sábado, 9 de junio de 2012

El discurso antiminero de Humala comienza a volvérsele en contra

Defensor del agua antes que la extracción de minerales, el presidente de Perú, Ollanta Humala, reprimió protestas indígenas y ecologistas que intentaban frenar los programas mineros de empresas multinacionales. Hay un fuerte rechazo de algunos sectores que lo apoyaron en la campaña presidencial.

"Quien siembra vientos recoge tempestades", versa un refrán que retrata la situación política actual del presidente peruano Ollanta Humala.

Tanto en 2006 como en 2011, el entonces candidato presidencial Humala promovió como bandera electoral la defensa del agua y los recursos naturales, y el rechazo a los proyectos mineros. Alentó el resentimiento de las poblaciones pobres y rurales hacia las empresas mineras, a las que acusó de enriquecerse a costa de contaminar el medio ambiente.

- "¿Qué es más importante el agua o el oro?", indicó en el fragor de la campaña el candidato en la región andina de Cajamarca.

- "El agua", respondió a viva voz un emocionado auditorio compuesto por un campesinado activo y deliberante.

Ahora, Humala, un ex teniente coronel del ejército, se encuentra cercado por las protestas antimineras de miles de campesinos que lo acusan de traidor, de haber olvidado sus ideales y de haberse vendido a los intereses de los grandes capitales.

Las protestas han sido encabezadas por las autoridades regionales e incluso han insinuado que el presidente podría afrontar el mismo destino de los mandatarios depuestos en Ecuador. A ellos se han sumado algunos de los políticos de la alianza que lo llevó al poder, que renunciaron a ella, y que podrían comprometer su gobernabilidad en el Congreso.

Humala fue elegido bajo un programa económico ecléctico, que prometía un cambio de fondo al modelo económico de corte neoliberal pero sin comprometer el crecimiento económico del país que, precisa e irónicamente, se ha basado en dicho modelo en los últimos años.

Las movilizaciones y protestas iniciaron a los pocos meses de que Humala estuviera en el gobierno.

En la provincia andina de Espinar, en la región de Cusco, unos 8.000 campesinos intentaron tomar los campamentos mineros de la empresa suiza Xstrata, que explota cobre y planea expandir sus operaciones este año.

Represión a los campesinos
La respuesta de Humala fue declarar el estado de emergencia por 30 días, cuyo carácter draconiano autoriza la suspensión temporal de derechos fundamentales como la libertad de locomoción y de reunión y a las autoridades la potestad de detener a quien intente ejercer estas garantías.

Humala también envió contingentes de policías a la zona, donde previamente se habían presentado violentos choques que dejaron dos personas muertas y decenas de policías heridos.

En lo que va de este gobierno, que cumplirá recién su primer año de gestión a fines de julio, ya se contabilizan 12 muertos en protestas sociales.

Los campesinos de Espinar culpan a Xstrata de contaminar el agua y basan sus acusaciones en un informe del ministerio de Salud, que reveló la presencia de mercurio en fuentes de agua de siete comunidades campesinas de la zona.

En Cajamarca, al norte del país, cientos de campesinos se rebelaron en noviembre contra un ambicioso proyecto minero llamado Conga, de la compañía estadounidense Newmont, que implica una inversión de 4.800 millones de dólares y que cuatro lagunas sean drenadas. Dos de ellas serían utilizadas como depósito de relaves mineros.

La respuesta de Humala fue la misma: decretó el estado de emergencia el 5 de diciembre, que fue derogado sin mayores incidentes diez días después.

Promesas incumplidas
Algunas marchas siguieron y la comunidad dio plazo al gobierno hasta mayo para que declarara el proyecto minero inviable. El gobierno no lo hizo y el campesinado, alentado también por autoridades locales, se declaró en paro y organizó protestas.

"Humala nos dijo que iba a poner orden en las transnacionales, que iba a haber revisión de los contratos... que se multarían a las empresas que han contaminado y envenenado el ambiente", expresó Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca en un mitin en la plaza principal de la ciudad.

El lunes la congresista oficialista Verónika Mendoza, representante del Cusco, puso en evidencia la decepción que existe entre las filas de la alianza oficialista Gana Perú, que llevó a Humala a la presidencia, al presentar su renuncia irrevocable.

A ella se le sumaron horas después los congresistas Javier Diez Canseco, y Rosa Mavila, representantes del sector izquierdista del partido de gobierno. Y el jueves se les unió también el congresista cusqueño Rubén Coa.

Programa electoral variado
El programa de la "gran transformación" fue el que presentó Humala originalmente cuando se postuló a la presidencia el año pasado. Proponía un cambio en el modelo neoliberal para garantizar la inclusión social de los menos favorecidos. Entonces, ganó la primera vuelta con 31 % de votos básicamente de los sectores rurales y las clases populares.

Luego, para captar más votos en la segunda vuelta, le anexó un documento que llamó "hoja de ruta" por el que se comprometió a no interrumpir el ciclo de crecimiento económico que ha experimentado Perú en los últimos tiempos, y consiguió que parte las clases medias le apoyaran, mas que por convicción, para evitar que ganara su rival, Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, quien cerró el Congreso peruano en 1992 y gobernó autoritariamente hasta 2000.

"La Gran Transformación la vamos a hacer así les guste o no a los extremistas", señaló Humala durante la inauguración de una obra pública en Lima. "La cumpliremos de manera firme, sin sobresaltos, sin miedo, sin violencia".

Hasta Keiko Fujimori, a quien apoyó mayoritariamente el empresariado peruano en las urnas, ironizó en su cuenta de Twitter sobre el viraje del mandatario: "Qué vueltas que da la vida. Ahora el presidente Humala defiende a las empresas mineras".

Manrique dice que es la misma historia que se repite en Perú en las últimas décadas, "que los perdedores en las elecciones terminan gobernando, porque quienes son elegidos terminan asumiendo el programa de aquellos contra quienes se levantaron".

Ocurrió con Fujimori, con Alejandro Toledo (2001-2006) y con Alan García (2006-2011), quienes consiguieron la presidencia prometiendo un cambio a las clases populares, pero terminaron gobernando de la mano de la clase empresarial.

Fuente:
Observador Global.com, 08/06/12, El discurso antiminero de Humala comienza a volvérsele en contra.

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