La primatóloga, antropóloga y activista alerta contra el maltrato animal en mercados salvajes y granjas de cría intensiva también como fuente de enfermedades para los humanos. Está esperanzada por la acción de los jóvenes y la innovación tecnológica, y aconseja a los periodistas contar también historias positiva.
Por María Ramírez
Jane Goodall, la primatóloga, antropóloga y activista, charla con elDiario.es desde su casa en el sur de Inglaterra junto a dos fotografías. Una es la de su madre, conocida como “Vanne” y que en 1960 la acompañó al parque natural de Gombe, en Tanzania, para estudiar los animales en su entorno. La otra imagen enmarcada es la de uno de sus primates favoritos, el primer chimpancé que le perdió el miedo y que ella llama David Greybeard (rompió con la tradición académica de identificar a los animales con números).
Antes de la pandemia, Goodall, de 88 años, solía recorrer el mundo para promocionar el trabajo de su fundación, el Instituto Jane Goodall, y ahora dedica gran parte de su tiempo a hablar de la conservación, la crisis climática y la movilización de los jóvenes en encuentros online. Ella se llama a sí misma “Jane virtual” y dice sorprenderse del impacto que puede tener con entrevistas como esta para celebrar el décimo aniversario de elDiario.es.
Cuenta el momento en que se convirtió conscientemente en activista. En 1986, durante un congreso sobre conservación, estudió los datos del daño medioambiental en lugares que ella llevaba más de 20 años visitando. “Fue muy chocante ver que los bosques estaban desapareciendo y la cantidad de chimpancés estaba descendiendo. Fui a aquel congreso como científica, pero salí de allí como activista. No tomé una decisión, simplemente fue un cambio en mi fuero interno”, explica. “El cambio climático es una clara amenaza existencial al igual que la pérdida de la biodiversidad. Debemos darnos cuenta de que somos parte del medio ambiente y, de hecho, dependemos de él, incluso en medio de una ciudad. Cada vez que respiramos, cada trago de agua, cada kilómetro para comer… proviene del entorno natural”.
Goodall pone como ejemplo la pandemia del coronavirus y su relación con el deterioro del medio natural. “La pandemia, igual que el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, la hemos provocado nosotros mismos. Esta vez por la forma completamente irrespetuosa en la que tratamos a los animales, entrometiéndonos en su medio natural, forzándolos a un contacto más estrecho con las personas, cazándolos, traficando con ellos por el mundo, vendiéndolos en mercados de fauna salvaje”. También alerta del peligro de las “granjas de cría intensiva, donde miles de millones de animales están atrapados en condiciones espantosas para darle a la gente carne barata”.
Esperanza
Pese a sus advertencias sobre los abusos contra la naturaleza y la gravedad de la crisis climática actual, su mensaje es a menudo positivo. Su último libro se llama The Book of Hope y tiene un podcast de entrevistas llamado Hopecast. En la conversación con elDiario.es, cuenta que tiene esperanza por la lucha de las personas más jóvenes, la innovación tecnológica, la resistencia de la naturaleza y la toma de conciencia individual sobre la huella de la acción humana.
Aprecia el trabajo de jóvenes como Greta Thunberg, aunque deja claro que el tono de la activista sueca no es su estilo. “Yo creo que la rabia está bien, pero debemos canalizar esa rabia hacia cambiar el mundo. Creo que necesitamos a gente como Greta, pero no es mi estilo… Creo que el cambio de la gente debe ser desde su interior. Y estar enfadados y acusando a la gente no necesariamente la cambiará en su fuero interno”, dice. “Pero estamos en una situación tan grave que pienso que probablemente necesitemos ambos estilos. Y no hay duda de que Greta ha concienciado a la gente”.
Está convencida de que para cambiar las políticas de los gobiernos y las acciones de las empresas que destruyen el planeta hace falta que las personas con poder estén convencidas de verdad, no solo por miedo o conveniencia. “La única forma de llegar a ellos es tocarles la fibra sensible, no pelear con ellos, no acusarlos, sino tratar de encontrar una historia o historias que les lleguen al corazón”, dice.
La experiencia de la guerra
Con la perspectiva del tiempo y de haber sufrido la Segunda Guerra Mundial en la Londres bombardeada, Goodall confía en la fuerza del individuo. Ella habla de la experiencia de la guerra como ejemplo de resistencia: “Estaba acostumbrada a no dar nada por hecho. Teníamos racionamiento, no podíamos salir e ir a una tienda y comprar lo que quisiéramos, no teníamos comida a demanda de cualquier lugar del mundo así como así. Podíamos comer una diminuta pieza de carne una vez a la semana. Creo que era un huevo por persona a la semana. Cosas así… Hay tanta gente hoy en día con estilos de vida insostenibles… Tienen mucho, mucho, mucho más de lo que necesitan. Así que, si las cosas se ponen un poco más caras, quizá las valoremos más y derrochemos menos”.
Su consejo para elDiario.es y el resto de medios que informan sobre la crisis climática es contar también noticias de mejoras en el entorno. “Necesitamos que los medios pasen más tiempo contando historias positivas, porque esas son las que dan esperanza a las personas, y así dirán: ‘Madre mía, han recuperado esta zona, podemos recuperar esta también’”.
Fuente:
María Ramírez, Jane Goodall: “La rabia está bien, pero debemos canalizar esa rabia para cambiar el mundo”, 23 septiembre 2022, elDiario.es
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