por Rianne Teule
Muchas veces he visto a la industria nuclear dar media
vuelta sobre sus errores, e ignorar el sufrimiento de la gente. Y es esta
terrible consecuencia para las personas de una catástrofe nuclear como la de
Fukushima, la que nos acerca a los fallos del sistema nuclear.
Casi dos años después de la catástrofe, la vida de cientos
de miles de personas en Japón todavía sigue parada. Cuando llegó el desastre
sus vidas cambiaron y se vieron obligados a abandonar sus hogares, perdieron
sus trabajos, sus familias se dividieron, y los pueblos y ciudades fueron
abandonadas debido a la radiactividad.
Las personas no reciben una compensación justa. Muchos
siguen sin poder regresar a sus hogares ni reconstruir sus vidas en otro lugar.
Es difícil imaginar como se puede vivir en un limbo como este. ¿Cómo puede
estar pasando esto?
La culpa es de un injusto sistema que evita que la industria
nuclear pague por sus fracasos. Este sistema se llama responsabilidad nuclear y
es una burla.
Hacer que la industria pague
Una industria arriesgada como esta debería tener que pagar
por los daños que produce, no sólo las grandes empresas petroleras tienen que
pagar por sus vertidos. Pero la industria nuclear está protegida. La ayuda de
los gobiernos a la industria nuclear comenzó hace décadas, y nunca han
solucionado los problemas derivados de esta “ayuda”.
Greenpeace analiza las fallos de este injusto sistema en un
nuevo informe, Las consecuencias de Fukushima: El negocio nuclear hace que lagente pague y sufra. Este informe fue encargado a tres expertos para ver cual
es la responsabilidad de las convenciones internacionales en materia nuclear,
que exculpan a la industria nuclear al mismo tiempo que obligan a la gente a
pagar la mayor parte de los costes en caso de un accidente nuclear.
Cuando hay un desastre, el sistema solo le pide al operador de la central una pequeña parte del coste, incluso en Japón donde los operadores deberían pagarlo todo según su legislación; pero TEPCO, el operador de la central nuclear de Fukushima simplemente no tiene tanto dinero.
Diseño defectuoso
Pero aún es peor, el sistema no pide nada a las empresas
proveedoras de material nuclear para ayudar a las víctimas. De este modo los
mayores vendedores de reactores mundiales, GE, Hitachi y Toshiba, entre otros,
no pagan nada si hay una catástrofe en algunos de los reactores que venden.
La diferencia entre lo que paga la industria nuclear y el
público es enorme. En la mayoría de los países con reactores nucleares, un
operador nuclear podría tener que pagar en concepto de daños entre 350 a 1.500 millones de
euros. Esta cantidad es pequeña si la comparamos con los costes de un desastre.
Por ejemplo, la catástrofe de Fukushima podría costar hasta
250.000 millones de dólares de EE.UU., según las estimaciones mas recientes. En
Chernobyl se estima que desde 1986 llevan gastados de 55.000 a 270.000 millones
de euros.
El gobierno japonés tuvo que nacionalizar TEPCO porque no
podía pagar ni siquiera los primeros costes. Los principales proveedores de los
reactores de TEPCO son GE, Hitachi y Toshiba, construyeron los reactores de la
planta según diseños erróneos. Pero ellos están protegidos, y no tendrán que
pagar nada.
Esto significa que los contribuyentes japoneses terminaran
pagando la mayor parte del desastre. Y este no es un problema que sólo afecta a
Japón. Hubiera pasado lo mismo en cualquiera de los 436 reactores del mundo.
Los contribuyentes pagarían la mayor parte.
Ya es hora de que este injusto sistema se cambie, es muy
sencillo: el que contamina paga. Las empresas que ocasionan estos riesgos deben
tener la obligación de pagar por ellos, no las personas que los padecen. Por
esta razón Greenpeace Internacional ha lanzado una campaña para cambiar este
sistema. Necesitamos tu ayuda. Firma nuestra petición.
Blog por Rianne Teule, es responsable en la campaña de energía de Greenpeace Internacional, traducción de Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace España.
Fuente:
Viviendo en el limbo, la realidad nuclear tras Fukushima, 19/02/13, Greenpeace España.
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