A 50 años de la
firma del Tratado de Tlatelolco, que declara a América Latina y el
Caribe zona libre de armas nucleares, DW conversó con el secretario
general de Opanal, Luiz Filipe de Macedo Soares.
por Diego Zúñiga
En plena Guerra
Fría, con la crisis de los misiles de 1962 en Cuba fresca como una
amenaza ardiente sobre las cabezas de toda la humanidad, lo más
lógico era desarrollar armamento nuclear y sumarse a la tendencia de
multiplicar las ojivas que principalmente Estados Unidos y Rusia,
aunque también Francia, China y Reino Unido, impulsaban desde fines
de la Segunda Guerra Mundial. Pero un mexicano, Alfonso García
Robles, apostó por una vía alternativa y hace 50 años, junto a
otros 14 países de América Latina y el Caribe, decidieron darle una
oportunidad a la paz, como pedía John Lennon a comienzos de los
setenta.
Azuzados por la
importancia de la fecha, el pasado 14 de febrero se reunieron en
Ciudad de México representantes de todos los países de la región,
en total 33, que con el paso de los años adhirieron al tratado. El
objetivo era para participar en la 25ª. sesión de la Conferencia
General del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en
América Latina y el Caribe (Opanal). No es un aniversario menor: se
trató de un acuerdo pionero, el primero en declarar a una región
densamente poblada libre de armas nucleares.
"El Tratado
para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y
el Caribe (Tratado de Tlatelolco) es el primer instrumento jurídico
internacional que prohibió las armas nucleares. Proscribió el
desarrollo, la producción, la posesión, el ensayo y el
emplazamiento, por cualquier medio, de las armas nucleares en nuestra
región”, explica a DW el embajador Luiz Filipe de Macedo Soares,
Secretario General de Opanal.
Potencias
comprometidas
El tratado busca
explícitamente garantizar "la ausencia de armas nucleares en la
región y el uso de la energía nuclear exclusivamente para fines
pacíficos”, y reconoce que "la sola existencia de armas
nucleares representa una amenaza para la humanidad”, como dice en
parte de su texto. Contrariamente a lo que podría pensarse, quedar
fuera del club atómico no debiera suponer una desventaja en términos
de defensa. Al menos así lo ve el secretario general de Opanal,
organismo creado precisamente a raíz del Tratado de Tlatelolco.
"Las armas
nucleares como elemento de seguridad no son más que una ilusión. La
mera existencia de las armas nucleares representa un peligro para la
vida en la Tierra. Si bien hace décadas terminó la Guerra Fría,
existen más de 1.800 armas nucleares en el mundo en estado de alerta
operacional, a unos minutos de lanzarse, sea intencional o
accidentalmente. Por lo tanto, para Opanal y sus Estados la única
garantía realmente efectiva contra el uso y la amenaza del uso de
las armas nucleares es su total eliminación”, opina el experto.
Si bien la región
tiene problemas más acuciantes que enfrentar, como el narcotráfico,
los refugiados, la relación con Estados Unidos o la pobreza,
recordar el hito que supuso la firma del acuerdo es también una
señal de lo bien que se puede trabajar en conjunto. "Mediante
el Protocolo Adicional II al Tratado de Tlatelolco, los cinco Estados
poseedores de armas nucleares reconocidos por el Tratado sobre la no
proliferación de las armas nucleares (China, Estados Unidos,
Francia, Reino Unido y Rusia) se comprometieron jurídicamente a
respetar el Tratado y a no usar ni amenazar con usar sus armas
nucleares a los 33 Estados parte en el instrumento. A la fecha,
nuestra zona libre de armas nucleares es la única que cuenta con
este compromiso consolidado”, destaca Luiz Filipe de Macedo Soares.
Peligro latente
La importancia
del tratado de Tlatelolco puede medirse con distintas varas, pero
quizás dos de ellas sean particularmente importantes. Una, que el
acuerdo funcionó como precursor de otros tratados similares
(Australasia, 1985; sudeste asiático, 1995; África, 1996; Asia
Central y Mongolia, 2006). Y otra, que su impulsor más reconocible,
Alfonso García, recibió en 1982 el Premio Nobel de la Paz, entre
otras razones debido a que fue "la fuerza detrás del acuerdo
que declaró a América Latina una zona desnuclearizada”, según el
comité del Nobel.
El secretario
general de Opanal, en tanto, recuerda que –más allá de los
avances evidentes que ha habido en la materia–, el peligro de una
hecatombe nuclear no ha desaparecido. "Cuando se concluyó el
Tratado de Tlatelolco, hace 50 años, había cinco Estados poseedores
de armas nucleares. Hoy son 9. Los programas de modernización de los
arsenales nucleares son una evidencia de que el peligro de un
conflicto nuclear no ha pasado. Las tensiones entre varios de los
Estados poseedores ha crecido en los últimos años. Nada indica que
los tiempos álgidos del terror nuclear han pasado, aunque es cierto
que la conciencia sobre el tema ha disminuido”.
Fuente:
Diego Zúñiga, “Nada indica que el terror nuclear ha pasado”, 17/02/17, Deutsche Welle. Consultado 17/02/17.
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