jueves, 28 de septiembre de 2023

Es el saqueo, así de sencillo (13)

Por Mario Mazzitelli

Los minerales del futuro.

La Agencia Internacional de Energía estima que los minerales más importantes para el futuro son el litio, el níquel, el cobalto, el cobre, el grafito y el conjunto de tierras raras. También considera que los países que tengan capacidad para extraerlos y procesarlos, tendrán ventajas competitivas muy relevantes.

¿Bienes comunes o recursos naturales?

Depende quién lo mire.

Por ejemplo: el pasado 31 de marzo, el presidente Joe Biden sostuvo que “Necesitamos poner fin a nuestra dependencia a largo plazo de China y otros países para obtener insumos que impulsen el futuro”. Para esto invocara la “Ley de Producción para la Defensa para apoyar la producción y el procesamiento local de minerales utilizados en la fabricación de baterías eléctricas y almacenamiento de energías renovables”. Para la primer potencia son recursos que posibilitan mantener la supremacía.

No habla en vano el presidente de los EEUU. Su oponente principal (China) con una mirada estratégica puesta (quizás) en el centenario de la Revolución Popular (2049), y sus planes de largo aliento; ya es el mayor procesador mundial de estos minerales (Cobre 40%, Níquel 35%, Cobalto 66%, Litio 55% y Tierras Raras casi el 90%).

La lucha entre los colosos está desatada. ¿Negociarán? ¿Confrontarán? En cualquier caso la disputa se dará en territorios diversos, en franjas de las tecnologías de punta, en el mundo de las finanzas, etc. Simularán defender principios, valores y una cooperación filantrópica. Pero sabemos que la convivencia entre intereses contrapuestos es muy difícil. Desde el fondo de la historia Roma y Cartago nos dicen que solo una puede prevalecer ¿Es este el caso? ¿Es un juego de suma 0? ¿O ambas partes pueden ganar? ¿Y nosotros, los pueblos que no estamos en el centro de la batalla por la hegemonía global, que hacemos? ¿Debemos sumarnos a uno de los bandos? ¿O debemos fortalecer el polo latinoamericano? ¿Tenemos chances de salir airosos para el bienestar de nuestro pueblo?

Depende lo que hagamos.

El mundo está cambiando a una velocidad asombrosa. A nuestra cabeza argentina le cuesta mucho asimilar la naturaleza de esos cambios. Muchos nostálgicos están estancados en los primeros años del siglo XX, otros en los 40 y aún escuchamos voces reivindicando los 90. El fin de la historia no llegó. Y ojalá nunca llegue. (Una vueltita más… diría Alberto Cortez)

La tercera década del siglo XXI da señales de cambios cualitativos en el mundo. Más población, mayor consumo, producción y productividad. Saltos revolucionarios en la tecnología. El surgimiento de vectores de poder que no figuraban hace 30 años. Un cambio sustancial en las relaciones de fuerza entre los Estados. Todo en la biosfera del planeta “tierra” que no soporta tanto mal trato. Problemas con el aire, calentamiento global, pésimo uso del agua dulce (Contaminándola y desperdiciándola) pérdida de biodiversidad, riesgos crecientes para la supervivencia humana dada por la carrera armamentista, los juegos de la guerra y la guerra contra el ambiente. Todo esto en un marco de injusticia global donde los que no tienen poder (Los pobres del mundo. El 80%) corren el riesgo de ser devorados por los peces grandes. No porque esos peces sean malos o buenos, tengan una u otra ideología, se vistan con unos u otros valores; simplemente porque tienen hambre. Hambre de alimentos, de energía, de minerales, etc. Hambre de “poder”, sostenido en la posibilidad “democrática” de darle a sus pueblos mejores condiciones de vida. Pero si “sus mejores condiciones de vida” se basan en el consumo (Y ya superamos los 8.000 millones de habitantes) No hay para todos con este nivel de derroche y despilfarro. Por lo que hay que concluir que “nuestra vida puede ser peor”. De todas formas lo que queda en pié es la disputa por los recursos. No importa en qué rincón del planeta se encuentren. Asia, África, América, Antártida u Oceanía. (Europa va quedando relegada, aunque mantiene una importante cuota de poder económico, cultural, militar y colonial) No importa que los pueblos los valoren como bienes comunes. Los minerales del futuro están en disputa. Y nosotros los tenemos en buena proporción… ¿Prosperidad o desgracia?

