Silvia Fontana, directora de la Maestría en Gestión Política de la UCC, opina que los gobiernos deben gestionar el riesgo para prevenir y reducir las consecuencias de los desastres socio-naturales.
por María del Mar Job
“Gestionar el riesgo”, esa es la clave para Silvia Fontana, doctoranda en Política y Gobierno de la Universidad Católica de Córdoba (UCC) y directora de la Maestría en Gestión Política de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la misma universidad, para prevenir y mitigar las consecuencias frente a catástrofes socio-naturales o antrópicas.
Fontana basó su tesis de Maestría en Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en las inundaciones sufridas en Santa Fe en 2003 y continuó su trabajo de doctorado sobre la gestión de riesgo sobre la base de ese hecho trágico y de la inundación que sufrió la ciudad de Villahermosa (estado de Tabasco, México) en 2007, de características similares.
Además, en 2010 desde la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UCC generó junto a un grupo de politólogos un espacio de investigación denominado “Observatorio de Gestión del Riesgo de Desastres para la Provincia de Córdoba”, que contó con el financiamiento del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba y la Universidad Católica de Córdoba.
Este observatorio se propuso generar un espacio de interacción entre la investigación académica y las prácticas políticas y ciudadanas en torno a los temas de gestión del riesgo de desastres.
“Nos abocamos en un primer momento a realizar un diagnóstico de la situación provincial en el tema y observamos que desde el nivel gubernamental aún no se ha avanzado en una gestión prospectiva del riesgo de desastres, se actúa frente al riesgo ya materializado, es decir, frente al desastre. Así lo hemos visto en las inundaciones que hemos sufrido durante febrero y marzo de este año”, fundamentó Fontana.
La docente universitaria admitió que las lluvias en Córdoba se presentaron como un “fenómeno extraordinario” producto de la cantidad de agua caída en tan poco tiempo, pero a su vez sostiene que “la sociedad cordobesa tiene una percepción muy baja del riesgo” y por esa razón no se involucra en mirar las vulnerabilidades frente a las amenazas existentes.
Para revertir esta situación es necesario el compromiso y el trabajo articulado tanto del Gobierno como de la sociedad, para que se genere un escenario real del riesgo de desastres.
“Ojalá que a partir de esta experiencia comencemos a reparar lo sucedido. Cierto es que no vamos a poder eliminar el riesgo, ya que estamos viviendo en la sociedad del riesgo, pero sí vamos a poder prevenir, mitigar y prepararnos, y con ello reducir el peligro de desastres”, asegura la investigadora. Fontana sostiene que es necesario pensar en el riesgo y gestionarlo, para lo cual se debe promover una política para la gestión del riesgo de manera integral. Esta política debe ser pensada a largo plazo y con participación de la sociedad.
“Sólo hace falta decisión política y compromiso social para llevar adelante esta política”, señala.
¿Catástrofe natural?
La magíster en Antropología corrige el concepto que se maneja en la sociedad de que las inundaciones fueron “desastres naturales”.
“Me gustaría aclarar que ya no se puede hablar de catástrofes naturales, esto se debe a que actualmente la acción del hombre sobre el medio lleva a que se produzcan determinados desastres. Por ello, la mayoría de las veces, se habla de desastres socio-naturales o antrópicos, causados muchos de ellos por un fenómeno natural”, conceptualiza Fontana.
“Mi tesis se basó en la inundación sufrida en la ciudad de Santa Fe en el 2003, cuyas causas pudieron encontrarse no simplemente en la crecida de un río por lluvias extraordinarias, sino también por la deforestación, la falta de ordenamiento territorial, la saturación de los suelos, entre muchas de otras causas”, asegura y hace un paralelismo con las inundaciones recientes en Córdoba.
“En ambos casos, los desastres producidos no son producto de las lluvias torrenciales, sino consecuencia de un sinnúmero de acciones que potencian el fenómeno natural que una vez que se materializa se presenta como un desastre”, agrega la investigadora.
Como diferencia principal, Fontana rescata la presencia permanente de los gobernantes en Córdoba.
“Más allá de sus acciones previas, positivas o negativas, los funcionarios se hicieron presentes en el lugar de los hechos y actuaron permanentemente durante la emergencia y están implementado acciones posdesastre con el fin de reconstruir no sólo lo material sino el tejido social”, opina.
“Ahora a Córdoba sólo le resta ver si acepta el desafío que deja esta experiencia”, concluye.
Gestión del riesgo
“Gestionar el riesgo es un proceso que lleva a la necesidad de planificar e implementar políticas, estrategias, instrumentos y medidas orientadas a impedir, reducir, prever y controlar los efectos adversos de fenómenos peligrosos sobre la población, los bienes y servicios y el ambiente. Es decir, desarrollar políticas integradas de reducción de riesgos a través de acciones de prevención, mitigación, preparación, atención de emergencias y recuperación posimpacto”, explica la doctoranda.
