por Maristella Svampa y Enrique Viale
Aunque suelen
señalarse las rupturas políticas y económicas del actual gobierno
respecto del anterior, en no pocos campos priman las continuidades y
aún peor, se apuesta al reforzamiento. Uno de ellos, que está
tomando mayor estado de gravedad, se refiere a la megaminería. La
quita de retenciones a las mineras auguró mayores exenciones a una
actividad ya de por si favorecida por un generoso marco regulatorio.
La apuesta por la profundización del modelo megaminero fue
acompañada por la sorpresiva designación de Sergio Bergman como
Ministro de Ambiente, cuya temprana confesión acerca de que “no
tenía conocimiento técnico en el área ambiental”, parecía ser
una mala broma.
A ocho meses de
su designación, lo que podía ser leído como efecto de una política
en línea con el histórico desprecio que por la problemática
ambiental han venido mostrando los diferentes gobiernos, en realidad
evidencia un hecho premeditado, una estrategia asentada en el rol de
“dialogador” del ministro. Todo parece indicar que Bergman tiene
a su cargo la tarea de hacer ingresar la megaminería, allí
precisamente en las provincias donde hay resistencia social. En los
hechos esto significa que el Ministro de Ambiente se convirtió en un
virtual Ministro de Minería de la Nación. Así, promociona la
actividad como “una política de Estado”, afirma “que hay que
desplegar a la minería “ y que “hay que debatir” sobre el
tema. Estas declaraciones fueron realizadas en Chubut, donde está
prohibida la actividad por una norma provincial desde hace trece
años.
Todos los
gobiernos sostienen con ligereza que no ha habido debates sobre
megaminería en el país. Hoy le toca al macrismo recurrir a la
estrategia de la negación de la historia. En realidad, los debates
acerca del carácter insustentable de este tipo de minería se vienen
dando al compás de las luchas, a partir de 2003, con la lucha
pionera de Esquel, y luego en diferentes territorios provinciales: en
los lugares de trabajo, en la calle, en las escuelas, en las
universidades públicas. Sin tales debates, resultaría muy difícil
explicar los procesos ciudadanos que desembocaron en la prohibición
legal de este tipo de minería en siete provincias.
Por otro lado,
preocupa el desdichado derrotero de la Ley de Glaciares (que empezó
con un veto presidencial a pedido de la minera Barrick en 2008).
Dicha ley, aprobada en 2010, prohíbe expresamente la actividad
minera en ambientes glaciares y periglaciares y define legalmente
ambos ecosistemas. En la actualidad, el IANIGLIA, organismo oficial
encargado de hacer el inventario de glaciares, pretende sustituir las
taxativas definiciones legales de “glaciares” y “ambiente
periglacial” por nuevas definiciones, creadas en un “reglamento”
que reduce notablemente las superficies a proteger. Dicha
redefinición favorece a la minera Barrick al dejar fuera de la
protección, por ejemplo, un glaciar (Toro 1), donde se haría el
tajo del megaproyecto Pascua Lama. También quedaría fuera todo el
ambiente periglacial de la mina Veladero, donde se produjo el brutal
derrame de cianuro de septiembre pasado. Además de no resistir el
mínimo examen de constitucionalidad (un “reglamento” no puede
contradecir a una ley), de continuar con esta actitud, tanto el
Ministro de Ambiente como los funcionarios del IANIGLA podrían
incurrir en los delitos penales de “falsificación de documento
público” (el inventario lo es) y de “falsedad ideológica”,
entre otros.
Por último, vale
la pena destacar la encerrona en la cual se encuentra la población
de Jáchal, luego del derrame de cianuro. La vía judicial fue
sellada luego de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación
desviara oportunamente la investigación penal hacia la complaciente
justicia de San Juan, donde ahora duerme en un cajón del juzgado de
Jáchal. Pese a ello, los jachalleros probaron otra vía
institucional, la más democrática: impulsar una consulta popular
para que el pueblo decida.
Tampoco se lo
permitieron: por presiones de sectores mineros y del propio
gobernador sanjuanino, Sergio Uñac, la ordenanza fue sepultada en el
Concejo Deliberante. Como aviso, el pasado 25 de mayo, al menos 20
vecinos que participaban de una manifestación, terminaron demorados
en la comisaría local, acusados de diversas contravenciones.
Garantizada la impunidad, no se puede votar ni protestar contra
Barrick, la minera responsable del peor incidente ambiental que tenga
registro la minería argentina.
En suma, el nuevo
oficialismo repite y empeora la historia, cerrando las vías de la
institucionalidad a los reclamos socioambientales más urgentes de
las poblaciones.
Maristella Svampa
es socióloga e investigadora del Conicet
Enrique Viale es
presidente de la Asociación de abogados ambientalistas
Fuente:
Maristella Svampa, Enrique Viale, Megaminería: todo se repite y empeora, 30/08/16, Clarín.
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