Es de
Villa Carlos Paz, pero ha recorrido el mundo con trabajos de
investigación para el saneamiento de lagos. Cuenta sus experiencias
y compara otros casos con la situación del embalse de Punilla.
por
Fernando Agüero
En
2002, después de su primer trabajo en el Centro de Investigaciones
de la Región Semiárida (Cirsa) en su Villa Carlos Paz y sobre el
lago San Roque, Rocío Fernández armó las valijas y partió hacia
Australia donde trabajó a la par de uno de los investigadores más
prestigiosos del mundo en materia de lagos y ríos, Jorg Imberger.
Rocío es ingeniera civil de la Universidad Nacional de Córdoba
(UNC) y en Australia se doctoró en Limnología, ciencia que estudia
los sistemas acuáticos continentales. Su periplo incluyó el estudio
de los lagos australianos Burrangorang, que provee de agua potable a
Sídney, y Mundaring, pegado a la ciudad de Perth.
En
Japón, vio cómo se recuperaba el Biwa de una avanzada
contaminación. En Canadá trabajó en el lago Peace River y en
Brasil en el Bossoroca. Y la lista sigue.
Es de
Carlos Paz y conoce bien la situación del San Roque, primer lago
sobre el que investigó. En 1998, una comisión de la Universidad de
Western (Australia) visitó el San Roque para hacer un primer
diagnóstico. Rocío, por esos años becaria en el Cirsa, hizo ahí
sus primeras armas en ese tipo de investigación y decidió que era
su camino a seguir.
Hoy
dice que la recuperación del San Roque, a pesar de su complejo
diagnóstico, no sería tan difícil ni lenta. Eso, si mediara un
verdadero plan, sustentable y a largo plazo.
- ¿Qué
le dejó su experiencia en tantos lagos del mundo?
- Fue
muy enriquecedora. Aprendí muchísimo. El trabajo varía de un
embalse a otro. Australia tiene equipos de medición con tecnología
que no tenemos en Argentina. La calidad de los datos es mejor y por
eso también son mejores los resultados. Trabajé en el lago de
Sídney, que es cerrado a la recreación y sólo está destinado a
abastecer de agua potable a esa ciudad. Al estar cerrado la
transparencia llega a los siete metros. En Perth, en cambio, trabajé
en un lago abierto a la gente, multipropósito, por lo que entonces
la calidad era distinta.
- ¿Cómo
compararlos con la situación del San Roque?
- En
Japón había un lago muy contaminado, el Biwa. En Perth tenían un
río con muchas algas. Ambos mostraron que es posible la
recuperación, con acciones que deben estar integradas en un plan
serio de manejo. Debe haber un plan que ordene las estrategias a
corto, medio y largo plazo. Las acciones no deben ser aisladas. En el
San Roque es primordial la extensión de la red cloacal, pero los
demás pasos a seguir no deben ser medidas aisladas sino dentro de un
plan integrado y predictivo.
- ¿Por
qué la predicción?
- Cada
vez es más importante la predicción de los eventos, sobre todo ante
el cambio climático. Hay una tendencia que marca que el patrón de
precipitaciones irá variando y cada vez tendremos crecidas mayores,
más violentas. Eso repercutirá en toda la cuenca: el transporte de
sedimentos se verá incrementado y los embalses tenderán a
colmatarse (reducir su volumen por los sedimentos) más rápidamente.
Es sólo un ejemplo de que hay que estar preparados y predecir. Si
no, los efectos pueden ser desastrosos. Es importante para eso tener
estaciones de monitoreo continuo. El San Roque supo tener una
estación que media calidad del agua pero estuvo dos años y fue
retirada. No es algo costoso y serviría para predecir si habrá
afloraciones de algas, por ejemplo. El San Roque tiene monitoreos
mensuales, pero es insuficiente. Hace falta que sea constante y en
tiempo real.
- En
el mundo se han recuperado embalses contaminados. ¿Es posible con el
San Roque?
- Sí.
Un gran paso será sumar cloacas, sobre todo en Carlos Paz. El
problema del San Roque es de relativa fácil solución porque no hay
industrias, no hay una contaminación como la de Río Hondo impactada
por las industrias azucareras y de cítricos. Aquí tenemos que
reducir sobre todo el fósforo que aportan los efluentes cloacales.
En el mundo hay muchos lagos que se han recuperado de eso. Pero hay
que ponerse un plan y llevarlo hasta el final. Carlos Paz tiene un
impacto importante porque está sobre el lago. El otro problema es la
contaminación difusa que produce la ganadería en la región: hay
que aumentar la capacidad de depuración de la cuenca hídrica. No
hace falta prohibir las actividades rurales, pero sí regular, y
generar humedales de autodepuración.
Un
ojo en Los Molinos. Roció señala que después del San Roque es el
más complicado. “El San Roque es el más complicado, pero de
solución no tan compleja porque está bien identificada la fuente
principal de contaminación: los efluentes cloacales. Los Molinos,
que aún lo sigo modelando en hidrodinámica al igual que el San
Roque, tiene un tipo de contaminación más difusa y quizás lleve
más tiempo para trabajar sobre el uso del suelo en toda su cuenca.
En ninguno de estos embalses hay una contaminación industrial, que
sería aún más grave”, apunta.
Fuente:
Fernando Agüero, "Si hay un plan, recuperar el San Roque es posible", 19/04/17, La Voz del Interior. Consultado 19/04/17.
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