Tras el eventual cierre de Dioxitek, la solución ambiental
más viable es el confinamiento de material en el sitio. Hay 56 mil toneladas de
desechos. Es vital la participación de los vecinos.
La semana pasada, la Municipalidad de
Córdoba clausuró la planta de Dioxitek, conocida como la “Atómica” de Alta
Córdoba, y reabrió el debate sobre qué hacer con esta instalación.
Si bien es probable que se llegue a un acuerdo para su
reapertura provisoria, es inevitable su cierre definitivo en el mediano plazo.
Esto dependerá de que la
Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) defina el sitio
de instalación de la nueva planta.
Una vez cerrada, el dilema siguiente es saber qué hacer con
el pasivo ambiental que quedará en una zona muy poblada de la ciudad de
Córdoba.
En el sitio hay 35 mil metros cúbicos de residuos
radiactivos (el conocido “chichón”) que equivalen a 56 mil toneladas. El
material radiactivo es de baja intensidad (uranio, radio 226, radón 222 y plomo
210) y también hay metales pesados como vanadio, cobre, zinc y cromo.
Una opción es trasladar los residuos a otro sitio para su
disposición final. En algún momento se barajó como destino Los Gigantes (cerca
de Tanti), la mina de donde se extrajo uranio en la década de 1980 y que Cnea
también debe remediar.
Se calcula que para el transporte del material serían
necesarios realizar, durante siete u ocho meses, 27 viajes diarios con camiones
capaces de llevar 15 toneladas de desechos.
El problema es que los vehículos deberían pasar por
localidades que ya se han declarado libres de material radiactivo.
Pero a su vez, al remover los residuos, el polvo con
material contaminado podría dispersarse en el ambiente. “Trasladar los residuos
lleva a otros riesgos y el sitio no queda del todo remediado”, señala Juan
Carlos Villalonga, ambientalista experto en energía nuclear, presidente de la ONG Los Verdes.
“De las opciones, ninguna es satisfactoria. El traslado de
material radiactivo es una de las actividades más resistidas en el mundo. Sin
embargo, la manipulación en la zona representa un potencial daño a la población
cercana que resulta inaceptable”, señala Mauro Fernández, coordinador campaña
de Energía de Greenpeace Argentina.
Ambos ambientalistas coinciden en que hay la opción “menos
mala” es confinarlos en el mismo lugar, y que para ello se debe darle
participación a los vecinos.
También coinciden en que la solución final al problema es
que el país abandone definitivamente el uso de tecnología nuclear para producir
energía.
“La CNEA
debe hacerse responsable y proceder al saneamiento en forma ampliamente
participativa. Lo establece el préstamo que el Banco Mundial le concedió para
tal fin en 2010. Independientemente del rumbo que se adopte para la remediación
del sitio, el pueblo debe formar parte de la decisión”, dice Fernández.
En tanto, Alicia Morales Lamberti, especialista en derecho
ambiental de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC), señala: “La sola
remediación del sitio no significa que la reparación del daño ambiental sea
íntegra. Existe una relación de graduación en cuanto a la obligación de
restauración, que debe guardar relación con los umbrales de aceptación social
de la comunidad afectada”.
En el trabajo publicado en la revista Estudios de Derecho
Ambiental de la Facultad
de Derecho de la UNC
en 2008, explica que ese daño ambiental no puede ser restringido en términos
meramente patrimoniales o financieros, sino que “debe ser comprensivo también
de la lesión de intereses más generales, de naturaleza social, igualmente
susceptibles de valoración y reparación”.
Villalonga señala que a pesar del confinamiento,
probablemente no se le pueda dar un nuevo uso al sitio. “A priori, el espacio
no se podría recuperar y deberá estar controlado y sin acceso al público por
años”, comenta.
El objetivo del confinamiento es aislar los desechos del
contacto con napas de agua y evitar que la erosión por el viento o la lluvia
esparzan este material.
Para ello, no es necesaria una cobertura de cemento y plomo
como ocurre cuando se fractura una central nuclear. En Malargüe, la Cnea tiene que remediar un
sitio similar. Allí se utiliza arcilla compactada, grava y arena para cubrir
los desechos.
¿Reapertura?
Clausura. El cierre de Dioxitek, propiedad de la Cnea , se debió a problemas de
seguridad y de falta de permisos. La planta no tiene la habilitación del
municipio. Los problemas de seguridad son: sistema de incendios inoperable,
señalización escasa, iluminación de emergencia escasa y pintura.
Acuerdo. Hoy podría llegarse a un acuerdo entre la Municipalidad y la
empresa para su reapertura, según informaron sus directivos a los operarios.
Desde la empresa no formularon declaraciones.
Impuestos. Dioxitek tiene un argumento contundente a su
favor. Si bien no tiene habilitación municipal, ha pagado religiosamente los
impuestos municipales por su actividad industrial.
¿Qué tan radiactivos son los desechos del
"chichón"?
El material acumulado en el “chichón” de Alta Córdoba es de
radiactividad baja. Pero también hay metales pesados.
Según Villalonga, no hay estudios actuales sobre el estado
del “chichón”, tanto en su composición como en el grado de aislamiento que
tiene.
Estudios anteriores detectaron la presencia de radón,
elemento que emite radiación alfa. Este tipo de radiación recorre una corta
distancia (centímetros) y puede ser detenida por la piel y hasta por el papel.
Pero si se introduce en el organismo una sustancia emisora
de radiación alfa, ésta libera toda su energía hacia las células circundantes,
y proporciona dosis interna al tejido sensible, que no está protegido por la
piel. El problema recrudece si ese contacto se da de manera crónica.
Es decir que el único riesgo sería ingerir este material
tanto a través de las vías respiratorias como digestiva.
De allí la importancia de evitar que los desechos se filtren
en las napas de agua o se dispersen en la atmósfera por acción del viento.
La radiación alfa difiere de la radiación gamma, que puede
emitir una sustancia altamente radiactiva como el núcleo de una central
atómica.
La radiación gamma puede recorrer largas distancias y para
frenarla se necesitan sistemas de confinamiento construidos con hormigón y
plomo.
La radiación puede producir daños en el ADN, y de esta
manera llevar a la formación de células cancerosas.
A su vez, en el “chichón” fueron detectados niveles de
metales pesados por encima de los valores guías para calidad de suelo que fija la Ley Nacional de
Residuos Peligrosos 24.051.
Fuente:
Aconsejan no mudar los residuos radiactivos de la "Atómica", 03/10/12, La Voz del Interior. Consultado 04/10/12.
¿Qué tan radiactivos son los desechos del "chichón"?, 03/10/12, La Voz del Interior. Consultado 04/10/12.

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