lunes, 3 de noviembre de 2014

Ingrid Wehr: "El aumento de conflictos socio-ambientales es un desafío para la democracia"

De visita en nuestro país para participar del Congreso Latinoamericano de Conflictos Ambientales (ColCA) y presentar el libro "Atlas de la Carne", Ingrid Wehr conversó con ComAmbiental. Doctora en Ciencia Política, con una amplia trayectoria académica, Wehr es ahora representante de la Fundación Heinrich Böll en el Cono Sur. El desafío que plantea la organización es discutir posibles políticas verdes, desde una posición crítica y autónoma respecto a los partidos. En este sentido, centra también su mirada en la región: "Hay una contradicción entre los desafíos de cambiar patrones de desigualdad social y la sustentabilidad ambiental".

- ¿Cuál es la agenda de trabajo de la Fundación Heinrich Böll en la región? 
- La Fundación está trabajando en el Cono Sur desde hace casi dos décadas y nos concentramos en dos áreas de prioridad. Un eje es el trabajo en la defensa y el desarrollo de los derechos humanos. Esto incluye derechos de última generación, especialmente derechos sociales, culturales, estos últimos también relacionados con los derechos colectivos de los pueblos indígenas y ancestrales. Esta línea de trabajo aborda también temas como el acceso a la educación pública, a la salud, al agua. Es decir, a bienes públicos importantes para ejercer derechos ciudadanos. La otra línea de trabajo es bastante amplia, relacionada con temas de sustentabilidad, modelos de desarrollo y territorios. Trabajamos tanto en visibilizar los efectos negativos de los modelos de desarrollo neo-extractivistas como en la discusión de alternativas. Debido a estos debates es que estamos apoyando el CoLCA, que se concentra en conflictos socio-ambientales entre otras cosas, y que muestra muy bien que esas líneas de trabajo, sustentabilidad y derechos humanos, están realmente vinculadas. La calidad de la democracia aquí en la región depende mucho también de temas de sustentabilidad, de temas ambientales.

- La emergencia de conflictos ambientales es un tema de debate: ¿Cuáles son los principales desafíos desde la perspectiva de la Fundación? 
- Lo que se puede observar es un aumento impactante de conflictos socio-ambientales al nivel nacional y local. Estos conflictos presentan un desafío central para las democracias jóvenes en América Latina. Para mejorar la calidad de la democracia o avanzar en procesos de democratización, políticos y gobiernos deberían tomar muy en serio las razones que están detrás de esos conflictos. En la mayoría de los casos lo que está en juego es el acceso a bienes públicos que son sumamente relevantes. Muchos de los conflictos tienen que ver con la gran minería, con el acceso a la tierra, cómo se utiliza la tierra, el acceso al agua. Estos conflictos socio-ambientales, que se van a discutir en el congreso CoLCA, apuntan a los desafíos cruciales de las democracias actuales. Son una especie de barómetro del estado de la democracia en la región.

- El pasado fin de semana tuvimos noticias de continuidad de los "gobiernos progresistas" en Brasil y Uruguay. ¿Considera que se está incluyendo el debate ambiental en estos proyectos políticos?
- Yo creo que el gran dilema actualmente de los "gobiernos progresistas", no solamente en Uruguay y Brasil, pero también de los no tan “progresistas”, es que existe una contradicción entre los desafíos de cambiar patrones de desigualdad social y la sustentabilidad. El dilema consiste en encontrar fuentes sustentables de financiamiento público que no se basen en la explotación de recursos naturales. Actualmente, las reformas necesarias en el ámbito social no se basan en reformas estructurales de los sistemas tributarios muy sesgados. Los países latinoamericanos captan menos renta tributaria de lo que deberían captar considerando su nivel de desarrollo, tienen una base sesgada, basada en impuestos indirectos (IVA) o impuestos asociados a ingresos por la explotación de recursos naturales. Ahora bien, esos ingresos adicionales generados por el boom de los recursos naturales han permitido a las fuerzas progresistas en el gobierno no tener que enfrentarse con las elites económicas.

- ¿Qué problemas genera basar buena parte de las políticas sociales en la extracción de recursos naturales? 
- Esto provoca la contradicción entre la agenda de equidad social con la equidad intergeneracional, es decir, la agenda de sustentabilidad. Aunque haya diferencias entre los diversos gobiernos de la región, el dilema central no se ha resuelto ni en Chile, ni en Argentina, ni en Uruguay y menos aún en Brasil, donde el PT con Dilma apoya un modelo de crecimiento neo-desarrollista con poca consideración por los costos socio-ambientales. Hoy en día, prevalecen agendas de reformas donde el progreso en el ámbito social se basa en la sobre-explotación de la naturaleza. Por eso también la Fundación, junto con sus contrapartes en la región, se esfuerza por hacer visible estas contradicciones centrales de los modelos de desarrollo (neo-) extractivistas, analizando cómo se podrían mejorar políticas públicas que tengan en cuenta tanto el compromiso con la equidad social como con el tema central de la sustentabilidad.

