El Secretario de Minería de la provincia de Río Negro, geólogo Joaquín Aberastaín Oro, afirmó que la energía nuclear, “es la más limpia que existe”. La energía nuclear no solo no es la más limpia que existe, sino que es la más sucia, produce basura radiactiva tóxica, imposible de eliminar y perdurable por milenios. ¿Puede decirse que es limpia?
Por Juan Vernieri
Desde la extracción de uranio hasta los residuos radiactivos, la producción de energía nuclear supone un riesgo para la salud y la seguridad de las personas y el medio ambiente.
En Argentina la Central Nuclear Embalse descarga al lago rutinariamente cantidades considerables de tritio, el isótopo radiactivo del hidrógeno, en sus efluentes líquidos y gaseosos.
La Autoridad Regulatoria Nuclear midió en el río Carcarañá, en un punto ubicado a unos 314 kilómetros aguas abajo del reactor de Embalse, un valor excesivo de tritio.
En nuestro país no existe una norma que establezca un límite exigente, por eso la empresa estatal Nucleoeléctrica SA no está en infracción, no obstante anunció el inicio de “un estudio de factibilidad de una planta de separación de tritio del agua pesada”. Los valores de tritio hallados, en otros países serían inadmisibles.
Cuando la empresa instale la planta de destritiado en la Central Nuclear Embalse, quedará palmariamente en evidencia que los habitantes de la cuenca del río Ctalamochita estuvieron innecesariamente expuestos a elevadas concentraciones de tritio.
Otro caso histórico de contaminación nuclear por otro elemento radiactivo, plutonio, la más antigua documentada del mundo, corresponde al Cañón Ácido de Los Álamos, Estados Unidos, según un estudio independiente realizado por Michael Ketterer, profesor emérito de química y bioquímica en la Universidad del Norte de Arizona.
Ketterer anunció estos hallazgos después de recolectar y analizar muestras de suelo, agua y plantas en Acid Canyon, una popular zona de senderismo en el centro de la ciudad.
A partir de 1943, trabajadores del proyecto Manhattan vertieron desechos radiactivos en el cañón. Le seguirían tres inútiles remediaciones, pero como descubrió el análisis del profesor Ketterer, un plutonio de alto grado después de más de 80 años persiste en el suelo, el agua y la vida vegetal en Los Álamos y sus alrededores.
Un escandaloso caso fue el de la empresa Réveils Bayard. El radio, elemento descubierto por el matrimonio Curie, no solo tiene la propiedad de ser radiactivo, asociado a determinados materiales, se vuelve luminiscente, es decir, emite luz en la oscuridad sin necesidad de exponerlo a la luz natural.
La industria relojera se apoderó de esta propiedad. En 1903 se presentó una patente para pintura luminosa y se inició el uso de pintura con radio en los números y manecillas de relojes, especialmente en los despertadores.
Se sabía que el radio era radiactivo, pero gracias a la protección que proporciona el cristal del despertador o reloj, y debido a su muy pequeña cantidad, no suponían ningún riesgo para su poseedor (siempre que el cristal permaneciera intacto), pero no se pensó en los trabajadores.
Su utilización por parte de la industria relojera produjo uno de los escándalos sanitarios más importantes de principios del siglo XX: el de las “chicas del radio”.
Los trabajadores llamados así porque eran en su mayoría mujeres, habían conservado la costumbre de los pintores de refinar la punta del pincel en la boca.
Anemia, necrosis mandibular y cánceres terminaron siendo reconocidos como enfermedades profesionales a finales de los años veinte. El escándalo de las “chicas del radio” tuvo un fuerte eco en la Europa de la época y finalmente llevó a tomar precauciones esenciales.
En el apogeo de su éxito, en las décadas de 1920 y 1930, el radio se utilizó en la composición de varios productos médicos, incluidas agujas para tratar el cáncer. Sus reputadas virtudes curativas también han dado lugar a otros usos, por ejemplo, se añadían pequeñas cantidades de radio a las cremas de belleza.
La locura terminó cuando la comunidad científica y médica gradualmente se dio cuenta de su peligrosidad.
En realidad, no fue la energía nuclear la causa de contaminación en estos casos, sino la radiactividad.
En 1962 se prohibió el uso del radio. Fue sustituido por otro radionucleido, el tritio. Finalmente, se recurrió a la luminova, ni radiactiva ni peligrosa, en 1997.
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