miércoles, 3 de julio de 2019

El programa nuclear turco amenaza nuestro Mar Mediterráneo II

Regresamos a la situación nuclear en Turquía: sus oscuridades, acuerdos internacionales y amenaza tanto para la población como para el medioambiente de dicho país. Los proyectos siguen adelante pese al aumento de los costes, las protestas de la sociedad civil, la presión sobre especies en peligro y que se desconozca qué será de los residuos radioactivos.

por Pinar Demircan

Viene de la primera parte.

Preocupaciones sobre transparencia y desarrollo

En marzo de 2017, el gobierno turco tomó la decisión de empezar el proyecto de Akkuyu a pesar de que el recurso de la EIM seguía en el juzgado. Se esperaba una decisión final al respecto en diciembre de 2017 o principios de 2018. Sin embargo, el presidente Erdoğan acabó con cualquier esperanza de que hubiera cambios sustanciales o una sincera explicación sobre qué justificaba seguir adelante con un proceso rodeado de complicaciones medioambientales.

Este mensaje del Presidente fue interpretado como una orden a los cuerpos judiciales. Varias ONGs y organizaciones profesionales criticaron con dureza la calidad e insuficiencia de la información hecha pública hasta el momento, entre otras críticas presentes en sus alegaciones contra la EIM. El gobierno parece buscar reducir la participación de la sociedad civil en la toma de decisiones nucleares. De hecho, al poco de que se frenase un supuesto intento de golpe de Estado el 15 de julio de 2016 comenzaron a cambiar algunas cosas. El gobierno impuso sobre nuestro país unas condiciones propias de golpe militar. Entre estas, el gobierno obtenía superpoderes y se daba prioridad a los proyectos nucleares, que pasaron a convertirse en megaproyectos. Decisiones, incluyendo las de naturaleza ecológica, son responsabilidad directa del primer ministro y del presidente.

Después de las elecciones generales del 24 de junio de 2018, el gobierno también introdujo un Cuerpo Regulador Nuclear capacitado para tomar las decisiones de naturaleza nuclear, incluyendo las dosis ante la radiación, los límites de exposición o las compensaciones a pagarse en caso de accidente. Resulta que el máximo responsable de este organismo es el Presidente, y la independencia del cuerpo regulador no es posible. Organizaciones ecologistas, profesionales y algunos medios que han cuestionado públicamente Akkuyu y demás proyectos nucleares, han sufrido ataques verbales por parte de otros medios, las redes sociales o incluso el propio Presidente. Como resultado, se han vuelto extremadamente cautos con sus actividades y labores de comunicación, temiendo que se utilizase cualquier cosa para intimidarles en el futuro, o incluso judicialmene y así hacer peligrar su propia existencia. Por más de 40 años, la energía nuclear ha sido un elemento clave del debate ecologista en nuestra sociedad, ahora nos volvemos hacia la solidaridad internacional en busca de ayuda, defendiendo un mínimo de transparencia y participación pública.

Acerca de la seguridad, puedo decir que Turquía tiene un grave problema con los residuos nucleares, y este cuerpo regulador no está tomando decisión alguna para prevenir la exposición de la ciudadanía al peligro de los residuos. De facto, no existe ninguna cultura de la seguridad en Turquía. En 2007, Eu 152, que tiene una vida media de 13 años, fue detectado en la tierra. Este residuo fue encontrado en una zona industrial en Izmir, una ciudad en el oeste de Turquía. No debemos subestimar el problema, niños y niñas juegan en el área ya que nadie se lo impide. Se dio a entender que este material llegó allí con una mezcla de residuos que debían ser reciclados en los 70. Preocupantemente, en Turquía no se rastrea ni trata con cautela los residuos peligrosos en general. Anualmente, se registran 1,2 millones de toneladas aunque esto solo suponga cerca de un quinto del total, según la Asociación de Ingenieros Medioambientales. Debo mencionar que Turquía es un país que tuvo un accidente nuclear letal debido a la falta de medidas de seguridad en un hospital en 1999.

De hecho, lo que sucedió hace unas semanas sirve para dar una idea de la situación. Nos llegó que había algunas grietas en Akkuyu por segunda vez. En julio de 2018, al poco de la ceremonia de apertura, se encontraron grietas en el sótano. Nunca se comunicó esto a la ciudadanía. Solo se empezaron a conocer los problemas en Akkuyu cuando el TAEK encontró otras grietas en mayo de 2019. Hasta donde yo sé, Akkuyu tuvo que volver a hacer el diseño. Uno de los principales problemas es que aún no hemos recibido ninguna explicación formal por parte de nuestro gobierno. De acuerdo con varios científicos y geólogos, la razón por la que se formaron estas grietas se debían al terreno de construcción, completamente inapropiado. Acerca de estas grietas, puedo decir que Turquía es un país con alta actividad sísmica, y a 30 kilómetros de Akkuyu hay una falla, Ecemis. Varios científicos declararon ante el juez que hay más fallas en la región. Como ejemplo, cuando se reevaluó el área en los 90 aumentó el número de fallas detectadas de 152 a 350. Además, hay una potencial falla submarina entre Turquía y Chipre.

De acuerdo con los geólogos, antes había terremotos de magnitud 9 y tsunamis cada 10 mil años en la región. Le recordamos al gobierno que los científicos en Fukushima habían declarado que cuando se usa una nueva tecnología, se encuentran más fallas. Pero nos ignoraron. En caso de que haya un accidente, queda claro que el Mediterráneo quedaría contaminado, incluyendo Chipre que se encuentra a cerca de 100 kilómetros de Akkuyu. Las centrales nucleares solo son un eslabón en el ciclo nuclear, y esta cadena comienza con la minería de uranio y continúa con los residuos nucleares, por no hablar de sus posibles consecuencias como una bomba atómica. Los riesgos nucleares deberían reconsiderarse en la era de la crisis climática.

Turquía firmó el Tratado de no proliferación de 1981 pero construir una central nuclear en un país con riesgo de terremotos no promete traer paz social. Aunque Turquía quiere ser vista como una nación poderosa por razones políticas, las centrales se mostrarán como su debilidad. El poder incontrolable no es un poder real y la energía nuclear es totalmente incontrolable, construyas tú o construya otro país. En caso de accidente, Turquía y Chipre no serían las únicas en verse afectadas, también alcanzaría Grecia, Creta, Italia, España y el Norte de África. El Mediterráneo, nuestro hogar. Luchemos por defenderlo.

Traducción de Raúl Sánchez Saura.

Fuente:
Pinar Demircan, El programa nuclear turco amenaza nuestro Mar Mediterráneo II, 1 julio 2019, El Salto Diario. Consultado 3 julio 2019.

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