Entrevista con Osvaldo Bayer
Después de indagar durante décadas en la trama de los
episodios más oscuros de la historia argentina, ahora es el turno de la
actualidad. Desde la mirada del observador crítico, Osvaldo Bayer señala
avances y retrocesos de la gestión de gobierno, manifiesta su preocupación por
el presente de los pueblos originarios y relata en detalle su conflicto con
Hebe de Bonafini, la titular de Madres de Plaza de Mayo. Una entrevista sin
filtros, un debate abierto a partir de la opinión de un referente de amplitud
que, aún hoy, sigue apostando por el socialismo en libertad como el mejor
sistema posible. Además, opinan Guillermo Saccomanno, Marcelo Valko, Néstor
Kohan y Julio Ferrer. Fotos: Mariana Berger. Ilustración: Julio Ibarra
Un ventarrón insondable lo empuja. No le permite quedarse
quieto, le niega el beneficio de anclar su osamenta de historiador en un
puerto seguro. El viento lo moviliza. Lo lleva por todas las provincias. Lo
escucha contar anécdotas, compartir recuerdos, generar polémicas, incitar
debates, alentar a los luchadores. A su alrededor, el escenario se modifica
tanto como los auditorios. Una mesa, una silla, un micrófono. Un pequeño teatro
comunitario, el galpón de una fábrica recuperada, una biblioteca de pueblo
perdida en la ruta. Va a cumplir 86 años, y tal vez la armadura del guerrero
acuse los achaques del tiempo, pero el patagónico ventarrón lo va llevando de
un extremo a otro del país.
Muy de vez en cuando, detiene su andar. Frena el vértigo de ese viento inquieto y se permite descansar algunas horas en El Tugurio, su guarida de libros y recortes de diarios en el barrio de Belgrano. Pero allí también las pausas se interrumpen cuando se escucha el teléfono o suena el timbre de la puerta. Otra vez a la batalla. Otra vez el ventarrón insondable que sopla recuerdos y opiniones ante la curiosidad de los cronistas de turno. Esta vez no es la entrañable biografía de Severino Di Giovanni la que nos convoca. Tampoco la memoria de la gesta obrera en la rebelde Patagonia del siglo pasado. La oportunidad ahora es escucharlo opinar sobre la cruda actualidad, anotar sus impresiones sobre el gobierno y sobre su repudio visceral por las opciones de la derecha; registrar las deudas pendientes de una democracia injusta e incompleta, dar cuenta de su tristeza por los conflictos con Hebe y sus Madres de Plaza de Mayo. Otra vez, Osvaldo Bayer habla. Y un rebelde ventarrón despeina su mirada libertaria.
Muy de vez en cuando, detiene su andar. Frena el vértigo de ese viento inquieto y se permite descansar algunas horas en El Tugurio, su guarida de libros y recortes de diarios en el barrio de Belgrano. Pero allí también las pausas se interrumpen cuando se escucha el teléfono o suena el timbre de la puerta. Otra vez a la batalla. Otra vez el ventarrón insondable que sopla recuerdos y opiniones ante la curiosidad de los cronistas de turno. Esta vez no es la entrañable biografía de Severino Di Giovanni la que nos convoca. Tampoco la memoria de la gesta obrera en la rebelde Patagonia del siglo pasado. La oportunidad ahora es escucharlo opinar sobre la cruda actualidad, anotar sus impresiones sobre el gobierno y sobre su repudio visceral por las opciones de la derecha; registrar las deudas pendientes de una democracia injusta e incompleta, dar cuenta de su tristeza por los conflictos con Hebe y sus Madres de Plaza de Mayo. Otra vez, Osvaldo Bayer habla. Y un rebelde ventarrón despeina su mirada libertaria.
- Tu opinión como observador del presente siempre está
marcada por la preocupación por algunos temas sociales pendientes. En relación
con la gestión del gobierno, ¿dónde señalarías sus avances y en qué retrocedió
o muestra una continuidad con procesos anteriores?
Este gobierno tiene
algunas cosas muy positivas. Ha sido capaz de juzgar a los criminales
uniformados de la última dictadura y culpables de la muerte de tantos jóvenes
soldados en la guerra de Malvinas. Eso hay que reconocérselo. En mi vida he
pasado trece dictaduras militares y todos los dictadores murieron
tranquilamente en la cama de sus residencias, cobrando sus sueldos de
generales. Más todavía; el primer dictador de todos, el fusilador de obreros,
José Félix Uriburu, tiene un monumento frente a la ciudad de Balcarce y nadie
ha sido capaz de sacarlo en todos estos años: ningún presidente ni gobernador ni
intendente. Es decir, siempre se los consideró presidentes y no dictadores. A
los 80 años veo ya desde hace cinco que esto por fin ha cambiado. Los militares
van a pensarlo mejor antes de animarse a hacer golpes de Estado, y espero que
el pueblo aprenda también a salir a la calle en caso de un golpe militar para
defender a los presidentes que ha elegido. También, claro, que esos presidentes
no huyan como lo hicieron todos en la historia argentina... algunos en forma
patética, otros se fueron modernizando y ya huyen en helicóptero.
Entonces, hay mucho que aprender para ir cimentando cada vez
más la democracia. Además están los partidos con representación parlamentaria,
todos opositores a muerte pero que no representan ninguna alternativa política,
salvo la ultra conservadora; con la excepción del socialismo en Santa Fe, que
ha hecho cosas positivas y ha demostrado ser un gobierno honesto.
Por eso tenemos que seguir luchando desde abajo. Siempre
digo que mientras haya villas miseria no habrá una verdadera democracia, porque
por lo menos tendría que asegurar un techo digno a las familias con hijos.
Tampoco la hay mientras haya niños con hambre; y hasta en las estadísticas
oficiales se reconoce que hay un porcentaje de niños desnutridos. Entonces, no
tenemos que conformarnos con poner un papelito en la urna cada dos años porque
eso no es verdadera democracia. Lo sería si todos los partidos contaran con los
mismos fondos para sus publicidades, pero hoy hay algunos que tienen millones y
ganan solamente con el candidato sonriente en los carteles callejeros.
Es verdad que a este gobierno le faltan dos cosas
fundamentales: el cuidado de la ecología, desarrollar una política en eso y
desechar todas las inversiones (aunque sean muy comprometedoras) que afectan
nuestro panorama ecológico, nuestro paisaje, nuestra cultura. Y la otra es
seguir una línea de conducta respecto de los pueblos originarios; reconocerlos
propietarios de las tierras comunitarias donde están desde hace siglos y
otorgarles la seguridad de que no se los va a reprimir ferozmente, como
sucedió, por ejemplo, en Formosa.
- Con respecto a esa represión contra los qom, ordenada por
el gobernador justicialista Gildo Insfrán, ¿en que falló el Estado y cuál
debería haber sido la respuesta del gobierno nacional?
Por ejemplo, también en el caso del Hotel BAUEN, que siempre
la justicia les está dando la razón a los antiguos propietarios: hay que
defender la cooperativa, esa es una forma de profundizar la democracia en la Argentina. Además ,
los obreros lo tomaron y armaron la cooperativa cuando se cerró el hotel y lo
han convertido en un espacio realmente progresista: se hacen actos, viajan
todos los representantes del gremialismo del interior, etc. El gobierno
nacional tiene que defender eso pese a que la justicia diga otra cosa: dictar
una ley, mover al Congreso...
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 108
- mayo 2012)
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