Fukushima seis años después.
por Eduard Rodríguez
Farré y Salvador López Arnal
1. El Pacífico
contaminado
El desastre, la
hecatombe nuclear de Fukushima, ha contaminado el océano más grande
del mundo en sólo seis años [1].
Recordemos
brevemente lo sucedido [2]: en 2011, un terremoto -se ha afirmado que
probablemente fuera una réplica del terremoto de 2010 en Chile-
generó un tsunami que causó un colapso en la planta nuclear de
TEPCO (Tokyio Electric Power Company) en Fukushima, Japón, con seis
reactores nucleares. Tres se derritieron. Lo que sucedió después
fue la mayor liberación de radiación al agua en la historia del
mundo: los productos radiactivos, algunos en cantidades aún mayores
que en Chernobyl, se filtraron en el océano Pacífico.
Las cantidades,
es razonable conjeturarlo sabido lo que sabemos, pueden ser mucho más
altas que las estimaciones oficiales japonesas que, para muchos
científicos, son muy inexactas.
Fukushima sigue
arrojando, a día de hoy, unas 300 toneladas de desechos radiactivos
al mar, al Pacífico. Diariamente. Y continuará haciéndolo en el
futuro. La fuente de la fuga no puede ser sellada. Es inaccesible
tanto para los trabajadores (desesperados o ignorantes, en muchos
casos, del riesgo que están corriendo por la tarea realizada) como
para robots, debido a las temperaturas extremadamente altas.
Fukushima puede
llegar a ser el peor desastre ambiental en la historia de la
humanidad. Empero, actualmente, apenas es mencionado por la mayoría
de políticos institucionales y por muchos científicos no
concernidos, y está más que ausente de las informaciones
periodísticas de los grandes medios. Una posible explicación:
TEPCO, la propietaria de la central siniestrada y de muchas otras
centrales atómicas japoneses, una gran corporación sin duda, puede
ejercer un fuerte control, directo o indirecto, sobre empresas de
noticias y sobre muchos políticos.
Aunque no podamos
sentir directamente la radiación -que ni se ve ni se huele-, algunas
partes de la costa occidental de América del Norte están viviendo
hace años sus efectos. Eso sí, funcionarios gubernamentales afirman
que Fukushima no tiene nada que ver con lo sucedido a pesar de que la
radiación en el atún de Oregon se triplicó después de la
hecatombe. Ya en 2012 se publicó en una de las revistas científicas
más prestigiosas –PNAS (Proceedings of the National Academy of
Sciences)- que los atunes del Pacífico incorporan los radionucleidos
de Fukushima, detectándose en los capturados en California
cantidades de cesio radiactivo 10 veces superiores (¡incrementos de
1.000%!) a las determinadas antes del accidente nuclear. [3]
2. Radiaciones
La propia TEPCO
anunció hace unas semanas haber observado niveles récord de
radiación y un agujero en una parte metálica del interior del
sarcófago del reactor 2 [4].
Una pequeña
cámara fue enviada a finales de enero a esa unidad. El análisis de
las imágenes filmadas permitió deducir que en una parte del
sarcófago "las radiaciones pueden alcanzar los 530 sieverts por
hora" (un ser humano expuesto a una radioactividad así moriría
casi al instante).
El sievert (Sv),
recordemos brevemente, es la denominación -en honor del físico
sueco Rolf Sievert, pionero en la radioprotección- de la unidad
estándar internacional de dosis de radiación eficaz o dosis
equivalente. Tiene en cuenta las características del tejido
irradiado y la naturaleza de la radiación. Constituye la unidad
paradigmática en protección contra las radiaciones ionizantes,
pues, si bien con limitaciones, intenta expresar el riesgo de
aparición de los efectos estocásticos (es decir, aleatorios)
asociados al conjunto de las situaciones de exposición posibles. En
la práctica, el sievert es la dosis de energía absorbida -el gray-
multiplicada por un factor de ponderación propio de cada radiación
y órgano o tejido (equivale a 100 rems, la antigua unidad de dosis
equivalente (rem: roetgen equivalent man). El concepto inherente a
esta unidad es que la misma cantidad de energía absorbida puede
determinar efectos muy distintos según el tipo de radiación y el
órgano expuesto. El factor de ponderación de los fotones gamma y de
los electrones es 1, mientras que el de los protones es 5 y el de las
partículas alfa sube a 20. De hecho, el Sv es una magnitud muy
elevada y usualmente se utilizan los submúltiplos milisievert (mSv:
milésima de sievert) y microsievert (μSv: millonésima de sievert).
Conviene tener presente -frecuentemente se malinterpreta o se usa
falazmente- que, por definición, el sievert sólo puede utilizarse
para evaluar el riesgo de aparición de efectos estocásticos en los
seres humanos pero no sobre la fauna y la flora.
