jueves, 4 de octubre de 2012

Aconsejan no mudar los residuos radiactivos de la "Atómica"


Tras el eventual cierre de Dioxitek, la solución ambiental más viable es el confinamiento de material en el sitio. Hay 56 mil toneladas de desechos. Es vital la participación de los vecinos.

La semana pasada, la Municipalidad de Córdoba clausuró la planta de Dioxitek, conocida como la “Atómica” de Alta Córdoba, y reabrió el debate sobre qué hacer con esta instalación.

Si bien es probable que se llegue a un acuerdo para su reapertura provisoria, es inevitable su cierre definitivo en el mediano plazo. Esto dependerá de que la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea) defina el sitio de instalación de la nueva planta.

Una vez cerrada, el dilema siguiente es saber qué hacer con el pasivo ambiental que quedará en una zona muy poblada de la ciudad de Córdoba.

En el sitio hay 35 mil metros cúbicos de residuos radiactivos (el conocido “chichón”) que equivalen a 56 mil toneladas. El material radiactivo es de baja intensidad (uranio, radio 226, radón 222 y plomo 210) y también hay metales pesados como vanadio, cobre, zinc y cromo.

Una opción es trasladar los residuos a otro sitio para su disposición final. En algún momento se barajó como destino Los Gigantes (cerca de Tanti), la mina de donde se extrajo uranio en la década de 1980 y que Cnea también debe remediar.

Se calcula que para el transporte del material serían necesarios realizar, durante siete u ocho meses, 27 viajes diarios con camiones capaces de llevar 15 toneladas de desechos.

El problema es que los vehículos deberían pasar por localidades que ya se han declarado libres de material radiactivo.

Pero a su vez, al remover los residuos, el polvo con material contaminado podría dispersarse en el ambiente. “Trasladar los residuos lleva a otros riesgos y el sitio no queda del todo remediado”, señala Juan Carlos Villalonga, ambientalista experto en energía nuclear, presidente de la ONG Los Verdes.

“De las opciones, ninguna es satisfactoria. El traslado de material radiactivo es una de las actividades más resistidas en el mundo. Sin embargo, la manipulación en la zona representa un potencial daño a la población cercana que resulta inaceptable”, señala Mauro Fernández, coordinador campaña de Energía de Greenpeace Argentina.

Ambos ambientalistas coinciden en que hay la opción “menos mala” es confinarlos en el mismo lugar, y que para ello se debe darle participación a los vecinos.

También coinciden en que la solución final al problema es que el país abandone definitivamente el uso de tecnología nuclear para producir energía.
La CNEA debe hacerse responsable y proceder al saneamiento en forma ampliamente participativa. Lo establece el préstamo que el Banco Mundial le concedió para tal fin en 2010. Independientemente del rumbo que se adopte para la remediación del sitio, el pueblo debe formar parte de la decisión”, dice Fernández.

En tanto, Alicia Morales Lamberti, especialista en derecho ambiental de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), señala: “La sola remediación del sitio no significa que la reparación del daño ambiental sea íntegra. Existe una relación de graduación en cuanto a la obligación de restauración, que debe guardar relación con los umbrales de aceptación social de la comunidad afectada”.

En el trabajo publicado en la revista Estudios de Derecho Ambiental de la Facultad de Derecho de la UNC en 2008, explica que ese daño ambiental no puede ser restringido en términos meramente patrimoniales o financieros, sino que “debe ser comprensivo también de la lesión de intereses más generales, de naturaleza social, igualmente susceptibles de valoración y reparación”.

Villalonga señala que a pesar del confinamiento, probablemente no se le pueda dar un nuevo uso al sitio. “A priori, el espacio no se podría recuperar y deberá estar controlado y sin acceso al público por años”, comenta.

El objetivo del confinamiento es aislar los desechos del contacto con napas de agua y evitar que la erosión por el viento o la lluvia esparzan este material.

Para ello, no es necesaria una cobertura de cemento y plomo como ocurre cuando se fractura una central nuclear. En Malargüe, la Cnea tiene que remediar un sitio similar. Allí se utiliza arcilla compactada, grava y arena para cubrir los desechos.

¿Reapertura?

Clausura. El cierre de Dioxitek, propiedad de la Cnea, se debió a problemas de seguridad y de falta de permisos. La planta no tiene la habilitación del municipio. Los problemas de seguridad son: sistema de incendios inoperable, señalización escasa, iluminación de emergencia escasa y pintura.

Acuerdo. Hoy podría llegarse a un acuerdo entre la Municipalidad y la empresa para su reapertura, según informaron sus directivos a los operarios. Desde la empresa no formularon declaraciones.

Impuestos. Dioxitek tiene un argumento contundente a su favor. Si bien no tiene habilitación municipal, ha pagado religiosamente los impuestos municipales por su actividad industrial.

¿Qué tan radiactivos son los desechos del "chichón"?

El material acumulado en el “chichón” de Alta Córdoba es de radiactividad baja. Pero también hay metales pesados.

Según Villalonga, no hay estudios actuales sobre el estado del “chichón”, tanto en su composición como en el grado de aislamiento que tiene.

Estudios anteriores detectaron la presencia de radón, elemento que emite radiación alfa. Este tipo de radiación recorre una corta distancia (centímetros) y puede ser detenida por la piel y hasta por el papel.

Pero si se introduce en el organismo una sustancia emisora de radiación alfa, ésta libera toda su energía hacia las células circundantes, y proporciona dosis interna al tejido sensible, que no está protegido por la piel. El problema recrudece si ese contacto se da de manera crónica.

Es decir que el único riesgo sería ingerir este material tanto a través de las vías respiratorias como digestiva.

De allí la importancia de evitar que los desechos se filtren en las napas de agua o se dispersen en la atmósfera por acción del viento.

La radiación alfa difiere de la radiación gamma, que puede emitir una sustancia altamente radiactiva como el núcleo de una central atómica.

La radiación gamma puede recorrer largas distancias y para frenarla se necesitan sistemas de confinamiento construidos con hormigón y plomo.

La radiación puede producir daños en el ADN, y de esta manera llevar a la formación de células cancerosas.

A su vez, en el “chichón” fueron detectados niveles de metales pesados por encima de los valores guías para calidad de suelo que fija la Ley Nacional de Residuos Peligrosos 24.051.

Fuente:
Aconsejan no mudar los residuos radiactivos de la "Atómica", 03/10/12, La Voz del Interior. Consultado 04/10/12.
¿Qué tan radiactivos son los desechos del "chichón"?, 03/10/12, La Voz del Interior. Consultado 04/10/12.

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