domingo, 17 de noviembre de 2019

Chequeando un evento radiactivo de la Central Nuclear Embalse


La información que la Autoridad Reguatoria Nuclear brindó al público argentino sobre un evento radiactivo de la Central Nuclear Embalse, es distinta de la que elevó a los organismos internacionales que controlan la actividad nuclear.

por Cristian Basualdo

CENTRAL NUCLEAR EMBALSE, 17 noviembre 2017.- Las elevadas concentraciones de tritio en el aire del edifico del reactor, provocaron la evacuación del mismo y la contaminación radiactiva de numerosos trabajadores que se encontraban desempeñando tareas para la extensión de vida de la vieja central, operada por la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina SA.

Han transcurrido 2 años de dicho evento, y es una buena oportunidad para comparar la información difundida por el lobby nuclear para el público argentino, con la elevada a los organismos internacionales que controlan la actividad nuclear.

El 22 de mayo de 2018, la Autoridad Reguatoria Nuclear (ARN) subió a su página web, en la sección “Informes sobre sucesos notificados”, el reporte del evento radiactivo que nos ocupa. El organismo regulador guardó silencio durante unos 7 meses, y brindó las explicaciones públicas del caso al día siguiente que fuera difundido por los medios de comunicación.

La ARN dijo que se trató de “una dispersión de humedad de agua pesada en la zona controlada del edificio del reactor, durante la realización de maniobras de secado y barrido de cañerías con aire comprimido”.

El tritio es el isótopo radiactivo del hidrógeno, se trata de un emisor interno que ingresa al cuerpo humano por inhalación, por absorción de la piel o con la ingestión de agua o alimentos. El tritio es el principal efluente del reactor de Embalse.

Del análisis del evento presentado por Nucleoeléctrica, la ARN concluyó que “la errónea alineación de válvulas movilizó inadvertidamente el aire en tramos de cañerías que no estaba previsto secar, y que tenían humedad de agua pesada con cierta concentración de tritio”.

Una cubierta de plástico en lugar de una pieza metálica

La Argentina suscribió la Convención sobre Seguridad Nuclear, aprobada por una Conferencia Diplomática en Viena, Austria, en 1994. De acuerdo con las disposiciones de la Sección 5 de la Convención, cada 3 años debe presentar para su examen un Informe Nacional de Seguridad Nuclear. En la página 6 del Anexo V del Octavo Informe, con fecha agosto 2019, se encuentra otra versión (en inglés) del evento que nos ocupa. Se parece a la anterior en la parte donde explica que “se ventiló una alta concentración de tritio desde los internos del núcleo del reactor. Esto dio como resultado la contaminación del aire del edificio del reactor”; y en la que dice que se realizó “un análisis inadecuado antes de cambiar la configuración de inyección de aire y se supuso que las tuberías que se estaban inyectando ya estaban secas”.

Sin embargo, esta causa fue mencionada en segundo lugar, la primera y más importante fue “la ventilación de tritio a través de una brida de tubería abierta que solo tenía una cubierta de plástico”, advirtiendo a continuación que “esta tubería requería una brida ciega (blank flange) por procedimiento”.

En otras palabras, la tubería debió tener un cierre metálico que hubiera evitado la dispersión de tritio ante el error de operación de las tuberías.

Otras causas mencionadas por la ARN en el Octavo Informe: “no se realizó ningún informe previo al trabajo y tampoco se informó al departamento de protección radiológica para el monitoreo de tritio”. Entre las acciones correctivas indicadas está la instalación de las protecciones y cierres correspondientes en las tuberías.

Se ocultaron las dosis recibidas por los trabajadores

En cuanto a las dosis recibidas por el personal, la ARN le dijo al público argentino que “para 5 trabajadores se estimaron de manera conservativa valores superiores a los 5 milisievert (mSv) en la dosis producida por el decaimiento del tritio incorporado, y ninguno de ellos se aproximó al límite de dosis anual admisible para trabajadores (de 20 mSv)”.

Mientras que en el Octavo Informe indicó que “522 trabajadores recibieron dosis de tritio superiores a 0.27 mSv, 5 de ellos superaron los 5 mSv y un trabajador recibió 10 mSv. El evento es significativo porque resultó en una dosis de tritio para muchos trabajadores y un trabajador recibió una dosis de 10 mSv”.

La ARN difundió selectivamente los números al público argentino, para evitar que la prensa difundiera que hubo más de 500 trabajadores contaminados y uno de ellos recibió en pocas horas la mitad de la dosis anual establecida como límite.

Tomemos por ejemplo las declaraciones de Nucleoeléctrica a La Voz del Interior. Desde la empresa subrayaron que no fue necesario informarlo a la población. Agregaron, a su vez, que tampoco “implicó la afectación a los empleados de la planta”.


El sistema de monitoreo de tritio estaba desconectado

Al público argentino la ARN le dijo que “luego del análisis del evento se iniciaron medidas correctivas y también preventivas como la instalación de un sistema de monitoreo permanente de tritio en el edificio del reactor”.

Una estrategia comunicacional típica de la industria nuclear luego de un accidente, es anunciar la incorporación de tecnología para evitarlo en el futuro, como parte de las “lecciones aprendidas”. Es una estrategia basada en la fantasía de la solución tecnológica.

En el Octavo Informe consta que la ARN indicó a Nucleoeléctrica que “vuelva a instalar el sistema de monitoreo continuo de tritio en el edificio reactor”, entre las acciones correctivas. La ARN ocultó al público argentino que estaban desconectados los medidores de tritio automáticos que hubieran advertido oportunamente el aumento de la radiactividad en el aire dentro del edificio del reactor.

La Norma ARN 3.1.1. Exposición ocupacional en reactores nucleares de potencia, establece que “ningún trabajador debe estar expuesto a concentraciones de radionucleidos en aire superiores a 1/10 DAC. En los locales donde estos valores de concentración puedan detectarse, deben preverse dispositivos para monitoreo y medios de protección adecuados”.

Para recibir las dosis reportadas por Nucleoeléctrica, la Concentración Derivada en Aire (DAC) debió superar por mucho el límite establecido por la Norma ARN 3.1.1.

La instalación de un dispositivo de monitoreo continuo era una obligación de Nucleoeléctrica, y la ARN en lugar de sugerirlo después del evento, en tanto organismo de control, debió iniciar un sumario administrativo e implementar las penalidades correspondientes.

A la hora de negar o minorar los inconvenientes de la tecnología nuclear, tanto Nucleoeléctrica como la ARN escriben la historia dentro de los parámetros marcados por los intereses del lobby nuclear argentino. Ambos entes estatales juegan el juego del regulador y el regulado, en el cual la información puede manipularse, ignorarse, o difundirse selectivamente.

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