Cada vez hay más pruebas que demuestran que la contaminación por radiación en el medio ambiente afecta desproporcionadamente a las mujeres y a los niños pequeños. Quienes abogan por ampliar la producción de armas y energía nuclear ignoran y contradicen deliberadamente las pruebas de sus efectos nocivos, lo que forma parte de un patrón de supresión que se remonta a los albores de la era nuclear, hace un siglo. Los científicos que revelaron los efectos nocivos de la radiación fueron ridiculizados y se les confiscaron sus fondos y sus datos.
Por Juan Vernieri
El patrón de supresión sigue vigente hoy en día, pero con la prisa por construir centros de inteligencia artificial alimentados con energía nuclear y la inminente carrera armamentística nuclear, se ha acelerado.
Las afirmaciones falsas y los argumentos absurdos de la industria nuclear se repiten cada vez más y sin crítica alguna, sin que sean debidamente cuestionados.
Las verdades nucleares que no te dirán
Los científicos llevan debatiendo sobre los riesgos para la salud que presenta la radiación desde finales del siglo XIX, cuando se descubrió por primera vez la radiactividad. Los primeros científicos pagaron con sus vidas el desconocimiento.
Hoy, con la demanda de electricidad en aumento y las empresas de inteligencia artificial reclamando sus propias plantas de energía nuclear, desde pequeños proyectos de reactores modulares hasta gigantescas construcciones nucleares nuevas, esa discusión centenaria sigue vigente.
Pero ahora es sobre todo una batalla entre los científicos, por un lado, y la industria nuclear, los políticos a los que presiona y los medios de comunicación crédulos, por el otro.
En la actualidad, los científicos están siendo ignorados. La administración Biden propuso triplicar la capacidad nuclear de Estados Unidos para 2050, y se percibe que el presidente Trump también está a favor de la expansión nuclear. A pesar de las montañas de estudios revisados por pares y libros que muestran los efectos nocivos de la radiación, existe un negacionismo persistente que parece inmune a la verificación de los hechos.
Hubo que esperar hasta este siglo para que el gobierno de Estados Unidos admitiera finalmente que la radiación había matado a trabajadores de plantas de armas nucleares. Para el Congreso, indemnizarlos sigue siendo políticamente molesto: los legisladores no lograron prolongar la vigencia de la Ley de Compensación por Exposición a la Radiación que expiró en 2024.
La cobertura mediática repite cada vez más y sin sentido crítico los argumentos de los portavoces de la industria nuclear, que afirman absurdamente que habría que estar al lado de residuos nucleares durante un año para recibir tanta radiación como si se hiciera una radiografía, o que comer un plátano da tanta exposición a la radiación como vivir al lado de una planta nuclear.
Esta es una desinformación peligrosa que se suma a una larga lista existente.
(BN Cindy Folkers y Amanda M. Nichols)
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