Un
tribunal certifica el pacto de las dictaduras latinoamericanas para
asesinar disidentes.
por
Carlos E. Cué
El
Plan Cóndor fue algo único. Un pacto entre seis dictaduras latinoamericanas para intercambiar información y sobre todo
colaborar en secuestros y asesinatos de disidentes políticos que
luchaban para derrocarlas. Es una de las historias trágicas más
conocidas de América, con centenares de víctimas. Y sin embargo,
más de 30 años después de su acta fundacional, firmada el 28 de diciembre de 1975 en Santiago de Chile y encontrada en el “Archivo
del Terror” de Paraguay, ninguna sentencia judicial había
reconocido su existencia como una asociación ilícita organizada
para matar. Argentina, un país en el que el proceso de los juicios
de lesa humanidad está muy avanzado y no cesa, se ha convertido en
el primero que condena formalmente a los jerarcas del Plan Cóndor en
un larguísimo juicio con 105 víctimas y 18 imputados que empezó en
1999 con cinco casos y ha ido creciendo poco a poco. Un tribunal
federal condenó por "asociacion ilícita en el marco del Plan
Cóndor" entre 8 y 25 años a los principales imputados.
Entre
los condenados está Reynaldo Bignone, último dictador argentino, y
el general Santiago Riveros. También está el coronel uruguayo
Manuel Cordero, que fue extraditado en 2007 a Argentina desde Brasil,
y el exagente de la inteligencia argentina Miguel Ángel Furci, que
recibieron las penas más altas, de 25 años de cárcel. No figuran
los máximos jefes del Plan Cóndor porque han muerto, pero
simbólicamente el proceso judicial también va contra ellos. De
hecho, el más cruel y conocido de los dictadores argentinos, Jorge Videla, murió tres días después de declarar en este juicio.
Afrontar su responsabilidad en el Plan Cóndor fue lo último que
hizo en vida. Videla aseguró ante el tribunal que se hacía cargo de
toda la responsabilidad pero sin dar ningún detalle nuevo.
“Lo
importante de este juicio es que por primera vez en América Latina
un tribunal reconoce la existencia del Plan Cóndor como asociación
ilícita, es un juicio clave porque si estuvieran vivos Pinochet o
Stroessner estarían en esta causa", explica Gastón Chiller,
director ejecutivo del CELS, un organismo de derechos humanos muy
respetado en Argentina que ha promovido este y otros muchos juicios
contra los jerarcas de la dictadura militar.
La
nacionalidad de las 105 víctimas cuyos familiares escuchaban
emocionados la sentencia da una idea de las dimensiones del Plan
Cóndor. 45 de ellos eran uruguayos, 22 chilenos, 13 paraguayos, 11
bolivianos y 14 argentinos. Entre los presentes en el tribunal estaba
Macarena Gelman, hija de la desaparecida María Claudia García, que
fue entregada a una familia cómplice de la dictadura uruguaya y
recuperó su identidad en el 2000, a los 23 años. La nieta del
fallecido poeta Juan Gelman escuchó con satisfacción la condena a Cordero, que fue recibida con aplausos en la sala de audiencias.
Argentina
abre así una puerta que en otros países parece mucho más cerrada.
Por ejemplo, en Brasil, rige una ley de amnistía que impide llevar a
los tribunales a los responsables de los crímenes cometidos por su
dictadura (1964-1985). De hecho ninguno de los miembros del Plan
Cóndor ha llevado a cabo un proceso como el argentino, un país en
el que prácticamente todos los personajes clave de la dictadura
están en la cárcel o en arresto domiciliario por su avanzada edad.
La memoria histórica se ha convertido en una política de Estado que
se ha mantenido con Mauricio Macri como presidente, como muestra
el medio centenar de juicios en los que el Estado es querellante. El
otro gran juicio por el Plan Cóndor se desarrolla lejos del
continente, en Roma, en un proceso contra 30 exmilitares y civiles de
Bolivia, Chile, Perú y Uruguay, acusados de la desaparición y
muerte de 43 opositores, entre ellos varios de origen italiano.
