En marzo de 2002
salieron a la calle por primera vez para reclamar atención sanitaria
ante la cantidad de enfermos en el barrio.Lograron mejorar la zona y
alejar las fumigaciones, nuevas normas ambientales y un juicio
inédito. Dicen que la lucha continúa. Un juicio histórico.
“Algo está
pasando”. Eso empezó a escucharse aquel febrero de 2002. Lo dijo
con timidez la verdulera, después su vecina, luego todos los que
caminaban por esa cuadra de barrio Ituzaingó Anexo, sorprendidos de
ver con barbijo tantas caras conocidas, demasiados enfermos
concentrados en ese rincón perdido del sur de la ciudad de Córdoba.
“Pedíamos que
hicieran estudios, que vinieran médicos, que nos prestaran
atención”, dice Marcela Ferreyra, una de las integrantes del Grupo
de Madres de Ituzaingó Anexo.
Pero nadie las
escuchó. Hasta que decidieron salir.
“Era la primera
vez que cortábamos una calle. No sabíamos bien qué hacer. Nos
escondíamos de las cámaras”, recuerda Vita Ayllón en el patio de
su casa, escenario de muchos de los encuentros donde desde hace 15
años las madres concentran su lucha.
Junto a ellas
está Norma Herrera, madre de Brisa, la niña que tenía 3 años en
ese entonces, cuyo rostro con barbijo se transformó en un ícono del
reclamo barrial. “Me uní a las madres por Brisa, que tenía
leucemia y no conseguíamos que el Hospital de Niños nos diera la
medicación a tiempo”, dice Norma, que mira a su hoy “pequeña”
de 18 años y no puede contener la emoción.
En aquellos días
de 2002, los vecinos del barrio -la mayoría, mujeres- cortaron
el camino a Interfábricas para que los escucharan: detectaban casos
de cáncer, leucemias y alergias en cantidades que nunca antes había
notado.
Más allá de sus
percepciones y relevamientos propios, era evidente que algo pasaba,
aunque nunca hubo un informe oficial determinante, que todas las
partes validaran por igual.
El caso de
Ituzaingó Anexo llena bibliotecas y divide aguas. En ese espacio
pegado entonces a campos de cultivos, en el límite sur de la ciudad,
durante años se discutió sobre la incidencia de los distintos tipos
de cáncer en esa población, hubo peleas para determinar si las
causas tenían que ver con el agua contaminada, con los agroquímicos,
con el PCB de los transformadores o con supuestos residuos de viejas
fábricas.
Municipio,
Provincia y Nación debieron implicarse de distintas maneras para
averiguar qué pasaba y qué hacer. Se cruzaron versiones, ideologías
y desidias.
Lo concreto: la
lucha de las madres influyó en ordenanzas y normas que comenzaron a
regular y a estirar las distancias para fumigar en zonas urbanas.
Consiguieron que llegara el agua potable, que asfaltaran calles, que
se instalara un centro de salud, que al menos por un tiempo llegaran
especialistas con atención y recursos para los enfermos.
Y fueron las
protagonistas de la primera condena por fumigaciones ilegales en el
país. (Ver Un juicio... ). “Las autoridades nos decían que
teníamos los mismos problemas que en otros barrios, negaban el
problema y lo siguen negando”, se enoja Vita.
Todas tuvieron
algún familiar, algún amigo, algún vecino enfermo que las motivó
a formar el grupo de Madres, pero también el deseo de cambiar el
barrio y mejorar su calidad de vida.
“Hacíamos
empanadas para conseguir la plata para el ómnibus en el que ir al
hospital. Pedíamos por los medios… a veces una deja la dignidad de
lado cuando peligra la salud de un hijo”, recuerda Norma.
Marcela se queja:
“Estamos abandonados, luchando para que traigan más médicos
porque el centro de salud no da abasto con tanta gente de otros
barrios”.
“Pedimos que
hagan un seguimiento de los chicos que tienen agrotóxicos en sangre,
pero no logramos nada todavía”, dice Vita.
“A todas nos
pasaron cosas terribles, pero estamos de pie, luchando por el derecho
a un ambiente sano”, agrega Julia Lindon.
“No es difícil
enfrentar al Gobierno ni a las corporaciones cuando se va con la
verdad. Al poder lo tenemos las mujeres que luchamos. Somos semillas
que germinan sin parar por la vida de muchas personas que hoy no
están”, dice Sofía Gatica, otra de las madres que acompañaron la
lucha desde sus inicios.
Fueron pioneras.
En Córdoba y en el país. Y la siguen peleando.
Un juicio
histórico
Las madres
esperan la fecha de la llamada “causa madre”, en la que estará
en juego la acusación a productores por “contaminación”. Madres de Ituzaingó: 15 años de pelea por el ambiente.
En 2012, la
Cámara 1ª del Crimen de Córdoba condenó a un aeroaplicador y a un
productor a tres años de prisión de cumplimiento no efectivo por
poner en riesgo la salud de los vecinos de barrio Ituzaingó Anexo.
Los condenados
fueron Francisco Parra y Edgardo Pancello, acusados de practicar
fumigaciones ilegales, desconociendo la normativa provincial y
municipal que en su momento prohibía las aplicaciones en
proximidades a viviendas.
La condena se
basó en la violación a la Ley Nacional de Residuos Peligrosos, que
prevé penas para quienes usen determinadas sustancias en detrimento
del ambiente y de la salud de personas.
El fallo ya fue
ratificado por el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, y sentó
un precedente en la materia al tratarse de la primera condena de este
tipo en Argentina.
Ahora, las madres
esperan la fecha de la llamada “causa madre”, en la que estará
en juego la acusación a productores por “contaminación”.
Fuentes:
Madres de Ituzaingó: 15 años de pelea por el ambiente, 19/03/17, La Voz del Interior.
Un juicio histórico, 19/03/17, La Voz del Interior.
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