Los lagos, como
los ríos, son patrimonio de todos los cordobeses, espacios públicos,
para uso público y no de negocios privados.
por Fernando
Colautti
No puede
separarse el destino del lago San Roque del de Villa Carlos Paz y las
varias localidades que han crecido sobre sus costas.
Hasta ahora, ese
embalse ha sufrido -más que aprovechado- el impacto de las
urbanizaciones a su alrededor. A nadie ya sorprende el dato de que es
el lago cordobés con mayor nivel de deterioro en la calidad de sus
aguas. Técnicamente, atraviesa un avanzado proceso de eutrofización
por la excesiva presencia de algas, que desde hace décadas lo tornan
inviable para el uso de bañistas y encarecen la potabilización de
sus aguas. La principal causa de ese deterioro es el muy escaso
tratamiento de líquidos cloacales en su cuenca hídrica.
Resulta llamativo
que, ante ese cuadro, Villa Carlos Paz (la cuarta ciudad en población
en Córdoba) cuente apenas con el 30 por ciento de sus propiedades
conectadas a redes cloacales. Y que la mayoría de las demás
localidades de esa cuenca no cuente ni con un metro de cloacas.
Un lugar
turístico puede subsistir sin casino y sin shopping. Pero ninguno
tiene chances en un entorno ambiental degradado. Hacia adelante, la
sustentabilidad ambiental será una condición básica, un piso
mínimo para toda localidad que aspire a desarrollar su actividad
turística.
En ese marco, los
embalses aparecen como espacios vitales en los que cuesta imaginar
justificaciones para avanzar sobre ellos con construcciones que los
achiquen o impacten. Además de contener crecidas y ofrecer agua para
consumo y riego, tienen utilidad turística, deportiva y social. Para
esos fines, de uso público, deben ser preservados, hoy y mañana.
Fuente:
Fernando Colautti, Los embalses, un símbolo del espacio público, 31/08/16, La Voz del Interior.
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