Regresamos
a la situación nuclear en Turquía: sus oscuridades, acuerdos
internacionales y amenaza tanto para la población como para el
medioambiente de dicho país. Los proyectos siguen adelante pese al
aumento de los costes, las protestas de la sociedad civil, la presión
sobre especies en peligro y que se desconozca qué será de los
residuos radioactivos.
por
Pinar Demircan
Viene
de la primera parte.
Preocupaciones
sobre transparencia y desarrollo
En
marzo de 2017, el gobierno turco tomó la decisión de empezar el
proyecto de Akkuyu a pesar de que el recurso de la EIM seguía en el juzgado. Se esperaba una decisión final al respecto en diciembre de
2017 o principios de 2018. Sin embargo, el presidente Erdoğan acabó
con cualquier esperanza de que hubiera cambios sustanciales o una
sincera explicación sobre qué justificaba seguir adelante con un
proceso rodeado de complicaciones medioambientales.
Este
mensaje del Presidente fue interpretado como una orden a los cuerpos judiciales. Varias ONGs y organizaciones profesionales criticaron con
dureza la calidad e insuficiencia de la información hecha pública
hasta el momento, entre otras críticas presentes en sus alegaciones
contra la EIM. El gobierno parece buscar reducir la participación de
la sociedad civil en la toma de decisiones nucleares. De hecho, al
poco de que se frenase un supuesto intento de golpe de Estado el 15
de julio de 2016 comenzaron a cambiar algunas cosas. El gobierno
impuso sobre nuestro país unas condiciones propias de golpe militar.
Entre estas, el gobierno obtenía superpoderes y se daba prioridad a
los proyectos nucleares, que pasaron a convertirse en megaproyectos.
Decisiones, incluyendo las de naturaleza ecológica, son
responsabilidad directa del primer ministro y del presidente.
Después
de las elecciones generales del 24 de junio de 2018, el gobierno
también introdujo un Cuerpo Regulador Nuclear capacitado para tomar
las decisiones de naturaleza nuclear, incluyendo las dosis ante la
radiación, los límites de exposición o las compensaciones a
pagarse en caso de accidente. Resulta que el máximo responsable de
este organismo es el Presidente, y la independencia del cuerpo
regulador no es posible. Organizaciones ecologistas, profesionales y
algunos medios que han cuestionado públicamente Akkuyu y demás
proyectos nucleares, han sufrido ataques verbales por parte de otros
medios, las redes sociales o incluso el propio Presidente. Como
resultado, se han vuelto extremadamente cautos con sus actividades y
labores de comunicación, temiendo que se utilizase cualquier cosa
para intimidarles en el futuro, o incluso judicialmene y así hacer
peligrar su propia existencia. Por más de 40 años, la energía
nuclear ha sido un elemento clave del debate ecologista en nuestra
sociedad, ahora nos volvemos hacia la solidaridad internacional en
busca de ayuda, defendiendo un mínimo de transparencia y
participación pública.
Acerca
de la seguridad, puedo decir que Turquía tiene un grave problema con
los residuos nucleares, y este cuerpo regulador no está tomando
decisión alguna para prevenir la exposición de la ciudadanía al
peligro de los residuos. De facto, no existe ninguna cultura de la
seguridad en Turquía. En 2007, Eu 152, que tiene una vida media de
13 años, fue detectado en la tierra. Este residuo fue encontrado en
una zona industrial en Izmir, una ciudad en el oeste de Turquía. No
debemos subestimar el problema, niños y niñas juegan en el área ya
que nadie se lo impide. Se dio a entender que este material llegó
allí con una mezcla de residuos que debían ser reciclados en los
70. Preocupantemente, en Turquía no se rastrea ni trata con cautela
los residuos peligrosos en general. Anualmente, se registran 1,2
millones de toneladas aunque esto solo suponga cerca de un quinto del
total, según la Asociación de Ingenieros Medioambientales. Debo
mencionar que Turquía es un país que tuvo un accidente nuclear
letal debido a la falta de medidas de seguridad en un hospital en
1999.
De
hecho, lo que sucedió hace unas semanas sirve para dar una idea de
la situación. Nos llegó que había algunas grietas en Akkuyu por
segunda vez. En julio de 2018, al poco de la ceremonia de apertura,
se encontraron grietas en el sótano. Nunca se comunicó esto a la
ciudadanía. Solo se empezaron a conocer los problemas en Akkuyu
cuando el TAEK encontró otras grietas en mayo de 2019. Hasta donde
yo sé, Akkuyu tuvo que volver a hacer el diseño. Uno de los
principales problemas es que aún no hemos recibido ninguna
explicación formal por parte de nuestro gobierno. De acuerdo con
varios científicos y geólogos, la razón por la que se formaron
estas grietas se debían al terreno de construcción, completamente
inapropiado. Acerca de estas grietas, puedo decir que Turquía es un
país con alta actividad sísmica, y a 30 kilómetros de Akkuyu hay
una falla, Ecemis. Varios científicos declararon ante el juez que
hay más fallas en la región. Como ejemplo, cuando se reevaluó el
área en los 90 aumentó el número de fallas detectadas de 152 a
350. Además, hay una potencial falla submarina entre Turquía y
Chipre.
De
acuerdo con los geólogos, antes había terremotos de magnitud 9 y
tsunamis cada 10 mil años en la región. Le recordamos al gobierno
que los científicos en Fukushima habían declarado que cuando se usa
una nueva tecnología, se encuentran más fallas. Pero nos ignoraron.
En caso de que haya un accidente, queda claro que el Mediterráneo
quedaría contaminado, incluyendo Chipre que se encuentra a cerca de
100 kilómetros de Akkuyu. Las centrales nucleares solo son un
eslabón en el ciclo nuclear, y esta cadena comienza con la minería
de uranio y continúa con los residuos nucleares, por no hablar de
sus posibles consecuencias como una bomba atómica. Los riesgos
nucleares deberían reconsiderarse en la era de la crisis climática.
Turquía
firmó el Tratado de no proliferación de 1981 pero construir una
central nuclear en un país con riesgo de terremotos no promete traer
paz social. Aunque Turquía quiere ser vista como una nación
poderosa por razones políticas, las centrales se mostrarán como su
debilidad. El poder incontrolable no es un poder real y la energía
nuclear es totalmente incontrolable, construyas tú o construya otro
país. En caso de accidente, Turquía y Chipre no serían las únicas
en verse afectadas, también alcanzaría Grecia, Creta, Italia,
España y el Norte de África. El Mediterráneo, nuestro hogar.
Luchemos por defenderlo.
Traducción
de Raúl Sánchez Saura.
Fuente:
Pinar Demircan, El programa nuclear turco amenaza nuestro Mar Mediterráneo II, 1 julio 2019, El Salto Diario. Consultado 3 julio 2019.
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