Tras las inundaciones en Santa Fe en los años 2003 y 2007, el Gobierno local comenzó a trabajar desde la gestión del riesgo de desastres. Así, se creó el Sistema Municipal de Gestión del Riesgo.
“Santa Fe aprendió de sus últimas dos grandes inundaciones, la de 2003 y la de 2007. No ha eliminado el riesgo de inundación, ya que es una ciudad cruzada por dos importantes ríos, pero sí ha logrado prevenir y mitigar consecuencias frente a sus inundaciones”, aseguró Fontana.
Perspectivas
Consultada sobre las perspectivas que tiene para Córdoba, la investigadora indica: “Lo primero que debe hacerse es pensar desde el riesgo y no desde el desastre. Es decir, actuar sobre aquellas cuestiones que permitan reducir el riesgo de desastres. Para disminuirlos, primero es necesario conocer los riesgos, para así poder diseñar e instrumentar políticas para reducirlos. Aquí el conocimiento juega un papel fundamental”.
“Considero que no sólo hay que ver de qué manera podemos estar mejor preparados, sino también es necesario implementar acciones para prevenir que este tipo de eventos sucedan e impacten negativamente en la sociedad. De esto se trata la gestión del riesgo de desastres. Siempre digo que se hace lo necesario ‘gestionar el riesgo’ y no ‘gestionar en el riesgo’”, finaliza Fontana.
Solidaridad y medios de comunicación en las inundaciones
La politóloga Silvia Fontana en su tesis de Maestría en Antropología de la UNC, titulada “Sobre llovido, mojado. Riesgo, catástrofe y solidaridad. El caso Santa Fe”, realiza un análisis sobre el rol que cumplieron los medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales tras la inundación de Santa Fe en 2003.
“Se construyó un colectivo de identificación a partir de la conformación de redes solidarias, en las que las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y los medios de comunicación social los que formaron parte de un ‘nosotros’, mientras que el Gobierno pasó a integrar parte de ‘los otros’”, analizó Fontana.
“Los afectados y los responsables buscaron la explicación de lo sucedido en factores diversos. Mientras que para el Gobierno lo sucedido fue a causa de las intensas lluvias que habían caído sobre Santa Fe, es decir, la causa estaba en la naturaleza; para los habitantes santafesinos, las ONG y los medios de comunicación, el Gobierno fue el culpable por no haber cumplido con la terminación de la obra que evitaría la inundación y por no haber previsto medidas tendientes a mitigar los efectos de una catástrofe en una ciudad rodeada por dos de los más importantes ríos de la Argentina, el Paraná y el Salado”, continúa.
La investigadora cuenta que en la provincia vecina, con la idea de que no pasara al olvido esa inundación, se crearon estrategias y dispositivos de acción como la Carpa Negra de la Memoria y Dignidad, la Marcha de las Antorchas, la Asociación Empresas Afectadas por la Inundación de Santa Fe, el Movimiento de Madres Inundadas, los Familiares de Víctimas de la Inundación, los Vecinos Autoconvocados. Estos grupos surgidos de manera espontánea dirigieron su protesta en contra de las acciones y omisiones del Gobierno. También se pusieron en juego diversas herramientas para la memoria: se editaron libros, se filmaron videos, se inauguraron barrios y plazas, todo conmemorando el 29-A.
“En Santa Fe los medios de comunicación actuaron, por un lado, como comunicadores de la situación que estaba ocurriendo en el lugar para mantener informada a la sociedad; por otro lado, como constructores de la imagen de los gobernantes santafesinos, y también como intermediarios de las donaciones recibidas por parte de quienes a través del acto generoso de dar querían que su ayuda llegara a quienes fueron afectados por las inundaciones”, analiza.
“En Córdoba la solidaridad fue explosiva”, asegura Fontana y es inevitable la comparación con lo ocurrido en Santa Fe. En ambos casos, los medios, las ONG y la sociedad civil han cumplido funciones similares.
“En Córdoba en estos momentos nos encontramos en los hechos, pero ya estamos visualizando algo importante como que la sociedad se está organizando y no sólo reclamando sino tratando de ser parte de las soluciones. Te doy como ejemplo justamente la marcha convocada por parte del papá de Mariana Di Marco, que ojalá sea el inicio de un trabajo conjunto entre sociedad y Gobierno”, finalizó la autora.
Perfil
Silvia Esther Fontana es licenciada en Ciencia Política (Universidad Católica de Córdoba), especialista en Docencia Universitaria (Universidad Tecnológica Nacional-Facultad Regional Córdoba), magíster en Antropología (Universidad Nacional de Córdoba), doctoranda en Política y Gobierno y directora de la Maestría en Gestión Política (UCC).
Fuente:
María del Mar Job, Ya no se puede hablar de “catástrofes naturales”, 16/03/15, La Voz del Interior.
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