Grupos ambientalistas buscan que se eleve la calificación de
peligrosidad del químico, para frenar las fumigaciones en zonas urbanas.
Investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) publicarán un trabajo sobre la problemática.
Diversas organizaciones ambientalistas le reclaman al
Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) que se revea la clasificación de
la toxicidad de los agroquímicos, en particular la del glifosato. Actualmente,
éste goza de una clasificación que lo ubica como un producto de baja toxicidad.
Por eso, muchas veces se lo utiliza para fumigar en zonas urbanas, provocando
daños a la salud de las poblaciones y al ambiente. Es lo que ocurrió, por
ejemplo, en el barrio cordobés de Ituzaingó Anexo, y en nuestra ciudad en los
barrios de Quintitas Golf, Cielos del Oeste y otros.
Las quejas tienen por argumento que el glifosato, por
ejemplo, está mal clasificado desde su homologación en el país de origen
(Estados Unidos de Norteamérica).
En este sentido, afirman que algunos de los expertos que
emiten los avales toxicológicos al registro de nuevas sustancias fitosanitarias
podrían tener conflictos de interés, dado que también prestan servicios a las
entidades interesadas en el registro de los productos avalados.
Por este motivo, la abogada Graciela Gómez realizó una
presentación ante el Mecanismo Independiente de Consulta e Investigación (Mici)
del Banco Interamericano de Desarrollo (Bid).
Gómez sostuvo que el programa de Gestión de la sanidad y calidad
agroalimentaria que financia el Banco Interamericano de Desarrollo (Bid) y que
en Argentina tiene como brazo ejecutor al Senasa, impulsa una nueva metodología
de clasificación de los agroquímicos en Argentina.
El planteo se basa en que esa propuesta tiene al menos tres
puntos cuestionables:
- Está basada en criterios y estudios obsoletos.
- No toma en cuenta los efectos de la dosis no letal de dichas sustancias, tal como ocurre con el glifosato.
- No considera la sinergia de dos o más sustancias que, separadamente, pueden ser registradas como menos nocivas a la salud humana y al medio ambiente.
Los resultados de una consulta pública sobre el proyecto
para la revisión de los criterios de clasificación toxicológica, llevada a cabo
entre el 30 de junio y 30 de agosto de 2011 por el Senasa, no fueron difundidos
hasta ahora.
A nivel local, un equipo de investigación integrado por la
doctora Delia Aiassa, Beatriz Bosch, Fernando Mañas y otros viene elaborando un
trabajo sobre la problemática. El estudio, denominado “Plaguicidas a la carta:
daño genético y otros riesgos”, está a punto de ser editado a través de la
editorial de la
UNRC.
Sergio Bevillacqua, docente de la carrera de Abogacía, integra
el equipo interdisciplinario que fue citado como perito en el juicio de
Ituzaingó Anexo este año.
Bevillacqua sostiene que uno de los problemas centrales de
la clasificación de los agroquímicos es que no considera las condiciones reales
de aplicación, sino que se basa en pruebas de laboratorio.
No miden los efectos crónicos
En este sentido, precisó que sólo se considera el riesgo de
intoxicación aguda inmediata, y no los posibles daños a la salud a largo plazo
de sustancias reconocidas como tóxicas (riesgo de intoxicación crónica).
“Se le asigna poca importancia al contacto repetido y
prolongado en el tiempo, que no produce efectos que se puedan percibir
inmediatamente. Este efecto crónico suele ser acumulativo y reflejarse en daño
a diversos órganos y sistemas, causando enfermedades en el mediano o largo
plazo, en períodos más tardíos de la vida o en la descendencia”, señaló el
profesor Sergio Bevillacqua.
Cómo se establece la clasificación de los químicos
Esta clasificación se basa en las directivas del Globally
Harmonized System of Classification and Labelling of Chemicals (GHS) y de la ONU referidas a los
ingredientes activos (los componentes tóxicos) de los plaguicidas y en estudios
sobre la toxicidad aguda que tienen estas sustancias en roedores.
Las clasificaciones basadas en la toxicidad aguda se definen
en función de la capacidad del plaguicida de producir un daño agudo a la salud
a través de una o múltiples exposiciones durante un período de tiempo
relativamente corto, y se mide a través de lo que los investigadores llaman
Dosis Letal 50 oral o dérmica en ratas.
Para incluir un plaguicida en esta clasificación debe
determinarse la Dosis
Letal 50 (DL50) para las diferentes vías de ingreso del
plaguicida al organismo (vía oral, vía dérmica y vía respiratoria en diferentes
especies de animales).
La clasificación del Senasa califica la peligrosidad de los
agroquímicos en cuatro niveles.
Los de la clase I-a son los productos considerados
“extremadamente peligrosos”, mientras que los de la clase I-b se entienden como
“altamente peligrosos”.
Los agroquímicos de clase II son “moderadamente peligrosos”,
los de clase III “ligeramente peligrosos” y los de clase IV se consideran como
“productos que normalmente no ofrecen peligro”.
Tal como explica el profesor Sergio Bevillacqua, “la
toxicidad de un plaguicida no necesariamente tiene que ver con el olor, ni con
el color del mismo: que un producto huela poco o mucho, bien o mal, y que sea
claro u oscuro, transparente o turbio, es del todo secundario y nada tiene que
ver con su toxicidad”
Fuente:
Reclaman al Senasa que reclasifique el glifosato para limitar más su uso, 10/12/12, El Puntal de Río Cuarto.
No miden los efectos crónicos, 10/12/12, El Puntal de Río Cuarto.
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