Crédito: The Ecologist. |
La energía nuclear, “es la más limpia que existe” dijo el Secretario de Minería de la provincia de Río Negro, geólogo Joaquín Aberastaín Oro. En seis notas anteriores empezamos a ver porque está tan equivocado el funcionario. Vimos efectos dañinos de la minería del uranio y hemos iniciado el desarrollo de los efectos de la contaminación por los residuos nucleares. Pero no se termina ahí, existen multitud de casos que permiten desmitificar su afirmación.
Por Juan Vernieri
La energía nuclear se nutre de la radiactividad y la radiactividad es contaminante para los seres vivos, por eso puede afirmarse que no es limpia.
Sobre las costas occidentales de Inglaterra se encuentra el bellísimo condado de Cumbria, por los años cincuenta allí se hallaba en total funcionamiento la planta nuclear de Windscale, la cual, a diferencia de otras plantas nucleares, no estaba refrigerada por agua, sino por aire proveniente del exterior.
Un día, el núcleo de la unidad 1 se incendió, liberando sustanciales cantidades de contaminación radiactiva en la zona que lo rodeaba. El incidente causó 240 muertes debido al cáncer. No fue evacuado nadie en la zona, pero como se temía que la leche producida en los tambos de la zona de aproximadamente 500 km² alrededor del accidente pudiera estar peligrosamente contaminada, fue diluida y destruida durante un tiempo.
Luego del desastre, el reactor fue enterrado bajo un gran volumen de hormigón y el lugar fue rebautizado. Pero no fue la única vez que allí se liberó radiación.
En el lugar, ahora denominado SELLAFIELD, además del reactor nuclear inactivo Magnox Calder Hall, se encuentran varias instalaciones nucleares: las plantas de reprocesado de combustible nuclear Thorp y Magnox, la segunda estación de energía nuclear comercial del mundo, y otras viejas instalaciones.
En diversas oportunidades se han detectado fugas de agua radiactiva. No se sabe cuánta agua se ha perdido hasta ahora.
Allí se encuentran las piscinas de enfriamiento de los combustibles gastados, como se ve en la imagen.
De esas piletas se produjo la fuga. El terreno quedó contaminado, pero el agua puede migrar y ampliar la zona de contaminación, es necesario entonces monitorear continuamente durante años, el agua subterránea alrededor de la instalación.
El agua se utiliza para cubrir el combustible usado, material altamente radiactivo, a fin de mantenerlo refrigerado y aislado, así es en todas las centrales del mundo. Al estar en contacto con materiales radiactivos el agua se vuelve radiactiva.
Una fuga original en la década de 1970 terminó cuando la filtración fue “tapada” por material sólido en el compartimento. Hubo otra fuga en la parte más antigua del sitio. Las fugas se producen en una parte inaccesible del edificio, que está bajo tierra. El trabajo de reparación llevó meses.
El periódico News & Star divulgó que a los trabajadores que reparan la fuga se les hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, para evitar que comenten detalles del trabajo.
Recientemente en diciembre último apareció una fuga que podría representar un riesgo para el público.
Las preocupaciones sobre la seguridad en la planta han provocado tensiones diplomáticas con Estados Unidos, Noruega e Irlanda. Estos países temen que Sellafield no haya logrado controlar los problemas.
En próximas notas abundaremos en las razones de por qué la energía nuclear no es limpia.
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