Recuperemos el
hilo conductor. Hay un margen de error en la cifra señalada -530
Sv/h- por lo que el nivel podría ser también un 30% inferior. "Pero
sigue siendo alto", ha admitido un portavoz de TEPCO, Tatsuhiro
Yamagishi.
El último
registro, constatado en 2012 en otro lugar del reactor 2, era,
también según TEPCO, de 73 sieverts. El nivel extremadamente alto
de radiaciones medido en un lugar, si fuera exacto, "puede
indicar que el combustible no está lejos y que no está cubierto de
agua", ha declarado a la cadena pública NHK Hiroshi Miyano, el
profesor de la Universidad Hosei, que preside una comisión de
estudios para el desmantelamiento de la central.
Se ha constatado
además un agujero, un cuadrado de un metro de lado, en una
plataforma metálica situada en el sarcófago, bajo el depósito que
contiene el corazón del reactor. Hipótesis razonable: puede haber
sido causado por la caída de combustible, que habría fundido y
agujereado el depósito.
Los reactores 1,
2 y 3, recordemos, fueron los más dañados en 2011 y causaron una
enorme emisión de sustancias radiactivas. Todavía no se ha
localizado el combustible que supuestamente se fundió en esas tres
unidades de las seis, recordemos, que tiene la central dañada.
3. Salud
Frente a las
informaciones del complejo político-industrial electronuclear que
sostienen que no hay riesgos para la salud humana y ambiental a causa
de la radiactividad de Fukushima, existen –si bien escasos-
estudios publicados en las revistas científicas más rigurosas
mostrando todo lo contrario.
El impacto sobre
la salud pública, todavía negado por múltiples instancias de
"seguridad nuclear", sigue desarrollándose inexorablemente
según las previsiones que la ciencia radiobiológica y la
experiencia de accidentes previos permite establecer.
Así, el primer
efecto esperable, debido a la liberación de iodo-131, es el
incremento de cáncer de tiroides en niños y jóvenes a partir del
3º-4º año del accidente. Y en efecto, el primer estudio
epidemiológico publicado constata esa realidad. Tsuda y col [5] han
estudiado la prevalencia de cáncer de tiroides en 298.577 sujetos
menores de 19 años del área de Fukushima entre 2011-2014 y han
encontrado un incremento de 30 veces –variable según la subárea-
respecto a la prevalencia esperable según las tasas del resto de
Japón durante ese periodo.
Los 110 casos
diagnosticados a fines de 2014 se siguen incrementando, pues no toda
la población del área ha sido cribada. En los próximos años otros
efectos, todos ellos dañinos, son esperables.
4. Costes
El costo del
desmantelamiento, indemnizaciones a los habitantes de la zona y
descontaminación ambiental tras el accidente-hecatombe nuclear será
de más de 170.000 millones de euros superior a lo inicialmente
previsto según han anunciado fuentes autorizadas en el canal de
televisión NHK [6].
Veremos las
cifras finales, constataremos su veracidad. La estimación apuntada
es el doble, aproximadamente, de la adelantada a fines de 2013 por el
Ministerio de Industria japonés. Las revisiones no han finalizado.
TEPCO había señalado en un primer momento que el desmantelamiento y
las obras en el lugar siniestrado costarían cuatro veces menos de lo
que ahora se estima, es decir, unos 70.000 millones de euros.
Por lo demás,
asunto más que importante por lo que significa humana y
económicamente, recuperar el combustible que quedó fundido en tres
unidades y limpiar el lugar lo mejor posible todo el territorio
exigirá entre tres y cuatro décadas (tampoco hay fechas precisas).
De hecho, un
comité de expertos designado por el Gobierno nipón ya había
advertido en octubre de que el costo superaría ampliamente la
primera previsión. Son una parte de las "externalidades"
de la -recordemos la publicidad atómica y las afirmaciones de los
"intelectuales orgánicos" vinculados- industria nuclear:
"barata, segura y pacífica". ¡Menuda estafa!
5. Colapso
Unos mil
kilómetros cuadrados de territorio en torno al complejo nuclear de
Fukushima-Daiichi, son considerados actualmente una zona de exclusión
a la que solo se permite el paso eventual bajo la propia
responsabilidad y en la que está prohibida la residencia [7]. 80.000
refugiados atómicos -la expresión es más que adecuada- han sido
realojados en otras áreas por la Administración nipona.
Además de
profusa señalización de peligro por contaminación, las autoridades
japonesas han desplegado en algunas zonas barreras de plástico
transparente para señalar la frontera. Los documentalistas Carlos
Ayesta y Guillaume Bression, un venezolano y un francés residentes
en Japón, han viajado a la zona de exclusión con regularidad desde
2011 y puesto en marcha el proyecto en línea "Fukushima, No Go
Zone". Han ido registrando una encuesta audiovisual de las
consecuencias humanas y ambientales de la crisis. "El accidente
está lejos de terminar, tanto en la central como entre los
refugiados nucleares", afirman.
