![]() |
Vista del sitio de construcción de la presa Belo Monte, sobre el río Xingú, Brasil, el 13 de marzo de 2014 |
por Miguel A. Soto
La
finalización del proyecto hidroeléctrico de Belo Monte, en el río
Xingú (Estado de Pará, Brasil), ha dado lugar a la tercera mayor
presa del mundo. Aunque la Evaluación de Impacto Ambiental del
proyecto descubrió ocho mamíferos nuevos para la ciencia en las
zonas de selva afectadas, este proyecto polémico ha seguido adelante
provocando deforestación, emisiones de gases de efecto invernadero y
núcleos de desarrollo económico donde crecen nuevos proyectos
agrícolas y actividad forestal ilegal.
Belo
Monte es un proyecto concebido durante la dictadura pero llevado a
cabo durante los Gobiernos de Lula y Dilma Rousseff. Un proyecto que
ha desnudado y puesto en evidencia la colección de males sociales de
Brasil, desvelando el modus operandi entre las constructoras y el
Gobierno. Una inmensa metáfora del Brasil de hoy, con todos los
ingredientes que han dado lugar a la actual situación política y
económica de Brasil. El ex-presidente de una de las mayores empresas
de construcción del país ha revelado una trama de sobornos de 150
millones de reales (41 millones de dólares) que implicaba a la
hidroeléctrica. Un escándalo de corrupción, mordidas y
financiación ilegal del partido del gobierno. El dinero se habría
repartido a partes iguales entre varios partidos y las empresas
contratistas involucradas, dinero que a su vez lo habrían entregado
en forma de donaciones legales a las campañas electorales de 2010,
2012 y 2014.
Belo
Monte es más que una megapresa, es el símbolo de la corrupción en
este país. Y el río Xingú, antes uno de los ríos más ricos en
biodiversidad de la Amazonia, es ahora un foco de problemas para
Brasil y para el clima planetario.
Se
mire por donde se mire, el proyecto ha destruido el entorno social y
ambiental. Ya durante su construcción, durante los años 2013 y
2014, una encuesta estudió los impactos que la actividad de
construcción tenía sobre las condiciones de vida de los niños y
adolescentes, especialmente en lo que respecta a la explotación
sexual. El estudio identificó un total de seis formas distintas de
la explotación sexual, que implicaban un mayor o menor medida,
también la presencia de los niños y adolescentes.
En
diciembre de 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) visitó la presa de Belo Monte. Transcurridos cuatro años
desde que las organizaciones de la sociedad civil presentarán la
acusación ante este organismo internacional, éste decidió abrir el
caso a trámite y pedir una respuesta del Estado brasileño a las
denuncias por violaciones de derechos humanos derivadas del proyecto
hidroeléctrico. La Comisión resolvió finalmente que la petición
contenía las bases suficientes para abrir el caso a trámite, lo
cual implica que Brasil debe dar una respuesta a la reclamación por
violaciones de derechos humanos derivadas del proyecto Belo Monte.
Y el
llenado del embalse ya ha comenzado, pese al incumplimiento de muchas
promesas. En noviembre del año pasado, el Instituto Brasileño de
Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA) otorgó la licencia de la
operación, y lo hizo pese a que Norte Energía, empresa a cargo del
proyecto que no había cumplido las condiciones necesarias (agua
potable, saneamiento y otras) para garantizar la vida, salud e
integridad de la población afectada.
Don
Erwin Kräutler, el obispo de Xingu amenazado de muerte y con escolta
policial desde hace seis años, ha afirmado que el Partido de los
Trabajadores ha traicionado al pueblo de la Amazonía y a la causa
del medio ambiente. También ha dicho que la presa de Belo Monte ha
causado la destrucción del Xingu y el genocidio de los grupos
indígenas que habitan en la región durante siglos.
Y con
estos antecedentes, el gobierno pretende seguir construyendo
megapresas como la de São Luiz do Tapajos, en el Río Tapajós, otro
afluente del Amazonas cuyo cauce interrumpiría con un muro de 7,6
km de largo. Y los planes del gobierno brasileño de seguir
inundando la Amazonia tienen colaboradores necesarios.
BB-Mapfre,
la empresa conjunta formada por la compañía española Mapfre y el
Banco do Brasil, ya estuvo en Belo Monte. BB-Mapfre obtuvo el
contrato para asegurar una parte del riesgo de esta megapresa. ¿Qué
dicen de estos negocios turbios? Que ya tomarán una decisión cuando
se licite la presa.
Iberdrola,
a través de Neoenergía, forma parte del consorcio de empresas que
han elaborado el Estudio de Evaluación Ambiental del proyecto de São
Luiz do Tapajós. Durante la intervención de un miembro de
Greenpeace en la Junta de Accionistas de Iberdrola el pasado 8 de
abril de 2016, se solicitó al Presidente de Iberdrola, Ignacio
Galán, una declaración pública de desvinculación del proyecto
hidroeléctrico de Sao Luiz do Tapajós y de otros grandes proyectos
hidroeléctricos en la Amazonía que amenacen la selva y los pueblos
indígenas. El Presidente contestó “esto es una sociedad
participada; ni gestionamos ni pintamos nada en ese tema, por tanto,
son temas de los brasileños que seguro que lo están haciendo de
acuerdo con las leyes brasileñas y yo no puedo decir nada más”.
Así
están las cosas, las grandes empresas mirando hacia otro lado
mientras se proyecta la inundación masiva de la selva amazónica, la
violación de los derechos humanos y la desaparición de los pueblos
indígenas.
Entrada
de blog por: Miguel A. Soto
Activista
en ruta hacia una mejor conservación y gestión de los bosques del
planeta. Perfil en Google +
Todas las entradas por Miguel A. Soto
Fuente:
Miguel A. Soto, La presa de Belo Monte en la Amazonia, un error que no puede volver a repetirse, 26/05/16, Greenpeace España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario