Ante
la noticia de una grieta en un talud de contención de los trabajos
para desviar el río, la empresa desmiente y ambientalistas vuelven a
la carga para tratar de frenar el proyecto.
por Laura
Borse
El
pasado martes 5 de noviembre el portal Econojournal dio la noticia de
una “enorme grieta en uno de los taludes de contención” de los
trabajos para desviar el río Santa Cruz, en el polémico proyecto de
las megarrepresas chinas. Esto habría significado una reprogramación
de las obras, la modificación del proyecto y un gran desembolso de
dinero que culminó con la renuncia del gerente de proyectos de IEASA
(Integración Energética Argentina) Alberto Brusco.
Las represas sobre el río Santa Cruz son resistidas desde hace años por
las comunidades originarias y ambientalistas. A pesar de las
denuncias de irregularidades y estudios de impacto ambiental que
entienden insuficientes, más los continuos incumplimientos de las
leyes por los Estados nacional y provincial (como la consulta previa,
libre e informada a los pueblos originarios del Convenio 169 OIT),
este proyecto, que fue licitado y comenzó bajo la presidencia de
Cristina Fernández de Kirchner y continuó con envión bajo la era
macrista, parece que por ahora ninguna grieta le hace demasiado daño.
Sismos
inducidos y deslizamientos de tierra
Consultado
por La Izquierda Diario, Mariano Musso, director de relaciones
institucionales de Represas Patagonia, afirmó: “En tareas de
excavación de canal de desvío se detecta características
geológicas que provocan deslizamientos. No se produce ninguna grieta
en talud de contención. La característica geológica solo hará que
se modifique la ubicación de algunas obras. Cambios que ya están
presentados y en etapa de definición”.
“Se
realizaron los estudios correspondientes para la reubicación de las
obras, evitando la zona con la posibilidad de deslizamiento dentro
del mismo polígono de la obra”, señaló Musso. También agregó
que las obras están en etapa de movimiento de suelo y excavación, y
que el deslizamiento se produjo sobre una parte de la ladera de la
montaña por lo que evitarán esa zona, y se desplazarán hacia abajo
para poder continuar.
La
Izquierda Diario también dialogó con el geólogo investigador
superior Dr. Jorge Rabassa del CADIC-CONICET Ushuaia (que no fue
consultado por la empresa constructora ni es parte del proyecto de
las represas). Rabassa le informó a este medio sobre los riesgos
asociados a geomorfología y represas en general. Explicó que los
embalses producidos por la construcción de represas generan sismos
inducidos, ya que el agua hace presión sobre las grietas del suelo y
las laderas circundantes funcionando como “lubricante”, que en
algún momento liberan toda esa energía contenida y generan
movimientos en la tierra.
Además,
la construcción de estas presas erosiona la base de las montañas y,
como consecuencia, se producen deslizamientos y desprendimientos de
detritos y rocas al agua embalsada que generan oleajes. La clave de
la seguridad es el cálculo que los constructores realizan en base a
la hipótesis del “peor escenario posible”, considerando la
sismicidad del terreno y los desprendimientos de rocas que podrían
ocasionar que el agua del embalse suba y traspase el coronamiento de
la presa.
En
este sentido, el Dr. Rabassa informó que las empresas constructoras
realizan mapas de ultra detalle de la zona de cierre de la presa,
mapas del embalse, mapa regional y cálculos sobre el margen de
seguridad y cota de coronamiento a la cual se podría llegar sin que
rebalse la presa y colapse el sistema.
Pedido
para frenar nuevamente las obras y que se realicen nuevos estudios
La
preocupación de la comunidad y ambientalistas desde el principio fue
que los estudios ambientales y sismológicos no fueron suficientes.
Por esta razón en 2017 interpusieron una medida cautelar y lograron
que los estudios de impacto ambiental fueran nuevamente realizados,
aunque persisten las controversias sobre éstos.
LID
también se comunicó con el geógrafo Alejandro Schweitzer,
académico de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, quien
participó de los estudios de factibilidad para la represa La Leona
-proyecto finalmente descartado-, sobre la naturaleza de los suelos
de la región y la posibilidad de que eventos de desplazamiento de
suelos puedan poner en riesgo la obra, a los trabajadores y el
ambiente.
Este
especialista coincide en que los estudios sísmicos y geomorfológicos
necesarios para estas represas no fueron suficientes o fueron
directamente mal realizados, ya que -según explicó-, se tomaron
datos sísmicos a 500 km de distancia y no se realizaron en el tiempo
correspondiente, que era de tres años según el estudio de
prefactibilidad del año 2005 realizado por la Universidad de
Patagonia Austral.
También
recordó el sismo de magnitud 7.9 en la escala de Ritcher del año
1949 (datos INPRES), con epicentro al oeste de la isla de Tierra del
Fuego, que se sintió con fuerza al sur de la provincia de Santa
Cruz. Aclaró que estos eventos son impredecibles, pueden suceder en
cualquier momento, con cualquier magnitud y es imposible saber de
antemano las consecuencias que eso podría generar en un río
obstaculizado por una represa. Incluso los daños a la estructura
misma, como sucedió con la represa Potrerillos en Mendoza o sucede
actualmente con la megapresa Hidroituango en Colombia, que sufre
graves desperfectos a causa de los movimientos de las montañas donde
se emplaza.
Por
su lado, Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), parte de la
coalición ambientalista que se opone a la construcción de las
represas de Santa Cruz, presentó un pedido de acceso a la
información pública para obtener precisiones sobre el
deslizamiento-grieta y además exigir que “frente a la reubicación
de la estructura de hormigón, debe aplicarse el principio
precautorio y frenarse la obra hasta tanto se presente un análisis
exhaustivo de los riesgos que involucre estudios ambientales sobre el
ecosistema, la flora, la fauna, las formaciones geológicas y el
paisaje”.
Los
especialistas coinciden en que los deslizamientos de tierra y los
sismos son y serán habituales y constantes. La incógnita de los
ambientalistas es sobre qué cálculos se han hecho en las mediciones
y denuncian que los técnicos y organismos especializados no han
tenido el suficiente tiempo para realizar los estudios pertinentes
con el objetivo de minimizar los riesgos, que existen y no son
menores. El conflicto continúa, agravado por la continua exclusión
de la ciudadanía en el acceso a la información precisa y la toma de
decisiones sobre este proyecto, lo que no facilita el ejercicio
democrático de la justicia socioambiental y la discusión social
sobre la producción de energía y sus costos.
Fuente:
Laura Borse | @lauraborse, Represas del río Santa Cruz: desprendimiento de suelos alerta sobre la geología del terreno, 15 noviembre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 16 noviembre 2019.
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