La
creación del Plan Cóndor quedó absolutamente probada durante el
juicio argentino, tanto es así que existe incluso ese acta
fundacional firmada durante una reunión de los responsables de la
inteligencia de las dictaduras y firmada por los representantes de
Argentina (Jorge Casas, capitán de navío, SIDE, que aún no
representaba a una dictadura militar), Bolivia (Carlos Mena, mayor
del Ejército), Chile (Manuel Contreras Sepúlveda, jefe de la DINA),
Uruguay (José Fons, coronel del Ejército) y Paraguay (Benito Guanes
Serrano, coronel del Ejército). Brasil no firmó esa primera acta
pero otros documentos muestran con claridad que participó en el Plan
Cóndor.
En el
“Archivo del Terror” de Paraguay se encontró una invitación de
la DINA -servicios secretos de Pinochet- “para promover la
coordinación y establecer algo similar a lo que tiene Interpol en
París, pero dedicado a la subversión”. En el texto formal firmado
en Chile se señala: “Se dan por iniciados a partir de esta fecha
los contactos bilaterales o multilaterales a voluntad de los
respectivos países aquí participantes para el intercambio de
información subversiva, abriendo propios o nuevos carteles de
antecedentes de los respectivos servicios”.
El
plan empezó como un intercambio de información y fue creciendo
hasta que pasó a la fase de secuestrar o asesinar directamente a los
disidentes en los países donde estuvieran escondidos, siempre con la
autorización implícita de la dictadura local. El Plan Cóndor fue
extendiendo sus fronteras y la dictaduras empezaron a asesinar a
disidentes en Europa y Estados Unidos, como el conocido caso de Orlando
Letelier, exministro del Gobierno de Salvador Allende, asesinado en
Washington en septiembre de 1976.
Una
de las grandes preguntas que quedan pendientes es la participación
de Estados Unidos en el Plan Cóndor. Durante el juicio, según los
investigadores del CELS, no ha aparecido ninguna prueba definitiva de
que algún organismo de este país promoviera el plan pero sí ha
quedado claro por distinta documentación, entre ellas alguna
desclasificada por el propio Departamento de Estado de Estados Unidos, que lo
conocían con detalle.
Muchos
investigadores confían ahora en que la promesa de Barack Obama de desclasificar más documentos relacionados con las dictaduras
latinoamericanas, especialmente los de la CIA, ofrezca mucha más
información. Lo que sí se sabe es que Estados Unidos se fue alejando a medida
que el Plan Cóndor empezó su oleada de asesinatos en distintos
países y dejó de ser un plan secreto. Son los documentos de Estados Unidos
los que con más detalle explican el objetivo del plan: “Implica la
formación de equipos especiales por los países miembros para llevar
a cabo sanciones hasta asesinatos contra terroristas o simpatizantes
de organizaciones terroristas de los países miembros de ‘Operación
Cóndor’. A los equipos especiales se les emitirían documentos
falsos de parte de los países miembros de ‘Operación Cóndor’ y
podrían estar compuestos exclusivamente por individuos de una de las
naciones miembros de ‘Operación Cóndor’ o podrían estar
compuestos por un grupo mixto de varias naciones miembros de
‘Operación Cóndor’”, detalla. En cualquier caso, explican en
el CELS, la operación Cóndor fue un plan latinoamericano, diseñado
por las dictaduras para acabar con sus propios disidentes.
Otro de los familiares de víctimas presentes en la sala es Andrés Habegger, hijo de Norberto Habegger, quien fue secuestrado en Río de Janeiro y desaparecido supuestamente por fuerzas de seguridad argentinas ayudadas por las brasileñas. "Púdranse en la cárcel, hijos de puta", grita Andrés a los condenados una vez finaliza la lectura del fallo y en el tribunal se mezclan aplausos y lagrimas. El hijo de Norberto estrenará en unos meses un documental sobre la investigación que realizó sobre su padre, quien fue borrado de su vida cuando tenía 9 años.
