La
información que la Autoridad Reguatoria Nuclear brindó al público
argentino sobre un evento radiactivo de la Central Nuclear Embalse,
es distinta de la que elevó a los organismos internacionales que
controlan la actividad nuclear.
por
Cristian Basualdo
CENTRAL
NUCLEAR EMBALSE, 17 noviembre 2017.- Las elevadas concentraciones de tritio
en el aire del edifico del reactor, provocaron la evacuación del mismo y la contaminación
radiactiva de numerosos trabajadores que se encontraban desempeñando tareas para la extensión de vida de
la vieja central, operada por la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina
SA.
Han
transcurrido 2 años de dicho evento, y es una buena oportunidad para
comparar la información difundida por el lobby nuclear para el
público argentino, con la elevada a los organismos internacionales
que controlan la actividad nuclear.
El
22 de mayo de 2018, la Autoridad Reguatoria Nuclear (ARN) subió a su
página web, en la sección “Informes sobre sucesos notificados”,
el reporte del evento radiactivo que nos ocupa. El organismo
regulador guardó silencio durante unos 7 meses, y brindó las
explicaciones públicas del caso al día siguiente que fuera
difundido por los medios de comunicación.
La
ARN dijo que se trató de “una dispersión de humedad de agua pesada en la
zona controlada del edificio del reactor, durante la realización de
maniobras de secado y barrido de cañerías con aire comprimido”.
El
tritio es el isótopo radiactivo del hidrógeno, se trata de un
emisor interno que ingresa al cuerpo humano por inhalación, por
absorción de la piel o con la ingestión de agua o alimentos. El
tritio es el principal efluente del reactor de Embalse.
Del
análisis del evento presentado por Nucleoeléctrica, la ARN concluyó
que “la errónea alineación de válvulas movilizó
inadvertidamente el aire en tramos de cañerías que no estaba
previsto secar, y que tenían humedad de agua pesada con cierta
concentración de tritio”.
Una
cubierta de plástico en lugar de una pieza metálica
La
Argentina suscribió la Convención sobre Seguridad Nuclear, aprobada
por una Conferencia Diplomática en Viena, Austria, en 1994. De
acuerdo con las disposiciones de la Sección 5 de la Convención,
cada 3 años debe presentar para su examen un Informe Nacional de
Seguridad Nuclear. En la página 6 del Anexo V del Octavo Informe,
con fecha agosto 2019, se encuentra otra versión (en inglés) del evento que nos
ocupa. Se parece a la anterior en la parte donde explica que “se
ventiló una alta concentración de tritio desde los internos del
núcleo del reactor. Esto dio como resultado la contaminación del
aire del edificio del reactor”; y en la que dice que se realizó
“un análisis inadecuado antes de cambiar la configuración de
inyección de aire y se supuso que las tuberías que se estaban
inyectando ya estaban secas”.
Sin
embargo, esta causa fue mencionada en segundo lugar, la primera y más
importante fue “la ventilación de tritio a través de una brida de
tubería abierta que solo tenía una cubierta de plástico”,
advirtiendo a continuación que “esta tubería requería una brida
ciega (blank flange) por procedimiento”.
En
otras palabras, la tubería debió tener un cierre metálico que
hubiera evitado la dispersión de tritio ante el error de operación
de las tuberías.
Otras
causas mencionadas por la ARN en el Octavo Informe: “no se realizó
ningún informe previo al trabajo y tampoco se informó al
departamento de protección radiológica para el monitoreo de
tritio”. Entre las acciones correctivas indicadas está la
instalación de las protecciones y cierres correspondientes en las
tuberías.
Se
ocultaron las dosis recibidas por los trabajadores
En
cuanto a las dosis recibidas por el personal, la ARN le dijo al
público argentino que “para 5 trabajadores se estimaron de manera
conservativa valores superiores a los 5 milisievert (mSv) en la dosis
producida por el decaimiento del tritio incorporado, y ninguno de
ellos se aproximó al límite de dosis anual admisible para
trabajadores (de 20 mSv)”.
Mientras
que en el Octavo Informe indicó que “522 trabajadores recibieron
dosis de tritio superiores a 0.27 mSv, 5 de ellos superaron los 5 mSv
y un trabajador recibió 10 mSv. El evento es significativo porque
resultó en una dosis de tritio para muchos trabajadores y un
trabajador recibió una dosis de 10 mSv”.
La
ARN difundió selectivamente los números al público argentino, para
evitar que la prensa difundiera que hubo más de 500 trabajadores
contaminados y uno de ellos recibió en pocas horas la mitad de la
dosis anual establecida como límite.
Tomemos
por ejemplo las declaraciones de Nucleoeléctrica a La Voz del Interior. Desde la empresa subrayaron que no fue necesario informarlo
a la población. Agregaron, a su vez, que tampoco “implicó la
afectación a los empleados de la planta”.
En las centrales nucleares la seguridad es una condición esencial de operación. Nucleoeléctrica Argentina adhiere a estándares de seguridad y tratados internacionales.— Nucleoeléctrica (@Nucleoelectrica) April 9, 2019
Conoce más en https://t.co/VUm4Qjfcnb pic.twitter.com/MYE4Zo3vMd
El
sistema de monitoreo de tritio estaba desconectado
Al
público argentino la ARN le dijo que “luego del análisis del
evento se iniciaron medidas correctivas y también preventivas como
la instalación de un sistema de monitoreo permanente de tritio en el
edificio del reactor”.
Una
estrategia comunicacional típica de la industria nuclear luego de un
accidente, es anunciar la incorporación de tecnología para evitarlo
en el futuro, como parte de las “lecciones aprendidas”. Es una
estrategia basada en la fantasía de la solución tecnológica.
En
el Octavo Informe consta que la ARN indicó a Nucleoeléctrica que
“vuelva a instalar el sistema de monitoreo continuo de tritio en el
edificio reactor”, entre las acciones correctivas. La ARN ocultó
al público argentino que estaban
desconectados los medidores de tritio automáticos que
hubieran advertido oportunamente el aumento de la radiactividad en el
aire dentro del edificio del reactor.
La
Norma ARN 3.1.1. Exposición ocupacional en reactores nucleares de potencia, establece que “ningún trabajador debe estar expuesto a
concentraciones de radionucleidos en aire superiores a 1/10 DAC. En
los locales donde estos valores de concentración puedan detectarse,
deben preverse dispositivos para monitoreo y medios de protección
adecuados”.
Para
recibir las dosis reportadas por Nucleoeléctrica, la Concentración
Derivada en Aire (DAC) debió superar por mucho el límite
establecido por la Norma ARN 3.1.1.
La
instalación de un dispositivo de monitoreo continuo era una
obligación de Nucleoeléctrica, y la ARN en lugar de sugerirlo
después del evento, en tanto organismo de control, debió iniciar un
sumario administrativo e implementar las penalidades
correspondientes.
A
la hora de negar o minorar los inconvenientes de la tecnología
nuclear, tanto Nucleoeléctrica como la ARN escriben la historia
dentro de los parámetros marcados por los intereses del lobby
nuclear argentino. Ambos entes estatales juegan el juego del
regulador y el regulado, en el cual la información puede
manipularse, ignorarse, o difundirse selectivamente.
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