Depende la inteligencia de nuestro accionar.

Por la ley del menor esfuerzo y razones geopolíticas, las potencias aspiran a alcanzar estos bienes comunes o recursos naturales “por las buenas”. Pero sabemos (Por el pasado y el presente) que, si no pueden “por las buenas”, tienen pocos prejuicios en venir “por las malas”. Siempre en nombre de la libertad y la democracia.

Por las buenas” es cuando logran rendir a sus pies a una elite (Política, económica, administrativa, oligárquica o de servicios) de una Nación. Una dirigencia sumisa a los deseos de la potencia correspondiente. En otros términos, cuando el esclavo hace los deseos del amo “sin anestesia y hasta el hueso”. El capitalismo central tiende a disciplinar a los países y regiones del capitalismo periférico, ofreciendo hermosos “espejitos de colores”. O, en su defecto, dándoles lecciones de “buena conducta”. Como a los argentinos en Malvinas. O cientos de otros ejemplos.

Por las malas” es, justamente, cuando necesitan hacer uso de la fuerza para rendir a un pueblo y alcanzar sus objetivos. Ocurre que el mundo está dando muestras que no es tan fácil como hace 20 años. Que las conjeturas sobre los poderíos militares existentes yerran de cuajo. Y que, frente al abismo, a la humanidad le quedarán dos caminos: uno, el diálogo, la negociación creativa, el respeto, la cooperación y los beneficios mutuos; o, dos, la hecatombe atómica (Que no habría que descartarla, dada la proliferación de armas nucleares) ¿Podemos ser optimistas?

Depende de la conducta de los pueblos y las elites.

Dado que Argentina y América Latina quieren verse libres de armas de destrucción masiva (dando una de las mayores muestras de humanismo en esta época) y son amantes de la paz, nos queda el camino de la política, la ley y el derecho internacional.

Es en este contexto en el que, Argentina, debe cambiar su marco jurídico colonial; al que fue sometido cuando se combinaron por lo menos tres factores de importancia en los 90: uno, las secuelas de la guerra de Malvinas y nuestra rendición incondicional frente al imperio británico; dos, el surgimiento de un mundo unipolar; y tres, la sobre-actuación de un caudillo nacionalista que debió exagerar su “aperturismo tonto” frente al nuevo escenario mundial.

Veamos esta herencia de la que pronto deberíamos librarnos.

El 29 de diciembre de 1997, en las ciudades de San Juan y Antofagasta, se firmó el tratado de Integración y Complementación minera, entre Argentina y Chile, para potenciar los lazos y las relaciones entre ambos países. Se hizo ver que, de esta manera, los recursos mineros fronterizos que en gran volumen cubren las cumbres de los Andes, podrían ser aprovechados en una sociedad de hermanos. Pronto se iba a observar que no era así. Se estaba creando (En una zona inhóspita, las heladas cumbres de la cordillera) una suerte de tercer Estado, Región, País o zona liberada, con muy poca incidencia de Argentina y Chile. Allí las multinacionales mineras podrían hacer y deshacer a su antojo. En esas condiciones la “libertad avanzó” sobre las montañas, los glaciares, el agua, la flora, la fauna y afectó fuertemente la producción y la vida de los vecinos de la cordillera. Desde Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén, Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta hasta Jujuy.

