En
la costa del noroeste de Inglaterra se encuentra el edificio más
peligroso de Europa: la central nuclear de Sellafield, que contiene
plutonio para fabricar 20.000 bombas nucleares. Es la mayor reserva
mundial de plutonio civil acumulada tras décadas de reprocesamiento
de combustible nuclear de centrales de Reino Unido, Alemania,
Francia, Suecia y otros países.
Cuando
los británicos votaron a favor de salir de la UE en junio, pocos
eran conscientes de las implicaciones que tendría su decisión para
esta pila mortal de material radiactivo y para su industria nuclear.
Sin embargo, la regulación de la energía nuclear va a ser uno de
los temas más difíciles y urgentes de resolver en las negociaciones
del Brexit.
El
plutonio de Reino Unido está supervisado por los inspectores de
Euratom, el organismo paneuropeo que regula el uso de la energía
nuclear y que controla de forma permanente las actividades en
Sellafield. Sus 160 inspectores dedican el 25 % de su tiempo a las
instalaciones británicas.
Pero
la salida de Reino Unido de la UE implicará la retirada del país de
Euratom. Y sin el control de Euratom, Reino Unido tendrá que
establecer un nuevo régimen regulador para mantener las normas de
seguridad y negociar docenas de acuerdos internacionales para seguir
teniendo acceso a la tecnología nuclear.
Garantías
Rupert
Cowen, especialista en energía nuclear de Prospect Law, un bufete de
abogados londinense, dijo en una audiencia parlamentaria esta semana
lo siguiente: "Si no podemos establecer garantías y otros
principios que permitan el cumplimiento de las normas
internacionales, la actividad y el comercio nucleares no podrán
continuar".
En
juego está no sólo la seguridad de Sellafield, sino también
pilares fundamentales de la seguridad energética, la investigación
científica e incluso la medicina de Reino Unido.
Las
posibles consecuencias del fracaso -desde el cierre de las centrales
nucleares hasta la falta de radioterapia para los pacientes con
cáncer- parecen inverosímiles, pero llegar a una solución no será
fácil.
Reino
Unido deberá renegociar su relación con Euratom, crear un nuevo
sistema de salvaguardia, contratar y formar al personal necesario
para hacer el trabajo en una industria en la que hay escasez de
personal cualificado y firmar hasta 20 acuerdos con otros países que
no pertenecen a Euratom.
Todo
esto deberá hacerlo antes de 2019, fecha en que está previsto que
salga de la UE. Una válvula de seguridad es que siga formando parte
de Euratom durante un período de transición, pero la UE exigirá
que los tribunales europeos supervisen el acuerdo, lo que cruza una
de las líneas rojas de la estrategia de negociación de Reino Unido.
Las
ocho centrales nucleares de Reino Unido generan el 20 % de la
electricidad que se produce en el país y está previsto construir
seis más. La de Hinkley Point C se aprobó en septiembre y empezará
a operar en 2025.
Las
otras cinco están en diversas fases de planificación. Pero todas
necesitan tecnologías de empresas extranjeras como EDF y Hitachi y
Cowen dijo que la retirada de Reino Unido de Euratom pondría en duda
su construcción. "Los constructores querrán estar seguros de
poder obtener el combustible, los componentes y el personal que
necesitan.
Si no
hay acuerdos transitorios en vigor cuando salgamos de Euratom, no
podrán estarlo".
También
habrá que firmar nuevos acuerdos para las centrales existentes, que
utilizan combustible y componentes importados en gran parte de Estados Unidos,
por lo que será necesario firmar un acuerdo con Estados Unidos.
Un
sustituto importante del régimen de Euratom sería un acuerdo
bilateral con la Agencia Internacional de la Energía Atómica
(AIEA), organismo que supervisa la seguridad nuclear a nivel mundial.
Los
inspectores de la AIEA podrían reemplazar a los de Euratom en Reino
Unido, pero puede que la agencia no quiera hacerlo porque tendría
que dedicar menos personal al control en países conflictivos como
Irán.
Yukiya
Amano, director general de la AIEA, dijo al Financial Times que es
posible firmar un acuerdo rápido con Reino Unido, pero que eso
dependerá en gran parte de los avances en las negociaciones de Reino
Unido con Euratom y la UE, que tendrán que realizarse primero que
las de la AIEA.
Francia
tiene mucho interés en mantener la cooperación con Reino Unido
porque su empresa estatal EDF es el único operador de las centrales
nucleares británicas y va a desarrollar la central Hinkley Point C.
Los
líderes de la UE no querrán ser acusados de socavar la seguridad
nuclear de Reino Unido ni de impedir el tratamiento del cáncer. Pero
si el país sale de la UE sin un marco legal para la energía
nuclear, ¿quién querrá correr el riesgo de enviar materiales para
centrales nucleares al país?
El
ministro de energía Jesse Norman ha insistido en que hay "vías
claras" para establecer un nuevo régimen regulador.
Pero
un experto en el sector nuclear ha declarado lo siguiente: "Tenemos
que encontrar una manera de establecer nuevos acuerdos. Las
consecuencias del fracaso son impensables".
Fuente:
Andrew Ward, Alex Barber, Las secuelas nucleares del Brexit, 05/03/17, Expansión.
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