"Un tsunami que cayó del cielo". "Un rayo que encendió las llamas". Hace tiempo que los otrora "desastres naturales" ya no pueden definirse como naturales. Las inundaciones que asechan el centro del país y los incendios que sufre la comarca andina deben entenderse como tragedias ambientales. En este artículo sintetizamos los argumentos principales para cada caso, destacando la movilización social contra la ausencia de política estatal.
Mientras los diarios y las pantallas aparecen monopolizados por un caso policial, otros asuntos que revelan una injusticia más profunda ocuparon buena parte del territorio nacional. Sobre todo, las inundaciones que afectaron el centro del país, no casualmente el "corazón sojero" en donde creció la deforestación, como en Córdoba. Al mismo tiempo, los focos de incendio en el noroeste de Chubut afectaron más de 35 mil hectáreas de valiosos bosques nativos en tierras atractivas para el mercado inmobiliario. No hay conexión directa entre los afectados por los desequilibrios del agua y del fuego, pero en ambos casos pobladores denunciaron las responsabilidades humanas, y más precisamente de intereses económicos, detrás de sus propias tragedias.
Por ello, hablamos de "desastres ambientales" para explicar las tragedias que se producen por la falta de equilibrio en las relaciones entre sociedades y naturalezas provocadas por un sistema económico que en nuestro país se caracteriza por el consenso extractivista.
Inundaciones
El diagnóstico de la Coordinadora Ambiental y Derechos Humanos Sierras Chicas fue claro: "la crisis hídrica y las inundaciones terminan siendo dos caras de la misma moneda". El punto es claro, pues para explicar la tragedia de las inundaciones no basta referirse al "exceso de agua" que provocan las lluvias fuertes. No se trataba -simplemente- de "un tsunami que cayó del cielo" como quiso decretar el gobernador de Córdoba, Juan Manuel de la Sota. Se trata de una de las provincias más afectadas por la deforestación, ya que sólo queda el 5 por ciento de la superficie original de bosques nativos.
En un comunicado del 17 de febrero conectaron las inundaciones de ahora con las sequías de meses atrás. Porque ambos son fenómenos ambientales. Así: "más allá de la cantidad de agua caída, la “catástrofe” no es “natural”: Lo natural es que cuando llueve el agua se infiltre y vuelva lentamente a la superficie (efecto de esponja). Pero las cuencas altas están siendo desmontadas, incendiadas y edificadas, desprotegiendo e impermeabilizando el suelo que pierde su capacidad de esponja. Ya no retiene el agua cuando llueve, y no la libera cuando falta". En otros términos, el rol de los bosques como cabeceras de cuenca y como reguladores del ciclo hídrico de la región.
También Jorge Cappato, de la Fundación Proteger, explica los componentes de una "ecuación letal" que incluye "deforestación masiva, pérdida de la capacidad absorbente del suelo, desecación de humedales, lluvias extremas, asentamientos humanos en sitios vulnerables, ausencia de planificación y de readecuación de la infraestructura". Dentro de estos factores, enfatizó que en el centro del país es "un mar de soja" y -ahora- de agua. Explicó que el "paisaje tradicional del campo" ya no está pues desaparecieron las cortinas forestales, los montes de reparo y el arbolado. Y llamó a recuperar esto a través de una "infraestructura verde" que permita reducir los riesgos producidos.
En una lógica similar, desde la Coordinadora solicitan la "suspensión por tres años de las autorizaciones de todo tipo de emprendimientos que produzcan cambio de usos del suelo, además de que se implementen mecanismos reales de participación ciudadana vinculante". El artículo "crecidas e inundaciones, el extractivismo arrasa los territorios" de Leonardo Rossi expone la responsabilidad que tiene tanto el avance de la frontera agro-empresaria como una urbanización descontrolada. En ambos casos, sintetizamos aquí, la deforestación se produce llevando al riesgo de inundación por dos causas: la indirecta por el cambio climático que explica más lluvias y la directa por la pérdida de regulación del ciclo hídrico.
Incendios
Cerca de 35 mil hectáreas de bosques nativos afectadas en Chubut constituyen uno de los incendios forestales más graves de la historia de la región patagónica y del país. En un ejercicio retrospectivo, dos puntos problemáticos se destacaron en el inicio de la cobertura periodística. Primero, la versión oficial de que el foco principal del incendio fue por una causa natural. Segundo, las denuncias de que las tareas para apagar el incendio habían comenzado tarde. En la visión oficial, el gobernador de Chubut, Martín Buzzi, había afirmado en los primeros días que la causa del incendio en Cholila fue un rayo, porque la zona es "de difícil acceso", por lo que resultaba improbable la intencionalidad y al mismo tiempo dificultaba el control del fuego.
Por su parte, los vecinos alertaron tempranamente acerca de los focos de incendio y denuncian que hubo impericia por parte de las autoridades responsables. Se demoraron valiosos días en iniciar las tareas, por una falta de decisión política. Al mismo tiempo, también dudaban sobre el origen "natural" del fuego por una tormenta eléctrica, como sostenía el gobierno. Así lo expresaba por ejemplo uno de los vecinos afectados, Dario Fernández, el 20 de febrero en diálogo con Radio Kalewche: "Al incendio no lo inició un rayo, sino los negocios verdes". Sostuvo que el motivo no fue un rayo sino los intereses detrás del negocio inmobiliario: “Este incendio es la mayor tragedia en la historia de Cholila, acá no hay nada natural, es una verdadera catástrofe”.
En una segunda instancia, un hecho político modificó el escenario. La coyuntural modificación en el gobierno nacional hizo que Aníbal Fernández ocupara el cargo de Jefe de Gabinete. Una de sus primeras tareas fue viajar hacia la zona, ya que la Secretaria de Ambiente está bajo su dependencia. Lo hizo el 28 de febrero y su presencia tuvo dos efectos. Por un lado, decidió despedir al entonces responsable del Plan de Manejo del Fuego, Jorge Barrionuevo, a quien calificó como "ilustre trabajador de escritorio" y quien era hombre de confianza de Jorge Capitanich. Por otro lado, Aníbal Fernández resaltó que el incendio "tiene todas las características de ser intencional", por lo cual se cuidó de preservar posibles comparaciones con De la Sota y de atajar las críticas de los pobladores.
No obstante ello, como destacó el portal 8300, se trataba de la "crónica de un incendio anunciando", que puede explicarse por dos factores: "desidia política y negocios inmobiliarios". Se daba la combinación de un verano seco y material combustible abundante por la floración de la caña colihue del 2012. Por eso los vecinos se movilizaron el 4 de marzo con el lema "Somos Bosque" y "contra los negocios verdes y la política incendiaria". Los brigadistas agradecieron: “entendemos que la defensa de nuestros bienes naturales la debemos realizar entre todos, nosotros aportando desde nuestro lugar como empleados públicos, luchando contra los incendios forestales, y los vecinos apoyando y manifestando”. Y agregaron: “nos gustaría expresar que consideramos que debemos estar mejor equipados para este tipo de eventualidades”.
Agua y Fuego
Cuando expresábamos en el 2013 "no es lo mismo Córdoba sin bosques" relacionábamos incendios intencionales en la provincia con posibles consecuencias de más sequías e inundaciones. Siguiendo a investigadores y a los propios pobladores afectados, es claro que los intereses económicos ligados al agronegocio y a la especulación inmobiliaria se encuentran siempre detrás de la escena. Además, ambos intereses pueden concentrarse en un mismo actor, es decir, en una misma empresa.
Del mismo modo, si bien el fuego se encuentra controlado en la cordillera chubutense, aún es preocupante la situación. La pobladora y bióloga Silva Ortubat explicó al diario La Jornada el riesgo de que con las primeras lluvias de otoño las cenizas tapen los suelos. "Hay que prestar mucha atención a las viviendas cerca del río porque vamos a tener grandes crecientes", afirmó. Y del mismo modo, la ausencia del bosque como filtro trae como consecuencia esperable que "vamos a tener menos agua y no va a quedar nada para el verano próximo".
Para leer el resto de la nota dirigirse a ComAmbiental
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