por
Emilio Godoy
MÉXICO,
27 mar 2020 (IPS) - La seguridad hídrica y la rentabilidad son los
talones de Aquiles del plan de modernización de 60 centrales
hidroeléctricas trazado en México por el gobierno Andrés Manuel
López Obrador.
La
mayoría son instalaciones para generar electricidad construidas hace
más de 50 años, por lo cual su actualización conlleva desafíos
técnicos y de viabilidad. López Obrador ha repetido insistentemente
en el mantenimiento de centrales de generación, por ser parte del
patrimonio mexicano, bajo el control de la estatal Comisión Federal
de Electricidad (CFE).
Astrid
Puentes, codirectora ejecutiva de la no gubernamental Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente, consideró que el plan
de renovación es adecuado, pues evita los daños derivados de
construir una instalación.
“Modernizar
hidroeléctricas y dar mantenimiento es una buena idea. Hay algunas
plantas que aguantan su modernización y se volverán más eficientes
en el uso de agua y la producción”, dijo la activista a IPS en la
capital mexicana.
Pero
advirtió de la necesidad de “una buena planeación hídrica de
fondo” que tome en cuenta factores climáticos y así verificar si
vale la pena modernizar algunas centrales.
Datos
de la CFE, obtenidos por IPS, indican que la empresa pública ha
evaluado la ampliación, el diagnóstico y el análisis de
rentabilidad de 21 represas, dentro del “Proyecto de
rehabilitación, repotenciación y/o modernización” de esas
generadoras.
De
ese grupo, 18 pueden aumentar su potencia generadora con la
rehabilitación y la modernización de su infraestructura y equipos.
Para
determinarlo, la CFE analizó información hidrométrica y elaboró
un estudio hidrológico e hidroenergético, una evaluación
económica, un análisis de rentabilidad, viabilidad social y
ambiental, con el fin de determinar la situación de cada central.
A
través de esos análisis, CFE calculó los megavatios (MW) sugeridos
a instalar, tipo de turbina a emplazar, el resultado de la generación
anual, el porcentaje obtenido con las condiciones actuales de las
plantas, el costo nivelado del kilovatio-hora, la relación
costo/beneficio de las instalaciones y su rentabilidad.
En
este país latinoamericano de 130 millones de personas operan unas
4900 centrales públicas y privadas, destinadas a hidroelectricidad,
riego y pesca, entre otros usos, según el estatal Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias.
De
ellas, al menos 101 se destinan a la generación eléctrica, con una
edad media de 47 años y una capacidad promedio de 147 MW.
La
CFE cuenta con al menos 84 de ellas, con una capacidad de potencia
total superior a 11 000 MW.
Para
su ampliación y modernización, la CFE considera cuatro centrales
con una capacidad de entre 10 y 72 MW, otras 17 plantas con capacidad
que va de menos de un MW a 51 MW y además evalúa la rentabilidad de
nueve grandes centrales en los estados de Chiapas (sur) y de
Michoacán (oeste).
Igualmente
estudia el renacimiento de la central de Las Rosas, en el central
estado de Querétaro, construida en 1949 y que está completamente
inoperativa.
Para
Daniel Chacón, director de Energía de la no gubernamental
Iniciativa Climática de México, el rejuvenecimiento es muy
beneficioso.
“Es
una de las tareas pendientes que había. Hay que tener en cuenta que
los embalses se van llenando de depósitos (sedimentos) y su tamaño
disminuye con los años. Habría que seleccionar en cuáles presas
vale la pena invertir, de acuerdo con su edad y la disminución de su
capacidad”, declaró a IPS.
Chacón
recordó que la productividad depende del régimen pluvial, los usos
finales de agua y el estado de azolvamiento de las instalaciones,
vale decir lo tupidos que estén los conductos y los fondos en los
embalses.
En
su presupuesto para 2020, la CFE destina al menos 116 millones de
dólares para el cambio de maquinaria y rehabilitación de centrales
hidroeléctricas bajo su control.
En
diciembre de 2018, cuando comenzó su sexenio presidencial, López
Obrador anunció un acuerdo con la empresa pública canadiense
Hydro-Québec para modernizar las 60 centrales incluidas en el plan
de modernización.
El
factor sequía en los embalses
Pero
el sistema hidroeléctrico mexicano se enfrenta a la amenaza de la
sequía, una de las secuelas de la crisis climática desatada por la
extracción y quema de combustibles fósiles y a la cual México es
muy vulnerable, como 12 productor mundial de hidrocarburos.
