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Pobladores miran el trabajo de los camiones en Lesotho |
Miles de personas que viven en la región sudafricana de
Lesotho sufren el desplazamiento obligado debido a la futura construcción de
represas de agua.
El agua es una de las principales riquezas de Lesotho,
gracias a la demanda cada vez mayor de la vecina Sudáfrica, pero su explotación
exige la construcción de numerosas represas, lo que perturba la vida hasta
ahora tranquila de las poblaciones rurales.
El último ejemplo lo constituye la represa de Metolong,
financiada por capitales occidentales y árabes y construida por una empresa
china.
"No tengo ninguna idea de cuándo ni dónde vamos a
mudarnos. No me molesta mudarme porque estamos cerca de la represa y podría
poner mi vida en peligro. Pero al mismo tiempo, tengo este terreno aquí y dudo
que me compensen realmente", dice Mamoiehi Tsapane, una campesina que vive
a dos pasos de la obra.
"Más vale que no se muevan. Es mejor aquí", opina
Michael Lenka, un obrero contento de haber conseguido trabajo en la obra.
Miles de personas fueron desplazadas para la construcción de
dos represas en Katse y Mohale, ya terminadas, destinadas a abastecer con agua
corriente la región de Johannesburg.
Ahora vienen las de Metolong y Polihali y más tarde deben
construirse dos más, lo que permitirá estimular el crecimiento económico de
Lesotho que en 2013 será, según las previsiones, de 6 %.
Además, Lesotho, que necesita financiamiento y empleos,
firmó un mega contrato hidroeléctrico y eólico de 15.000 millones de dólares
con varias firmas chinas, cuyo nombre no ha sido revelado.
La mayor parte del agua y de la electricidad producida por
esos proyectos será absorbida por Sudáfrica, cuyas fronteras rodean completamente
Lesotho, un pequeño país cuyos recursos se limitan a algunas minas de diamantes
y una modesta industria textil.
"Me preocupa que va a pasar con las tierras. Si por lo
menos supiera donde me van a alojar", dice Tsapane, que gracias a la obra
pudo ganar un poco de dinero alquilando dos de los cuartos de su casa a obreros
de la represa.
En otros lugares, la mayoría de los que debieron abandonar
sus hogares a causa de las represas dicen que el cambio los ha perjudicado.
La mayoría viven en casas nuevas, construidas en nueva
localidades con múltiples servicios -escuela, hospital, electricidad- que antes
no existían o estaban lejos. Pero se sienten sobre todo perjudicados
culturalmente.
"Mi vida era mejor antes", afirma Mampai Lesgapa,
62 años, cuyas tierras de cultivo quedaron bajo las aguas de la represa de
Mohale en 2002.
"Ahora todo es peor. Debo comprar cosas todos los días
y no tengo dinero", dice enfáticamente. Lesgapa tiene una linda casa
nueva, pero casi no puede acceder a la electricidad, salvo dos o tres veces por
mes, y sobrevive fabricando escobas, pero ahora tiene que comprar la paja que
antes cultivaba en su granja.
Las familias desplazadas reciben una indemnización de 2.000
malotis (190 euros) por año durante cincuenta años o 24.000 malotis (2.300
euros) en una sola vez, lo que constituye un pequeño capital.
Algunos lo utilizan para fundar pequeñas empresas de
transporte. "Pero si el coche tiene un problema no lo podemos
reparar", se queja Lebohang Kolotsane, refiriéndose a una empresa de
taxímetros.
"No es fácil contentar a todos. La gente fue
indemnizada", asegura Lucy Sekoboto, de la comisión de asuntos del agua de
Lesotho, que destaca que las indemnizaciones son entregadas por adelantado para
que los habitantes puedan prepararse con anticipación.
"Si tienen dificultades es lógico que critiquen",
agrega, tanto más cuanto que en las obras precedentes hubo problemas de
corrupción. A diferencia de las otras represas, Metolong está destinada a
abastecer en agua y electricidad a los habitantes de Lesotho.
Fuente:
- Observador Global.com, 17/06/12, Explotación del agua, una pesadilla para la población de Lesotho. Consultado 18/06/12.
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