Pioneros. En 1892 se inauguró el primer proyecto comercial, pegado al dique San Roque. Era un restaurante. Desde Córdoba se llegaba en tren |
Historias de emprendimientos que nunca se concretaron o que funcionaron brevemente. De un autódromo al shopping en el agua, las islas flotantes y el “nuevo puerto” que no fue. El frustrado “nuevo puerto” que sirvió para renovar la Costanera.
por Fernando
Agüero
Es posible que
quienes participaron en la construcción del dique San Roque, a fines
del siglo XIX, no imaginaron que, además de ser el tanque de agua de
Córdoba capital hasta nuestros días, el embalse se convertiría en
un imán para negocios de todo tipo y proyectos faraónicos que, en
muchos casos, nunca llegaron a concretarse.
La historia
empezó con polémica, denuncias infundadas de malversación de
fondos y un sembrado de miedo entre los pobladores de Córdoba con
versiones de que el dique original se desplomaría e inundaría la
Capital. Sus constructores, el ingeniero civil Carlos Cassaffousth y
el empresario Juan Bialet Massé, estuvieron presos hasta que un juez
les dio el beneficio de la libertad. Pero su dique fue igualmente
reemplazado por otro, más grande.
La posibilidad de
hacer negocios en torno al lago y de potenciar su perfil turístico
no tardó en hacerse una constante entre los hombres con visión para
emprendimientos de todo tipo. Algunos lograron éxito (transitorio o
duradero), pero otros no llegaron a ver la luz. Y vale repasarlos.
El primero, un
restaurante
Según el
historiador local Eldor “Piti” Bertorello, el primer
emprendimiento del que se tiene memoria fue un restaurante ubicado
donde se montaron los obradores del dique, en el sitio hoy ocupado
por comercios de “regionales” a la vera de la ruta. El 10 de
octubre de un lejano 1892 fue inaugurado. El “gancho” era conocer
el embalse, toda una novedad para Sudamérica por sus dimensiones.
“La gente de Córdoba nunca había visto tanta agua junta”,
ironiza Bertorello. La excursión se hacía en el tren que salía de
la Capital hacia Cosquín (hoy Tren de las Sierras). Llegaban al
mediodía, almorzaban, pasaban un rato en el dique y regresaban a
Córdoba.
El autódromo que
no fue
En la década de
1930 llegó el primer megaproyecto para el San Roque. Inversionistas
italianos se interesaron en una idea promovida por miembros de la
Asociación de Fomento del Turismo que reunía a empresarios
hoteleros y gastronómicos cordobeses.
Planteaban hacer
un autódromo de 8.500 metros a la vera del lago, con tribunas para
100 mil personas desde las que pudieran verse las carreras tanto en
la pista como en el lago, ya que incluía opciones de competencias
náuticas. El proyecto se presentó en 1937 y uno de los
urbanizadores de la ciudad, Enrique Zárate (dueño del Castillo de
Zárate, aún en pie), ofreció en donación unas 500 hectáreas.
Contemplaba un hotel de 300 habitaciones más salas de conferencias y
baile y otras comodidades de primera línea para la época. ¿Qué
pasó? Los inversores italianos pusieron como condición la
construcción de un casino. Y, en esa época, las salas de juego
estaban prohibidas en esta provincia y el proyecto naufragó.
Las “islas
flotantes”
Hubo dos islas
que flotaban en el San Roque. La primera funcionó con algún éxito
a finales de la década de 1960, cuando el deporte náutico era
furor. Se trataba de un bar que recibía a los navegantes en el
centro del lago. “La moda era tener una lancha y el lago estaba
superpoblado”, cuenta Bertorello. Pero tuvo una vida efímera y el
negocio cerró.
Luego, en la
década de 1980, llegó la segunda oportunidad para un emprendimiento
similar. En este caso, era una estructura más grande que se ubicaba
en cercanías de la Bahía del Gitano. Tampoco funcionó por mucho
tiempo y sus partes aún se utilizan para embarcaderos en distintos
puntos del lago.
Un shopping en el
agua
Después de
décadas sin grandes novedades sobre el lago, la de 2000 fue
prolífica en iniciativas polémicas, que al final no se
cristalizaron. En 2004, un grupo de inversionistas encabezados por
Carlos Delanian presentó ante el municipio un proyecto para
construir un shopping sobre la desembocadura del río San Antonio en
el San Roque, en cercanías del puente Uruguay. “Los inversionistas
estaban”, insiste hoy Delanian, quien advierte que el proyecto no
llegó a concretarse “por motivos políticos”.
La idea era
edificar un centro comercial sobre el agua, con locales comerciales y
un polo gastronómico. Tenía tres zonas para negocios y una para
entretenimientos con salas de teatro y de conferencias incluidas.
Un nuevo puente
Una obra
relevante fue anunciada y licitada este año por la Provincia, ligada
al San Roque pero sin impacto sobre el embalse: la construcción de
un puente, cercano al dique, que unirá la variante Costa Azul con la
ruta a Bialet Massé.
Fuente:
Fernando Agüero, Los negocios del lago San Roque, 31/08/16 La Voz del Interior.
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