Los
incendios forman parte de la historia cordobesa. Pero su acumulación
con los años genera impactos que debieran evitarse o mitigarse,
fundamentalmente en el área serrana, clave para la sustentabilidad
ambiental e hídrica de esta provincia.
Un
documento conjunto de investigadores universitarios y de ONG
cordobesas arrima recomendaciones sobre “la restauración ecológica
de ambientes serranos afectados por incendios”, sobre todo en la
vegetación autóctona.
“Un
ecosistema nativo quemado sigue estando vivo aunque no lo veamos, ya
que las raíces siguen activas y casi todas las plantas rebrotan para
comenzar la larga recuperación natural posfuego”, señala el
texto.
No
se trata -aclaran- de reforestar, sin más. “Para contribuir a una
restauración activa, es importante capacitarse”, señalan los
especialistas.
Luego
de ocurrido un incendio, la prioridad es evitar la pérdida de suelos
y la instalación de especies exóticas invasoras (como acacia negra,
siempreverde, olmo, grateus o zarzamora, entre otras).
El
suelo queda sumamente desprotegido y frágil. Por ello, cualquier
intervención sobre ese suelo debe estar bien planificada.
“La
mayoría de las áreas afectadas por los incendios en la zona serrana
son utilizadas para la ganadería. De hecho, la quema de pastizales
es una práctica común para favorecer el rebrote de los pastos. Es
muy importante evitar que el ganado transite por las áreas
recientemente quemadas, al menos durante una temporada de lluvias
(hasta mayo del siguiente año). El grado de fragilidad que tiene el
suelo por la ausencia de vegetación y el impacto de estos animales
con su pisoteo hacen que se pierdan o se degraden grandes cantidades
de suelo”, apuntan.
Los
productores ganaderos que piensan en la sustentabilidad de sus campos
sabrán la importancia de esta medida.
Para
reducir la erosión hídrica en zonas con pendiente, en las Sierras,
se sugiere construir “fajas de retención” con troncos de árboles
quemados y piedras. Esas fajas retienen el suelo y las cenizas con
las primeras lluvias, acumulan semillas y reducen la velocidad de
caída del agua. Se recomienda recolectar semillas de árboles
nativos sobrevivientes y sembrarlas.
“El
sistema tiene alta resiliencia (capacidad de volver al estado
anterior) debido a que la mayoría de las plantas leñosas no mueren
después de un incendio. Muchas veces parecen muertas, pero sus
raíces están vivas, y cuando comienzan las lluvias rebrotan. La
supervivencia es de entre un 70 y un 90 por ciento, dependiendo de la
especie, de la intensidad del fuego y de otros factores”, se
especifica.
“Si
dejamos a los árboles quemados en pie, favorecemos que las aves se
posen para defecar semillas, lo que ayuda a enriquecer la
biodiversidad”, añade.
Plantar
especies nativas generalmente no es necesario, debido a la alta
capacidad de rebrote después del fuego. Sin embargo, puede ser una
estrategia útil cuando el incendio fue intenso y la mortalidad alta,
o cuando quedaban pocos árboles antes del incendio. “Pero las
especies que se seleccionen para implantar deben responder a una
planificación”, acota el informe firmado, entre otros, por Joaquín
Piedrabuena, Ana Cingolani, Melisa Giorgis, Natalia De Luca, Cecilia
Eynard, Laura Cavallero, Antonia Oggero y Elisa Sosa.
Fuente:
Qué hacer después del fuego en zonas de bosque nativo, 26 diciembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 26 diciembre 2019.
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