Los
210 embalses principales del país presentan un llenado de 84 517,53
hectómetros (hm3, millones de metros) cúbicos, frente a un nivel de
aguas máximas ordinarias de 12 5573,93 hm3, según datos de la
gubernamental Comisión Nacional del Agua (Conagua).
En
el último informe al respecto de Conagua, se detalló que el 16 de
marzo cinco embalses estaban colmados, 76 poseían entre 75 y 100 por
ciento de volumen, 68 se ubicaban entre 50 y 75 de almacenamiento y
22, menos de 50 por ciento. Al menos cinco de los 32 estados
mexicanos presentan niveles críticos en sus embalses.
De
hecho, Conagua trasladó en febrero 100 millones de metros cúbicos
de agua de una presa en el norteño estado de Nuevo León a otro
embalse en el vecino territorio de Tamaulipas a causa de la sequía.
Varias
franjas costeras del Atlántico mexicano padecen sequía severa y
extrema, según el Monitor Nacional de Sequía.
Zigzagueos
en transición energética
A
pesar del avance en el aporte de las energías renovables, la
generación eléctrica mexicana mantiene su dependencia de los
combustibles fósiles. En el primer trimestre de 2019, la generación
bruta totalizó 80 225 gigavatios-hora (Gwh), por encima de los 78
167 del mismo periodo del año anterior.
Las
plantas de ciclo combinado a gas aportaron 40 094, la termoeléctrica
convencional, 9306 y la carboeléctrica, 6265.
Las
hidroeléctricas contribuyeron con 5137 Gwh, los campos eólicos, con
4285; la nucleoenergía con 2382 y las estaciones solares con 1037.
Las variantes renovables mostraron el mayor repunte.
Desde
que inició su mandato, López Obrador ha optado por fortificar a los
monopolios estatales de la CFE y Petróleos Mexicanos (Pemex) y así
favorecer a las fuentes fósiles sobre las renovables y ha dicho que
no cerrará centrales productoras de energía.
En
ese sentido, canceló la convocatoria a subastas eléctricas de largo
plazo que permitían a privados construir plantas eólicas y solares
y vender la energía a CFE de 15 a 20 años.
Pero
la hidroenergía no puede competir económicamente con la eoloenergía
y la solar, por lo cual puede servir de respaldo en horarios de alto
consumo o los embalses pueden funcionar de almacenamiento para
temporadas críticas.
La
Ley de Transición Energética de 2015 estipula que la energía
limpia debe representar 25 por ciento de la generación para 2018, 30
por ciento para 2021 y 35 por ciento para 2024. Con variantes como la
hidroenergía y la energía nuclear, el país no tiene problemas en
llegar a esas metas.
Puentes
y Chacón advirtieron del riesgo de la sequía en este plan.
“No
deberíamos de depender ni aumentar la dependencia de las
hidroeléctricas. Hay que revisar la vida útil esencial de esas
plantas. No hemos visto tampoco un plan para desmontar otras, que es
la planeación que países como Estados Unidos ha hecho. Las represas
que no generan electricidad pueden servir de reguladores y prevenir
inundaciones y sequías”, planteó Puentes.
Por
su parte, Chacón precisó que, con sequía, el agua de los embalses
va para los productores agrícolas y no puede usarse para generación.
“Hay
que voltear a ver otras energías renovables, como la solar y la
eólica. Con turbinas y generadores más eficientes, puede haber
generación hidroeléctrica más eficiente. Pueden ser usadas para
respaldo y almacenamiento de energía. En México eso será
ineludible en algún momento”, aseguró.
El
Prodesen, que no considera el retiro de plantas, prevé que México
requiere 66 912 MW adicionales para satisfacer la demanda eléctrica
en el periodo 2018-2032, lo que implica una inversión de 68 000
millones de dólares en los próximos 15 años.
En
ese periodo, la capacidad adicional hidroeléctrica prevista es de
tres por ciento, vale decir de 2213 MW. En 2022, la hidrogeneración
representaría 13 por ciento del total nacional y en 2032, 11 por
ciento.
En
la cosmogonía azteca, Tláloc era el dios de la lluvia y a quien
adoraban para agradecer precipitaciones benéficas. Quizás sus
descendientes tengan que recurrir de nuevo a él para alimentar los
embalses.
E:
EG
Fuente:
Emilio Godoy, México emprende renovación de hidroeléctricas, con una ruta incierta, 27 marzo 2020, Inter Press Service. Consultado 30 marzo 2020.
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