jueves, 5 de septiembre de 2013

Preocupa la desertificación de los suelos serranos

Un estudio plantea que el sobrepastoreo y los incendios van dejando sin suelo a las sierras. Entre otros efectos, impacta en un menor rendimiento hídrico en Córdoba.

por Fernando Colautti

Dos investigaciones, de reciente publicación en revistas científicas, aportan nuevos datos sobre el deterioro del ecosistema de las sierras de Córdoba y de su capacidad generadora de los recursos hídricos que abastecen a esta provincia.

Ambas se conectan en un punto: el cambio en el uso de los suelos serranos conspira contra la cantidad de agua disponible. La que circula por los ríos, acumulan los lagos y usan los cordobeses proviene de esa “fábrica” hídrica que son las Sierras, donde nacen los arroyos que nutren todas las cuencas.

Fragilidad
La combinación del uso extensivo de tierras serranas para ganadería y la quema de suelos por incendios en áreas de pastizales de montaña transformarían cada vez más espacios serranos en desiertos rocosos.

Es la conclusión de un reciente estudio publicado en la revista internacional The Rangeland Journal, por investigadores y docentes universitarios cordobeses, que relevaron durante cinco años los grados de erosión en las Sierras.

Los relevamientos se reali­zaron en 200 parcelas con pastizales naturales bajo diferentes grados de pastoreo y de quema por incendios.

Ante la fragilidad de esos suelos serranos, con escasa ­tierra y en pendiente, la mayor explotación ganadera o el impacto del fuego hacen crecer las superficies de roca desnuda. El estudio advierte, que, tal como se realiza en la actualidad, “la actividad no es sostenible”.

El trabajo fue desarrollado por los biólogos Ana Cingolani, Melisa Giorgis, Nicolás de la Torre, María Victoria Vaieretti, Daniel Renison y Juan Whith­wort, investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y del Conicet.

Cingolani, advirtió entre las causas que “ante el avance de la agricultura, la ganadería se va desplazando hacia ambientes cada vez más marginales y frágiles”.

El informe cita que la provincia de Córdoba cuenta con alrededor del 10 % del stock bovino nacional y que las zonas centrales de pastizales de montaña contienen alrededor del 7 % del stock provincial, según datos de la Red de Información Agropecuaria Nacional (Rian).

Los autores destacaron que para mejorar la situación debería eliminarse el ganado en las zonas con mayor erosión activa, para que los suelos puedan “cicatrizar”, y que en los sectores con menor erosión, se debería al menos reducir la carga de ganado. “Los gobiernos deberían preocuparse por compensar a los productores por las pérdidas económicas”, apuntó Cingolani. La idea en esa línea sería que se compense a los dueños de esas tierras por los “servicios ambientales” prestados.

Entre las consecuencias, además de la desertificación que empeora el paisaje e impacta en el clima y en la biodiversidad serrana, una central para Córdoba es la pérdida, con menos suelos, de la capacidad de retención de agua de lluvias y neblinas en las zonas donde se forman las cuencas hídricas.

En la estación seca (de mayo a octubre) se evidencia desde hace tiempo el menor aporte de agua hacia vertientes y arroyos serranos, porque los suelos que se deterioran dejan de absorber y acumular la que reciben en temporada estival y que pueden liberar luego, cuando la sequía aprieta.

Con pinares baja 48% menos agua que con pastizales

Otro estudio relacionado con las sierras fue desarrollado por un grupo del Conicet y de la Universidad Nacional de San Luis.

Esteban Jobbagy, Ana Acosta y Marcelo Nosetto demostraron que “los cambios en la cobertura vegetal en la zona serrana pueden tener importantes efectos sobre el ciclo hidrológico, afectando la magnitud y distribución temporal del caudal de ríos y arroyos”.

Su investigación se dio en la zona montañosa de altura de Calamuchita, donde miles de hectáreas forestadas con pinos reemplazaron, desde la década de 1970, a los pastizales autóctonos. Llevó tres años de relevamientos y algunos datos parciales se habían conocido tiempo atrás. Ahora quedaron confirmados al publicarse el trabajo en la revista Asociación Argentina de Ecología.

En la comparación de cuencas pares, se concluyó que “el rendimiento hídrico de las forestadas fue un 48 por ciento inferior a la que tenían pastizales”. Es decir, los pinares de alta densidad demandan más agua que los pastos autóctonos, por lo que las vertientes y arroyos reciben menos caudal.

El informe establece que ese efecto de las forestaciones es mayor en las cuencas bajas y medias que en las altas.

Sugieren los autores que “es importante contemplar estos efectos al proyectar cuánto, dónde y cómo forestar, en especial en áreas que aportan agua a los principales focos de consumo energético y urbano”.

Si en vez de plantaciones se hubiera perdido el suelo, el efecto sería peor: toda el agua correría directamente hacia los ríos, sin retención. Pero el informe compara con la situación hídrica ideal, que es la de los pastizales autóctonos reteniendo suelos, sin carga excesiva de ganado ni incendios.

La investigación apunta que algunos estudios similares en otros países han mostrado que ese tipo de forestación acidificaba el agua, pero en Córdoba detectaron “impactos mínimos sobre la calidad del agua”.

Los autores no plantean erradicar la actividad forestal en la zona pero sugieren “incorporar criterios que fijen límites de ocupación por cada cuenca”, para regular su impacto.

Fuente:
Fernando Colautti, Preocupa la desertificación de los suelos serranos, 03/09/13, La Voz del Interior.
Con pinares baja 48% menos agua que con pastizales, 03/09/13, La Voz del Interior.

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