En la Provincia el proyecto de ley recibió media sanción
el año pasado y no volvió a debatirse en el Congreso desde su
reapertura en 2017. “Si las prioridades que marca el Presidente no
prosperan en el Parlamento, tenemos una situación complicada”,
indicó Nápoli en relación con la eficiencia de la gestión a nivel
legislativo. “Es necesario tener una política con herramientas de
planificación, ordenamiento urbano, organización de actividades
productivas, identificación de zona, además de delimitar las
regiones que deben ser protegidas en complemento con una ley de
humedales.
Fuente:
Cecilia Moncalvo, Choques políticos agravan el daño que provocan las aguas, 29/04/17, Perfil.
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