En un libro extraordinario “Vienen por el oro, vienen por todo” “las invasiones mineras 500 años después”, Javier Rodríguez Pardo relata las enormes luchas de los pueblos para evitar ser sacrificados en el altar de la codicia impúdica y desmedida de las multinacionales mineras. Hoy podríamos decir que: desde la resistencia y consulta popular del 23 de marzo de 2003 en Esquel, Chubut, donde el 82% de la población rechazó la mega minería contaminante; hasta hoy (2023) donde el tercer malón de las comunidades originarias de Jujuy, que marchan hasta Buenos Aires; para que se respete su vida biológica (agua), su cultura, su relación con la Madre Tierra (Pachamama) y los derechos expresados en la Constitución Nacional; las luchas no se han detenido. Tienen una enorme cuota de valentía en la protección de la vida (la defensa de la ley 7722 en resguardo del agua en Mendoza; la inquebrantable voluntad de lucha del pueblo de Andalgalá contra la mega-minería contaminante del agua, etc.) pero se ven desbordadas muchas veces por la canalla mafiosa que, por caso, dio el Golpe de Estado en 2002 contra el digno gobernador de San Juan Dr. Alfredo Avelín.

Sin extendernos en esta parte, vale la pena reproducir algunas preguntas que se hace Miguel Bonasso en su libro “El Mal” “Amos y servidores en el saqueo de la Argentina”, de octubre de 2011, sobre el entramado entre el modelo K y la poderosa minera Barrick Gold ¿Dónde acaban los negocios de la familia Bush y dónde empieza la política norteamericana? ¿Dónde acaban los negocios de los Kirchner y los Gioja y donde empieza la política argentina? ¿Fue la Barrick Gold una empresa fachada de la CIA en el escándalo Irán-Contras? ¿Fue Peter Munk el dueño de la minera canadiense o Adnan Khashoggi el mayor traficante de armas de la tierra? ¿Qué tiene que ver David Rockefeller con los tres grandes negocios que hundirán a la Argentina?… canalla mafiosa.

Seguimos ¿De qué trata esta herencia que debemos superar en el transcurso de la presente década?

De un latrocinio.

La ley de inversiones mineras 24.196, le garantiza a las empresas estabilidad Fiscal. “Los emprendimientos mineros comprendidos en el presente régimen gozarán de estabilidad fiscal por el término de treinta (30) años contados a partir de la fecha de presentación de su estudio de factibilidad”. “No podrán ver afectada en más la carga tributaria total, determinada al momento de la presentación, como consecuencia de aumentos en las contribuciones impositivas y tasas, cualquiera fuera su denominación, en los ámbitos nacional, provinciales y municipales...” Es decir una garantía a prueba de cambios políticos, necesidades sociales u oportunidades económicas. Lo que no se le garantiza a ningún argentino, se le garantiza a las mineras.

La misma ley: “…podrán deducir en el balance impositivo del impuesto a las ganancias, el ciento por ciento (100 %) de los montos invertidos en gastos de prospección, exploración, estudios especiales, ensayos mineralúrgicos, metalúrgicos, de planta piloto, de investigación aplicada, y demás trabajos destinados a determinar la factibilidad técnico-económico de los mismos”.

Las provincias que adhieran al régimen de la presente ley y que perciban regalías o decidan percibir, no podrán cobrar un porcentaje superior al tres por ciento (3 %) sobre el valor "boca mina" del mineral extraído”. De este modesto 3% pueden descontar: Costos de transporte, flete y seguros hasta la entrega del producto logrado... Costos de trituración, molienda, beneficio y todo proceso de tratamiento que posibilite la venta del producto final… Costos de comercialización...Costos de administración… Costos de fundición y refinación… ¿Cuánto queda? Algunos sostienen que entre un 0 y 1,5%.

El pasivo ambiental.

La ley prevé: “A los efectos de prevenir y subsanar las alteraciones que en el medio ambiente pueda ocasionar la actividad minera, las empresas deberán constituir una previsión especial para tal fin”. Ya hay suficientes fotos de los cráteres enormes que deja la megaminería. Hemos visto videos en los que se destrozan las montañas con explosivos para arrancarles la materia rocosa. De esas explosiones surgen columnas de materia fina que vuelan y se esparcen por el ambiente, generando problemas a la población que respira ese aire. Todo ese material en piedras de diversos tamaños va a molienda para transformarlo en material más fino. Para lo cual se gastan ingentes cantidades de energía, que no siempre la empresa paga. O en todo caso paga con subsidios. Ese material será arrojado a enormes piletones. Que también se hicieron en el lugar para la tarea de separar los metales del material rocoso. Estos piletones se llenan de agua. Agua pura que se extrae en las altas cumbres. Agua que se le niega al consumo de personas y animales, y se le resta a la agricultura. A esas aguas se les agrega cianuro, mercurio y ácido sulfúrico. Alguien podría pensar en una verdadera alquimia, en una sopa siniestra o, simplemente, un disolvente líquido. En esa sopa se vuelca la molienda para el proceso químico de lixiviación. Así el agua cristalina de las altas cumbres se transforma en un líquido tóxico que va a contaminar los cursos de agua de superficie y los subterráneos. Con fuerte impacto en la flora, la fauna, las pequeñas poblaciones del lugar y la economía regional.

Sobre los niveles de contaminación e impacto ambiental podemos poner el foco en los yacimientos Bajo de la Alumbrera y Bajo el Durazno, porque son cosa juzgada. El fiscal general Antonio Gustavo Gómez, dio por probada la contaminación con Arsénico, Cianuro, Cadmio, Cobre, Mercurio, Compuestos Organoclorados, Plomo, Celenio. La Corte Suprema hizo lugar al recurso del fiscal Gómez y vecinos, con lo que se abrió un proceso penal sobre las autoridades de la mina por el delito de contaminación a quien “envenenare, adulterare o contaminare de un modo peligroso para la salud, el suelo, el agua, la atmósfera o el ambiente en general”.

Todo por el 1,5% ….El 1,5% ¿De qué?

Las mineras carecen de control. Hubo casos en los que se llevaban (en un barro) afuera del país más de 50 minerales y a simple declaración jurada solo exponían 3. Y vaya a saber si la cantidad de los 3 que declaraban era la correcta. (Resulta tan inverosímil como que alguien va al supermercado, no paga, se lleva las cosas a su casa y varios meses después hace una declaración sobre las mercaderías que retiró. ¿Cuál sería el interés de declarar una lata de sardinas, un sachet de leche y un paquete de harina, que ya se consumieron, si el propio encargado del establecimiento no muestra preocupación por el pago? ¿No tendríamos la sospecha que entre ese alguien y el encargado hay una relación turbia para el beneficio de las partes en detrimento del negocio?)

En fin. Saqueo contaminado por los químicos y la corrupción. Vale recalcar que la lucha de muchísimos argentinos y argentinas es ejemplar. Heroica en muchos casos. También que las relaciones de fuerza generalmente resultan adversas al pueblo. Son muchos los casos de políticos que en campaña dicen oponerse a la megaminería, pero en cuanto llegan a la función pública muestran hasta donde estaban comprometidos con las mineras. Si le hubieran dicho la verdad a la población, no los habrían votado.

Tenemos políticos que nos dicen que exportamos pocos minerales. Que debemos exportar mucho más ¿De qué hablan estos señores? ¿En nombre de quién?

Los argentinos debemos darnos un debate profundo en torno a los minerales. Este debate debe ser en el marco de un plan de desarrollo económico, elevación social y defensa del ambiente. Y el primer punto de consenso debe ser TERMINAR CON LA LEGISLACIÓN COLONIAL elaborada en otros tiempos.

También deberíamos darnos un debate sobre el oro. No para transformarlo en patrón monetario, etapa superada. Pero si como un respaldo estratégico de nuestra moneda. ¿Por qué deberíamos respaldar nuestra moneda en una divisa extranjera en decadencia, en lugar de acumular la producción de oro como parte de la garantía de estabilidad de nuestra moneda?

Entre los minerales del futuro, el oro y la moneda, el Congreso Nacional tendría grandes temas de debate. Pero, lamentablemente, nuestra dirigencia política está pensando en otras cosas.


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