Voluntarios
planean llegar a los 100 mil tabaquillos sembrados sólo en el
corriente año. La historia de un proyecto destinado a reparar lo que
el mismo hombre dañó.
por
Adrián Camerano
El
grupo “Waju, trekking y reforestación”, que lleva años
sembrando tabaquillos en las Sierras Grandes, tenía prevista para
este sábado una jornada intensa de reforestación. La emergencia
nacional por el coronavirus postergó el encuentro para más
adelante, sin fecha confirmada. Pero vale la pena repasar este
proyecto “resurrección” de un bosque nativo que a nivel
provincial -desmonte y monocultivo de por medio- apenas orilla entre
el 3 y el 5% de su superficie original.
Ya
desde fines de la década del 90, Ricardo Suárez y Daniel Renison
encabezaban sendos proyectos para poblar de tabaquillos la serranía
cordobesa. Domínguez se sumó después, y desde ese momento el
asunto lo tiene como uno de sus más fervientes impulsores. “Todo
esto comienza para mí con una charla del doctor en biología Daniel
Renison, cuando yo cursaba una pequeña carrerita de guía de
trekking. Eso fue en la UNC en el año 2001, y en 2002 Renison me
invita a colaborar con el Proyecto de Conservación y Reforestación
de las sierras de Córdoba, que hoy dirige el biólogo Ricardo
Suárez” señaló.
En
las más de veinte hectáreas que abarca la iniciativa, desde 1997
llevan sembrados decenas de miles de tabaquillos. Siempre a pulmón,
aunque ahora ayudados por la ong Global Forest Generation, que se
propone restaurar y proteger los bosques nativos de Polylepis, la
especie a la que pertenece este singular arbusto serrano.
“En
el 2018 nos financiaron un poquito y logramos plantar unos 10.000
tabaquillos, en el 2019 logramos plantar 50.000, y la idea es llegar
a diciembre con 100 mil sembrados”, se entusiasma Domínguez. El
esquema de Waju es sencillo: realizan trekkings no muy caros que
generan los ingresos para financiar, al menos parcialmente, esta gran
acción para sostener al bosque nativo. Y siempre de modo colectivo:
voluntarios articulan con ong´s, escuelas y actores locales, como
este verano, que juntaron las semillas de tabaquillos que irán
convirtiéndose en plantines durante el año y que luego son el
insumo principal de las jornadas de reforestación.
Las
Polylepis
El
tabaquillo no es una especie cualquiera. Es un arbusto perteneciente
a la especie rosácea, que vive entre 1200 y 3500 metros sobre el
nivel del mar. En Córdoba es característico verlo en la Pampa de
Achala, desde Los Gigantes hasta el visitado Champaquí, y tiene
propiedades medicinales.
Este
arbolito de hasta 8 metros de altura tiene, además, una capacidad de
resistencia envidiable: aguanta heladas, sequías, vientos y pastoreo
excesivo. Crece lento, eso sí, y su tronco es inconfundible: la
corteza se encuentra cubierta por sucesivas capas de una fina
epidermis rojiza que continuamente se exfolia, y que ajadas unas
sobre otras semejan un esponjoso hojaldre, similar al tabaco.
Los
tabaquillos pertenecen a la familia de las Polylepis, esa especia
montañera que la Acción Andina, el plan maestro que la Global
Forest Generation, intenta conservar a nivel continental. En Los
Andes llamados queñuas, tabaquillos en Córdoba y San Luis, estos
arbustos son considerados claves para los ecosistemas montañosos,
existiendo nada menos que 29 tipos distintos a lo largo de nuestra
América del Sur.
“Nosotros
plantamos casi todos los meses, excepto de junio a septiembre, por la
sequía. El resto del año llevamos voluntarios a la sierras a
plantar; grupos scouts y varias escuelas se suman a pasar dos o tres
días en las sierras, plantando árboles” ilustra Domínguez.
“Córdoba es una provincia semiárida, en la que solo es posible
conseguir agua de nuestras sierras grandes a través de las lluvias
que se acumulan, y para ello es necesario que nuestras sierras
grandes tengan suelo y que esos suelos no se sigan erosionando. Los
tabaquillos hacen que se formen bosques con sotobosques, que reducen
la erosión de los suelos”, completa.
El
proyecto de Waju pretende, entre 2020 y 2030, generar la mayor
superficie posible de bosques de tabaquillos, involucrando a las
comunidades locales y escuelas, a través de talleres de educación
ambiental. A razón de un voluntariado de sembrado por mes, aunque en
los trekkings también se reforesta. Y ahora con financiamiento
internacional, como el de Acción Andina, cuyo plan de recuperación
forestal es a 25 años.
La
Acción Andina
Andes
Action (en español, Acción Andina) prevé “restaurar y proteger
el ecosistema forestal Polylepis nativo, críticamente importante en
las altas montañas de los Andes de América del Sur. Se trata
explican en su web oficial de “el bosque de mayor
elevación del mundo que crece a lo largo de un corredor de 3,000
millas a través de siete países”. La iniciativa busca la
protección total de 500,000 hectáreas del bosque restante de
Polylepis en seis países andinos: Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia,
Chile y Argentina. Y se incluyen 500,000 hectáreas adicionales en
zonas de amortiguamiento y áreas de importancia, como las laderas de
los glaciares.
Fuente:
Adrián Camerano, Los enfermeros del bosque serrano, 21 marzo 2020, La Nueva Mañana. Consultado 23 marzo 2020.
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