- Desde la Fundación o desde la perspectiva de una política verde ¿supuso algo el impacto de la candidatura de Marina Silva en Brasil?
- Aunque no se puede desconocer que Marina incorporó a la agenda política algunas temáticas ambientales, la reflexión sobre el programa es más amplia. Creemos que la democracia y el medio ambiente deben ir de la mano. Por ejemplo, el respeto a la diversidad: Como Fundación política vinculada con Alianza 90/ Los Verdes, claramente estamos a favor de políticos con una agenda política crítica al neo-extractivismo. Sin embargo, la crítica a los modelos de desarrollo vigentes, a nuestro parecer, deberían basarse también en una política de derechos humanos y ciudadanos que respete la diversidad cultural y religiosa. Cada persona independiente de su género u orientación sexual debería tener el derecho de elegir libremente y, dentro de ciertos marcos, sobre su salud reproductiva y su vida privada en familia u pareja. Y eso no estaba incorporado en el programa de Marina.

- En este sentido, la perspectiva verde no se limita sólo a la temática ambiental. 
- Exactamente. Los temas ambientales están íntimamente vinculados a la calidad de la democracia. Una sociedad democrática basada en la equidad social también requiere de un enfoque en la responsabilidad por las generaciones futuras. Además, hay que esclarecer una cosa: Aunque somos una Fundación Verde, asociados al Partido Verde en Alemania, tenemos el deber de distanciarnos, de mantener la autonomía frente a las políticas partidarias. Así que no somos el órgano del Partido. Esa es una particularidad que no se conoce mucho, porque yo creo que somos únicos como organización en Alemania, que tenemos plena autonomía. Y aquí en América Latina nosotros trabajamos más bien con organizaciones de la sociedad civil, con el mundo académico y algunos parlamentarios y políticos de partidos progresistas.

- En Argentina, a un año de las elecciones presidenciales, existe la crítica al modelo extractivista en la sociedad civil, pero no el mundo de los partidos político, tanto en el gobierno como en la oposición. ¿Cómo mira la Fundación la situación del país?
- Vemos con mucha preocupación la expansión del cultivo de la soja transgénica en Argentina. Hace tiempo colaboramos con contrapartes en el país que trabajan en visibilizar los costos ocultos del modelo de desarrollo basado en la agricultura extensiva. El año 2015 es el Año Internacional de los Suelos, y nosotros vamos publicar un Atlas del suelo, en versión latinoamericana. Por un lado, con nuestras contrapartes estamos trabajando el tema de la calidad del suelo. Además de la calidad del suelo, un tema que discutimos en el marco del CoLCA estos días, es el de la concentración de la propiedad de tierra, que se agravó mucho con la expansión de la producción de la soja. Cuando se habla de neo-extractivismo de vez en cuando se olvida que este modelo no se restringe a los hidrocarburos y la gran minería, sino también la agricultura extensiva. Nosotros queremos contribuir en visibilizar la preocupante concentración de la propiedad de la tierra, porque este subcontinente es único: Si uno ve las concentraciones de la tierra por índices GINI, entre los 25 “ganadores” del mundo están 20 países de Latinoamérica. En Argentina, los impactos ambientales pero también sociales del modelo extractivista ya son visibles y muestran los límites de un modelo de desarrollo basado en la explotación excesiva de recursos naturales.

- Las consecuencias de la sojización se relacionan mucho también con el libro Atlas de la Carne, que en el contexto argentino son temáticas muy vinculadas.
- Exactamente lo que queremos mostrar con nuestra publicación, que se lanzará el jueves dentro del marco del CoLCA, es justamente que hay una relación estrecha entre la sojización de la economía argentina y el alto consumo de la carne, especialmente en Europa y otros países “desarrollados”. No criticamos el consumo de la carne en sí, como lo haría el vegetarianismo. Este libro tiene que ver con la campaña que trata de visibilizar los costos ocultos asociados con el alto consumo de carne producida de forma industrial. Lo que los consumidores en Europa, pero también en otras partes, deberían entender es que el churrasco que consumen tiene un costo ambiental y social muy alto. En Argentina, el aumento de la producción industrial de carne está estrechamente relacionada con la sojización de la economía por la alta demanda de alimentos para animales ya que la crianza en pastizales ha sido reemplazada por los sistemas de engorde a corral (feed lots). Sin embargo, el Atlas no solo plantea críticas, sino también señala que hay alternativas que son viables económica y socialmente. Mostramos en el atlas que hay productores que crían sus animales en un contexto sustentable.

- En Argentina, el consumo de carne parece ser un tema que hace mucho a la identidad de un país... 
- Claro, por eso también el libro empieza con la imagen del gaucho y el asado tradicional como referente cultural crucial. No estamos en contra del consumo de la carne en sí, sino criticamos la industrialización de la producción de la carne. Sería muy autoritario decir que no hay que consumir carne. Yo creo que esa es una decisión propia que cada ciudadano debería tener el derecho de decidir. Lo que queremos mostrar son los efectos negativos del consumo masivo de carne producida industrialmente, tanto los efectos en el medio ambiente, en los derechos humanos, en concentraciones de tierra.

Para leer el resto de la nota dirigirse a ComAmbiental

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