El director general del OIEA, Rafael Grossi, visitó la central nuclear de Zaporiyia en agosto de 2022. Foto: Sergei Malgavko/ITAR-TASS/imago. |
El experto en energía Mycle Schneider no aprueba la forma de actuar del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) en Ucrania. Su labor hace que parezca normal que las instalaciones nucleares sigan funcionando incluso en caso de ataques militares, critica.
taz: Sr. Schneider, ¿Cómo ve el papel del OIEA en este conflicto?
Mycle Schneider: Lo encuentro muy problemático. En ninguna parte de las normas de seguridad para las instalaciones nucleares se menciona cómo abordar una guerra que se libra en torno a una instalación nuclear. O que una central nuclear esté ocupada por tropas enemigas. Que el personal se vea obligado por el bando enemigo a seguir operando una central con varios reactores. Que sus familiares sean supuestamente secuestrados y torturados.
¿Por qué le parece tan problemático el papel del OIEA en todo esto?
En una guerra activa, nadie puede garantizar la seguridad de una central nuclear. Se basa en un sistema de regulaciones complejas, inspecciones, mantenimiento, controles regulares y personal sano y descansado. Pero en Zaporiyia no hay controles desde hace meses. Sin duda, el personal de explotación hace lo que puede, pero trabaja bajo una enorme presión, sin supervisión normal ni control externo. No se sabe nada de las condiciones de las entregas de piezas de recambio y del mantenimiento.
¿Acusa al OIEA de presentar la situación como manejable a pesar de ser absolutamente excepcional?
El accionar del OIEA conlleva el peligro de que se normalice la gestión de las centrales nucleares en una guerra. Esto es extremadamente problemático. Pues no existe ninguna base para el funcionamiento seguro de las centrales nucleares en una situación de guerra. La seguridad sólo puede normalizarse cuando cesen las acciones bélicas.
¿Nos hemos acostumbrado ya a que las centrales nucleares sean también objetivos estratégicos?
Ya no nos sobresaltamos cuando se interrumpe el suministro eléctrico a la central nuclear, como ya ocurrió varias veces. Sin electricidad, los reactores no pueden refrigerarse. La refrigeración se hace entonces posible con generadores diesel notoriamente poco fiables. Es asombroso el efecto de habituación que se ha producido entretanto.
¿Cuán estrechamente está vinculado el OIEA con Rusia?
Me sorprende que la cuestión de la gobernanza del OIEA ―las reglas por las cuales la Junta de Gobernadores toma decisiones― y que el papel de Rusia no se abordara públicamente durante la Asamblea General del pasado otoño. El Director General Adjunto encargado de la energía nuclear, Mikhail Chudakov, es decir, el segundo nivel de dirección de la organización, es ruso y antiguo directivo de la empresa Rosenergoatom, de Rosatom. Y la gente de Rosatom participa activamente en la ocupación de la central de Zaporiyia ¿Cómo funciona eso? ¿Es normal también ahora? ¿Por qué no es eso un problema?
¿Qué significa esto para el OIEA?
No tengo respuesta para eso. Pero no se puede fingir que no pasa nada. Esto tiene consecuencias mucho más allá de Ucrania. Sólo Rusia está construyendo centrales nucleares en otros siete países. Rusia es crucial para este nicho de mercado. Cuando Rosatom construye una central nuclear en Egipto, Bangladesh o Bielorrusia, el OIEA es un adelantado decisivo. La organización desarrolla estrategias para la introducción de la energía nuclear en los países que quieren dotarse de un programa nuclear. Elabora hojas de ruta sobre cómo iniciar un programa nuclear. De este modo, el OIEA, una agencia de la ONU, allana el camino al sector nuclear ruso, una industria que al mismo tiempo está implicada en el conflicto armado de Ucrania. Estas empresas están implicadas en el terrorismo de Estado ―como dice el gobierno ucraniano― y el OIEA sigue apoyándolas en otros países. Sin duda, esto no puede ignorarse.
¿Qué debería hacer el OIEA?
Hay que preguntarse qué se discute en la Junta de Gobernadores del OIEA. Se trata de un órgano político en el que se sientan representantes de los gobiernos. Alguien tiene que preguntarse cuáles son las opciones en una situación sin precedentes, en este caso con Rusia. Por ejemplo, al menos podría congelarse el puesto del Director General Adjunto ruso.
¿Es la comunidad nuclear internacional tan dependiente de Rusia que nadie quiere accionar?
No me corresponde a mí sacar estas conclusiones. Pero, ¿puede la estrecha relación explicar por qué las sanciones europeas contra Rusia han dejado fuera hasta ahora al sector nuclear? Inmediatamente después del comienzo de la guerra, la industria nuclear estadounidense también presionó a la administración Biden para que eximiera al sector nuclear ruso de las sanciones. Esto hace sospechar que las relaciones comerciales son más importantes que cualquier otra cosa.
¿Tiene Occidente alternativas al comercio nuclear con Rusia?
Hay una diferencia entre una relación comercial y la dependencia. También se puede obtener uranio natural en Canadá o Australia; no se trata de un cuello de botella de recursos, sino de una cuestión de costes. Es diferente con la producción de elementos combustibles, por ejemplo, donde cinco países de la UE, además de Ucrania, dependen de Rusia. No hay alternativa que pueda cubrir la demanda a corto plazo.
Mycle Schneider. Nacido en 1959, asesora a instituciones internacionales sobre seguridad nuclear como experto en energía. En 1997 recibió el Premio Nobel Alternativo. Cada año publica la obra de referencia “World Nuclear Industry Status Report”.
Entrevistador Bernhard Pötter, redactor de Economía y Medio Ambiente de taz.
Fuente:
Bernhard Pötter, „Im Krieg kann niemand für die Sicherheit von AKW garantieren“, 24 febrero 2023, taz.
Este artículo fue adaptado al español por Cristian Basualdo.
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