Una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid , fundamentada en archivos históricos, ha
podido conocer las precipitaciones y avenidas fluviales que tuvieron lugar en
la segunda mitad del siglo XVI en las cuencas del Duero y el Tajo. El trabajo
ha permitido el análisis de la evolución histórica del medio natural y para la
comprensión de los actuales cambios climáticos y ambientales.
Con el objetivo de conocer cómo en la segunda mitad del
siglo XVI varió el clima en las cabeceras de las cuencas del Duero y el Tajo
situadas a ambos lados del Sistema Central, la profesora Teresa Bullón Mata,
del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma
de Madrid (UAM), hurgó en infinidad de documentos históricos buscando indicios
que demostraran influencias de los cambios meteorológicos sobre la vida
cotidiana de las personas de la época.
De este modo -transformando datos cualitativos en índices
numéricos- logró reconstruir la intensidad, magnitud y frecuencia de los
principales episodios de lluvias e inundaciones que hace cerca de cinco siglos
acaecieron en las cuencas del Tajo y el Duero, hasta el punto de poder
establecer series estadísticas mensuales, estacionales y anuales.
El estudio fue publicado recientemente en Natural Hazardsand Earth System Sciences, revista de la European Geosciences
Union especializada en el análisis interdisciplinar de riesgos naturales. Los
datos en los que se fundamenta el trabajo proceden del Archivo General de
Palacio, el Archivo General de Simancas, el Archivo Histórico Nacional, los
Archivos municipales de las villas de Madrid, Torrelaguna y Arganda, y de
algunos manuscritos de la Biblioteca Nacional de España así como de la British Library.
Todos ellos fueron interpretados y verificados comprobando su concordancia con
hechos históricos suficientemente probados, y cuidando la ausencia de
contradicciones respecto a otras informaciones de la misma fecha provenientes
de distinta fuente.
El estudio, que desde el punto de vista metodológico y
temático se sitúa a medio camino entre ciencias y letras, constituye un ejemplo
de las posibilidades que ofrece la investigación histórica y geográfica para el
análisis de la evolución histórica del medio natural y para la comprensión de
los cambios climáticos y ambientales contemporáneos.
Centrándose en el análisis de las condiciones climáticas
propias del siglo XVI, el trabajo aporta numerosos datos inéditos sobre
avenidas fluviales mucho antes de que existieran registros de aforo. Una
utilidad directa de sus resultados es la posibilidad que ofrece de mejorar las
secuencias históricas necesarias para la prevención de las avenidas, en línea
con lo expresado en la directiva europea 903/60 relativa a la evaluación y
gestión de los riesgos de inundación.
Algunos resultados del estudio
En cuanto a las precipitaciones, el estudio evidencia un
decrecimiento a partir de la mitad de la década de 1570, que continúa hasta el
final del siglo. La disminución de las precipitaciones es más acusada en
primavera que en otoño e invierno, lo cual tiene consecuencias medioambientales
y económicas. Muchos de los datos de la época indican el deterioro de las masas
forestales y la reducción de la actividad ganadera por falta de pastos durante
la primavera. También se aprecia cómo las cosechas de cereal disminuyen muy
apreciablemente en los años 90 respecto a las de los años 1560-1580.
En cuanto a las avenidas fluviales, el trabajo determina un
total de 31 años en los que ocurrió alguna crecida (con o sin daños) en los
ríos pertenecientes al grupo de la cuenca del Tajo; 19 años en el grupo de la
cuenca del Duero. El número total de crecidas registradas, teniendo en cuenta
todas las estaciones, es de 51 en el Tajo y de 29 en el Duero. Las avenidas
ocurren desde octubre a enero y de marzo a mayo, disminuyendo considerablemente
entre junio y septiembre. Éstas se concentran en primavera (35 %), otoño (23 %)
e invierno (33 %) en el Tajo, y en primavera (43 %), otoño (15 %) e invierno (42 %)
en el Duero. Las avenidas de primavera se producen en un 66 % en tramos bajos. Las
avenidas de invierno y de otoño se producen en todos los tramos de ríos,
incluidos los de primer orden en el Tajo. En el Duero no hay, en ninguna de las
estaciones, diferenciación estadística apreciable en los tramos de río que
sufren inundación.
De modo más general, el trabajo determina tres periodos
claramente diferenciados por sus niveles de lluvias e inundaciones. El primero,
situado entre 1557 y 1573, es un periodo húmedo, en el que hay abundantes y
continuas precipitaciones, mayores que los valores normales, aunque las
avenidas no son extraordinariamente importantes. El segundo periodo, entre 1574
y 1584, es un período seco, en el que tanto las precipitaciones como las
avenidas descienden por debajo de lo valores normales. En el tercero, desde 1585 a 1599, vuelven a ser
importantes las avenidas, aunque hay menor número de incidencias por daños
provocados por las precipitaciones. Este tercer grupo de años se caracteriza
por una gran irregularidad interanual y estacional, pues a lo largo del mismo
ocurren las mayores avenidas registradas en los documentos consultados y las
sequías de mayor importancia.
Todos estos acontecimientos hidrológicos y pluviométricos
son coetáneos de un régimen de temperaturas más frío de lo normal, por lo que
el estudio argumenta que las avenidas que se produjeron pudieron haber estado
influidas en cierta medida por desequilibrios en el balance hídrico general.
Fuente:
- Ambientum, 30/11/2011, "Las inundaciones del siglo XVI explican parte de los cambios ambientales actuales".
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