Los incendios de 2020, por su enorme impacto en superficie y en daño ambiental y económico, acentuaron el debate sobre su abordaje.
por Fernando Colautti
Cada temporada de incendios que se cierra en Córdoba deja debates abiertos. Pero la de 2020, por su gigantesco impacto en superficie y en daño ambiental y económico, acentuó las discusiones.
Claro que, como cada año también, con el fuego ya apagado el tenor de esos debates se va desvaneciendo.
Entre los variados puntos puestos en escena mientras el humo inquietaba a los cordobeses, reaparecieron algunos que llevan años y asomaron otros que tomaron fuerza en estos meses.
Por caso, si los fondos para el Plan de Manejo del Fuego debieran seguir sólo concentrados en el combate a las llamas o si correspondería ampliar las partidas para incluir, también, más planes de prevención (para que los focos no se inicien) y de restauración (para la recuperación de las áreas quemadas).
Otro tema, que entre bomberos se debate desde hace años, es si no debiera avanzarse en nuevos criterios de “manejo”, para lograr una menor carga combustible (sobre todo de pastizales) en zonas de alto riesgo y en garantizar un acceso más ágil a esos sitios.
Entre los más nuevos, se plantea si no debiera restablecerse el rol de los bomberos vigías, que funcionó durante una década, con agentes apostados en los días de mayor riesgo sobre sitios en altura de áreas clave, para observar inicios y permitir llegadas más tempranas. Esa tarea fue desactivada en los últimos años y se evalúa hoy si vale reponerla.
Otro punto es sobre el papel de los vecinos (no bomberos) que participan en los frentes de fuego. El año que pasó mostró a miles de ellos colaborando frente a las llamas, ante la desesperación de observar a su entorno haciéndose humo.
Bomberos y Defensa Civil advierten que, sin coordinación, agregan otros riesgos. Pero hay planteos para imaginar una capacitación que dé espacio a esa participación ciudadana, específica sobre incendios forestales, mientras esa ayuda sea coordinada e integrada a la de los bomberos.
Otro frente: las medidas para asegurar que las áreas catalogadas como bosque nativo no puedan variar de uso de suelo tras un incendio. Una ley lo prohíbe desde hace años y otra se sumó meses atrás. Pero no alcanza que esté en los papeles si no hay voluntad política y capacidad operativa estatal para hacerla cumplir. Un mapeo preciso que no deje dudas es una deuda, pero también una salida para evitar las inundaciones de sospechas en cada año de fuegos.
El durísimo 2020 debiera ser una oportunidad para que, antes de la temporada 2021, Córdoba se dé esos debates. Que sólo servirán si llegan sin especulaciones partidarias ni anteojeras ideológicas ni sectoriales.
Si hubiera en todos los sectores capacidad de escuchar a los demás, podría haber más y mejores planes. Y, quizá, menos fuegos.
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Fuente:
Fernando Colautti, Los debates que abrió el peor año de fuegos, 11 enero 2021, La Voz del Interior.
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