Fuentes:
Macarena
Gelman: “Es una sentencia satisfactoria”
La
nieta del poeta Juan Gelman y otros familiares de víctimas celebran
las condenas por el Plan Cóndor.
por
Mar Centenera
Macarena Gelman sonríe nerviosa al escuchar la condena de un tribunal
argentino a 25 años de cárcel para el coronel uruguayo Manuel
Cordero, uno de los verdugos de su madre, María Claudia García. "Es
el primer uruguayo condenado por el caso de mi mamá, para mí es muy
significativo", expresa, con emoción contenida, al finalizar la
lectura del veredicto del juicio por el Plan Cóndor, que por primera
vez ha certificado el pacto de las dictaduras suramericanas para asesinar disidentes.
Macarena
nació por segunda vez hace 16 años, cuando descubrió que era una
niña robada por la dictadura argentina. Al poco de nacer, fue
arrancada de los brazos de su madre, torturada y desaparecida por la
dictadura argentina en 1976, y entregada a un policía uruguayo y su
mujer. Con 23 años conoció a su abuelo biológico, el poeta
argentino Juan Gelman, quien la buscó infatigablemente hasta dar con
ella, en Montevideo, en el hogar donde creció sin conocer el oscuro
destino de sus verdaderos padres.
"Es
una sentencia satisfactoria. Realmente se le mueve a uno algo muy
profundamente cuando escucha las condenas por lo que tienen que ser,
cuando escucha los impedimentos que van a tener, la condena que van a
cumplir, en un contexto de justicia, con todas las garantías que no
tuvieron nuestros familiares", dice Macarena en la abarrotada
sala de audiencias del tribunal. No la pudo acompañar su abuelo,
quien falleció en 2014, pero sí los versos inmortales que le dedicó
tras encontrarla: "Ella llora con una rueda en la garganta/ que
gira contra el deseo y con restos de oscuras órdenes/ Hay que
envolverte ahora/ con la luz que seas".
Otro de los familiares de víctimas presentes en la sala es Andrés Habegger, hijo de Norberto Habegger, quien fue secuestrado en Río de Janeiro y desaparecido supuestamente por fuerzas de seguridad argentinas ayudadas por las brasileñas. "Púdranse en la cárcel, hijos de puta", grita Andrés a los condenados una vez finaliza la lectura del fallo y en el tribunal se mezclan aplausos y lagrimas. El hijo de Norberto estrenará en unos meses un documental sobre la investigación que realizó sobre su padre, quien fue borrado de su vida cuando tenía 9 años.
"Lo
más importante es que se demostró que el Plan Cóndor fue una
asociación ilícita de las diferentes dictaduras", asegura
Andrés Habegger. "Los otros países no están pudiendo juzgar
estos crímenes, por eso el fallo tiene valor no solo para Argentina
sino para todos los países", continúa, mientras admite que el
veredicto "cierra algunas heridas" y le ha producido
"alivio".
La
presidenta de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas, es más crítica. Celebra el fallo, pero subraya que la
justicia debería haber llegado antes, cuando aún vivían los
máximos responsables del Plan Cóndor, entre ellos el dictador
Rafael Videla, fallecido en 2013, sólo tres días después de
afrontar su responsabilidad en el pacto de represión de las
dictaduras suramericanas.
"Falta
un poco más de resistencia hasta lograr que no quede nada de
impunidad. Que podamos vivir pensando que no se van a volver a
repetir esos hechos terribles de represión y de metodologías que no
las queremos nunca más", afirma Nora, con el simbólico pañuelo
blanco de las Madres en la cabeza y la fotografía de su hijo
desaparecido, Carlos Gustavo Cortiñas, colgada del cuello. A sus 86
años, sabe que queda un largo camino por delante, pero se muestra
optimista: "Faltan el resto de las condenas, falta que nos digan
donde están los detenidos desaparecidos y a quién entregaron los
bebés de sus madres cautivas. Falta mucho, pero lo vamos a lograr".
Carlos E. Cué, Argentina, primer país que condena a los jerarcas del Plan Cóndor, 28/05/16, El País. Consultado 30/05/16.
Mar Centenera, Macarena Gelman: “Es una sentencia satisfactoria”, 28/05/16, El País. Consultado 30/05/16.
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