Estos fotógrafos
han plasmado en Retracing Our Steps–Fukushima Exclusion Zone
2011–2016 (Volviendo sobre nuestros pasos. La zona de exclusión de
Fukushima, 2011-2016) "una antología de las visitas y un
inventario de los encuentros que han mantenido con los evacuados,
personas expulsadas de sus lugares de residencia tras la catástrofe"
[8]. Muestran el terrible paisaje tras la batalla-accidente atómico:
paisajes intocados donde no hay cascotes, ruinas ni restos de un
desastre tangible, sino una sensación desoladora absoluta.
Carlos Ayesta y
Guillaume Bression pretenden revivir "las emociones de los
antiguos residentes si regresaran a sus antiguos hogares, colegios o
a los supermercados donde compraban a diario". Con la
aquiescencia de quienes aceptaron el retorno para hacer las fotos,
"llevaron a personas de la zona a esos emplazamientos y las
invitaron a posar como si nada hubiese sucedido".
Las imágenes
golpean, nos golpean a todos: "una mujer posa con un carrito de
la compra en un supermercado donde los envases de alimentos siguen en
los estantes; un adolescente escucha música en la tienda en la que
compraba discos; un oficinista simula atender un teléfono en su
antiguo lugar de trabajo… Todos parecen estatuas de cera con
miradas vacías y descreídas en lugares donde el tiempo se ha
detenido".
Un testimonio
directo, el de Shigeko Watanabe:"Ya estoy acostumbrada, pero al
principio ni siquiera podía quedarme una hora aquí, en mi vieja
imprenta. Creía que podría regresar a vivir de nuevo, pero todos
mis vecinos compraron casas en otros lugares y nadie planea volver
(…) Esta zona es un pedazo de nada y nadie se preocuparía si
desapareciera".
Centenares de
miles de bolsas de plástico negro, apiladas en la zona, contienen
los 25 millones de metros cúbicos de materiales y tierra
posiblemente contaminados.
6. Robots
Las sondas
robóticas enviadas a uno de los reactores nucleares dañados han
revelado desafíos mayores de lo esperado para las tareas de limpieza
emprendidas en la planta [9].
El robot
"escorpión" de control remoto se dirigió a la vasija de
contención del reactor de la unidad 2 para investigar la zona en
torno al núcleo que se fusionó hace seis años. El dispositivo
falló cuando ascendía entre los escombros radiactivos.
Equipado con un
dosímetro y dos pequeñas cámaras, el robot logró transmitir
algunos datos e imágenes pero no pudo localizar el combustible
nuclear fusionado, una información clave para determinar cómo
retirar los escombros del reactor.
El robot ha
quedado abandonado dentro de la vasija en un punto en el que no
bloquee el acceso de otro dispositivo similar en el futuro. En las
últimas semanas, los primeros análisis han detectado daños
estructurales en las rutas previstas para los robots y una radiación
mayor de lo esperado, lo que implica que habría que revisar los
diseños y sistemas de los robots.
Como hemos
comentado, otra máquina diseñada para despejar escombros para el
dispositivo principal, la sonda "escorpión", tuvo que
regresar a mitad de su labor porque dos de sus cámaras habían
quedado inutilizadas tras dos horas, en las que su exposición total
a la radiación alcanzó un nivel de tolerancia máxima de 1.000
sieverts (la duración prevista del robot era de 10 horas, o 100
sieverts por hora).
Las imágenes
tomadas muestran daños y estructuras cubiertas de material fundido,
"posiblemente mezclado con combustible nuclear fundido, y parte
una plataforma en forma de disco colgada sobre el núcleo fusionado".
7. Hacia dentro
Mientras tanto,
en este marco de desolación y graves peligros, en España, la
ofensiva atómica sigue su camino. Con insistencia. Garoña, Almaraz,
el impuesto a las actividades nucleares en Cataluña, el almacén
centralizado,… Por debajo de todo ello, la búsqueda del máximo
beneficio sea como sea: el intento de prolongar la vida de las
centrales a 60 años, o incluso más tiempo, previa revisión
técnica. El CSN sigue siendo lo que ha sido estos últimos años, un
instrumento al servicio de los insaciables intereses atómicos.
El Moviment
Ibèric Antinuclear en Cataluña (MIAenC), ¡qué magnífico nombre!,
señalaba el pasado 5 de febrero: "El «impuesto» que diseña
el Capítulo séptimo [de los Presupuestos de la Generalitat] no se
da en un marco atemporal: se aplica sobre unas centrales nucleares
que, cuando las llegue la fecha de renovación de su permiso en 2020
y 2021, llevarán funcionando más de 30 años; reactores con un
incremento de peligros, averías y fugas de radiación (más
beneficios, vaya); y sobre las que las empresas propietarias ya han
manifestado que quieren seguir haciendo funcionar hasta los 60 años.
Este contexto hace que la dimisión de responsabilidad del gobierno
PDECAT-ERC sobre sobre la salud de las personas que vivimos en
Cataluña aún más escandalosa: sin un solo dato, ni un estudio o
investigación que avance en la cuantificación del impacto
radiactivo cotidiano, se limita a legalizarlo. Se pueden hacer muchas
consideraciones económicas a la hora de votar el Capítulo séptimo,
pero la elección entre salud y dinero no se puede disimular".
El incansable
activista Miguel Muñiz recordaba un paso del voto particular de
Xavier Dies, un consejero pepero del CSN:
"Actualmente
lo novedoso está en atender las primeras peticiones que están
llegando para autorizar la operación de centrales nucleares hasta
los 80 años. En Estados Unidos tienen previsto finalizar la
normativa de regulación sobre renovación 60-80 años para 2017, y
recibir la primera solicitud para renovación de operación de 60 a
80 años en el 2019. La NRC (Nuclear Regulatory Commission) se ha
comprometido a que en 2021-2022 dará la resolución a esa primera
solicitud [...]"
Una reflexión
anexa del MIAenC que también debería merecer nuestra atención:
4 de febrero de
2017: el diario portugués Público informa de los niveles de
radiación en el río Tajo debido a la actividad de Almaraz; 15 de
marzo: algunos medios de EE.UU. informaban de la detección de
vertidos de productos radiactivos de dos reactores nucleares, en
Nueva York y Miami. En el caso de Portugal se trató de una denuncia;
en los Estados Unidos las autoridades reaccionaron contra las
centrales mientras "los propietarios de los reactores implicados
declinaban hacer declaraciones".
Pues bien: en
Cataluña, en casos como estos, la industria nuclear contará con un
recurso único si llega a aprobarse el capítulo VII de la Ley de
presupuestos 2017 del gobierno PDECAT-ERC."Los propietarios de
Ascó o Vandellós podrán declarar que ya pagan un impuesto por
nuestra contaminación radiactiva, y que los problemas de salud que
se puedan dar son competencia de la administración sanitaria"
[10].
Aún no hay fecha
de aprobación definitiva de los presupuestos de este año, señala
el MIAenC, "aún hay tiempo para que los representantes
políticos sepan que nuestra salud no es una mercancía para negociar
entre ellos y la industria nuclear". Nos piden: "apoya el
MANIFIESTO donde se pide la retirada del Capítulo séptimo de la Ley
de presupuestos. Ya contamos con más de 800 personas" ¿No
deberíamos sumamos? ¿Se suman?
Transitando por
caminos de irracionalidad, riesgo y hecatombe, allí quiere
situarnos. Les mueve el beneficio a costa de lo que sea. No en
nuestro nombre. ¡Mejor activos hoy que mañana radiactivos! Como
hace 35 años, no hay otra.
Notas:
- http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/La-radiacion-de-Fukushima-ha-contaminado-todo-el-Oceano-Pacifico-y-se-pone-cada-vez-peor
- Una exposición más detallada: Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal, Ciencia en el ágora, Barcelona, El Viejo Topo, 2012, capítulo VI.
- D. J. Madigana, Z. Baumann & N.S. Fisher: Pacific bluefin tuna transport Fukushima-derived radionuclides from Japan to California. PNAS 109(24), 9483–9486 (2012).
- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222511
- T. Tsuda, A. Tokinobu, E. Yamamoto & E. Suzuki: Thyroid Cancer Detection by Ultrasound Among Residents Ages 18 Years and Younger in Fukushima, Japan: 2011 to 2014. Epidemiology 27(3), 316-322 (2016)
- https://www.afp.com/es/noticias/211/desmantelar-fukushima-costara-170000-millones-mas-de-lo-previsto
- http://www.ecoportal.net/Eco-Noticias/Fukushima-mil-kilometros-cuadrados-envueltos-en-plastico
- https://noticias.terra.es/mundo/robots-muestran-mas-dificultades-de-lo-esperado-en-fukushima,3174ff329e3e160526f5f3a3e5a682a442g90zb8.html
- http://www.mientrastanto.org/boletin-155/notas/inicio-de-la-ofensiva-pro-nuclear-cronica-de-febrero
- http://www.mientrastanto.org/boletin-155/campanas/cataluna-como-caso-radiactivo-especial
Fuente:
Eduard Rodríguez Farré, Salvador López Arnal, Seis observaciones y una reflexión hacia dentro, 11/03/17, Rebelión. Consultado 14/03/17.
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