Los que perdieron todo en la "zona de desastre". A 20 días del temporal histórico que afectó a la mitad de la población, todavía hay casas tapadas por el lodo. Dicen que, si no llueve, recién a fin de año la ciudad volverá a la normalidad.
por Mariano
Gavira
Es
como si una bomba de barro y lodo hubiese explotado en Comodoro.
Pasaron 20 días del temporal histórico que azotó y provocó una
catástrofe en la zona y todavía hay zonas que están devastadas.
Existen barrios en los que recién los vecinos están volviendo a sus
casas y otros en los que adentro de sus hogares hay todavía un metro
y medio de barro que no pueden sacar. La tierra en la capital
nacional de petróleo se movió como en un terremoto, lo que hizo que
los caños de antiguos yacimientos petrolíferos se desestabilizaran
y ocasionaran el brote del “oro negro” en la cocina, el baño y
el patio de algunas casas. Los funcionarios admiten que para que la
ciudad vuelva a funcionar con normalidad se deberá esperar hasta fin
de año... si la lluvia no vuelve mostrar toda su furia.
Al
llegar a la ciudad el impacto visual es inmediato: un inusual
embotellamiento en una de las principales avenidas de acceso con
camiones que cargan lodo mezclados entre los autos que avanzan a paso
de hombre. Es que algunas calles se partieron y por eso se habilitan
manos únicas en distintas etapas. Son las primeras imágenes de una
tragedia que golpeó con inundaciones, ríos de lodo y socavones de
terreno en las zonas más alejadas del centro.
Si
bien la zona del centro ya funciona con normalidad (locales abiertos,
colegios con clases, reuniones de trabajo) sólo hay que alejarse un
poco hasta los barrios periféricos como el Juan XXIII, el Pueyrredón
o el Laprida para ingresar en lo que parece un sitio que soportó lo
peor de una guerra. Todo es más impresionante que lo que puede verse
por televisión o por redes sociales. Caminar por las “veredas”
de esos lugares significa hacerlo a la altura de los techos de las
casas, agachándose porque los cables de electricidad rozan la cabeza
y el peligro inminente de que un paso en falso pueda provocar que el
barro atrape las piernas sin poder salir, como arenas movedizas que
pueden verse en una película. Escenas surrealistas.
Hay
montañas de barro gigantes por donde se mire, casas con el lodo casi
hasta el techo. Los únicos que se ven son algunos soldados del
ejército que con palas ayudan a los vecinos a formar zanjas para que
el agua pueda correr. El resto son sólo los dueños de esas
viviendas que perdieron todo y que con lágrimas en los ojos cargan
baldes y arrojan lo que juntan hacia afuera. “Son unos 4 mil litros
de lodo que saco por día”, calcula Juan Pailacura, que entra y
sale sin detenerse.
Por
allí no circulan camiones con donaciones, nadie se acerca a
preguntar qué hace falta, qué necesitan. Sólo el ruido alejado de
máquinas viales que actúan lento, parecen ajenas a la necesidad
imperiosa y urgente de los vecinos que reclaman, por ejemplo, los 50
millones de pesos que la provincia de Chubut le transfirió a
Comodoro Rivadavia para que se inicie la reconstrucción: “¿Dónde
está esa plata? Porque acá no se ve que se esté trabajando como
debería. Nosotros no queremos subsidios, queremos que nos ayuden a
limpiar esto antes de que otra lluvia nos vuelva a arruinar”, pide
Angel Vargas desde la ventana del segundo piso de su casa, donde se
refugia.
El
temporal no sólo dejó calles agrietadas con ocho metros de ancho,
ríos de lodo o autos encallados en la tierra. La ciudad que creció
en el siglo XX al ritmo de los campamentos petroleros está
atravesada por cientos de caños antiguos por donde hace años corría
petróleo y que tras el temporal se desestabilizaron o se pincharon,
lo que causó que ese oro negro que tanta plata produce, se volviera
una pesadilla para algunos vecinos que vieron como surgió desde las
profundidades hasta aparecer en el medio de una cocina.
“Primero
todos empezamos a sentir dolor de cabeza, casi al mismo tiempo. Fue
unos días después de que la lluvia parara. Después olíamos algo
raro, algo que nunca habíamos olido. Fue entonces al día siguiente
cuando salí y lo vi: desde debajo de la puerta de mi casa del lado
de afuera una especie de fuente chiquita que expulsaba un chorrito
pequeño de petróleo y que no paraba”, cuenta Manuel Palma que
vive en el barrio Abásolo junto a su mujer y sus tres hijos. “Fue
uno de mis hijos quien un rato más tarde descubrió entre el baño y
la cocina una mancha negra que brotaba del suelo”.
Manuel
llamó a la municipalidad y funcionarios de Medio Ambiente junto a
especialistas de YPF revisaron el lugar y decidieron evacuar a la
familia. La empresa de hidrocarburos se hará cargo de la situación:
deberán demoler la casa, revisar qué ocurrió en el terreno y, por
supuesto, construir o comprarle un nuevo hogar a los Palma, que
mientras vivirán en un hotel céntrico de Comodoro. “Algunos dicen
que esto podría traernos beneficios a futuro, pero yo hasta no ver
nada terminado pienso que lo que nos pasó fue una desgracia”.
Los
funcionarios afirman que la ciudad tardará un buen rato en
recuperarse, algunos se animan a decir que para fin de año podría
volver a la normalidad, otros que habrá que esperar un poco más.
Mientras tanto Verónica González tiene que entrar a su casa por la
venta porque la puerta está trabada por el barro. En el medio del
comedor quedó una silla a la que sólo se le ve el respaldo: “Todos
los días me imagino despertando a la mañana y pensando que todo
esto ya pasó”.
Fuente:
Mariano Gavira, Comodoro, tierra arrasada: vivir con un metro de barro y petróleo en casa, 22/04/17, Clarín.
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