lunes, 1 de julio de 2019

Dosímetros, densímetros y roentgens: detrás de la ciencia en Chernobyl

Desde su primer episodio, la serie Chernobyl nos introdujo a un potente y silencioso enemigo: la radiación. Sabemos cómo se medía en ese entonces pero, ¿qué ha cambiado con el tiempo?

por Axel Christiansen

¿Cómo nos enfrentamos a un villano invisible? ¿Qué tan seguros podemos estar para protegernos de la amenaza de la radiación nuclear? Si algo aprendimos desde el primer episodio de Chernobyl es que si bien la radiación puede ser detectada, los métodos para hacerlo no siempre son los más infalibles. O al menos, eso es lo que nos querían hacer pensar los soviéticos.

Y es que para muchos, sobre todo cuando no estamos acostumbrados al mundo de la energía nuclear, aprender nuevos términos como la escala de roentgens o lo dosímetros, terminan siendo tan complicados y misteriosos como los apellidos de las autoridades de la madre Rusia.

Así que para evitar confusiones y saber efectivamente cuánta información estaba siendo manipulada, es necesario hacer un breve repaso sobre cómo se mide la radiación, sus efectos y de esa forma comprender con datos el verdadero impacto del accidente ucraniano.

3,6 roentgens

¿De dónde proviene la escala utilizada en la serie para medir la intensidad de la radiación? Su nombre proviene como una manera de honrar a Wilhelm Conrad Röntgen, un físico alemán quien ganó el Premio Nobel de su especialidad en el año 1901 al publicar los primeros estudios sobre lo que hoy conocemos como rayos X.

Fue el pionero de las radiografías médicas y en su honor, en el año 1928, se colocó su apellido a la unidad que por décadas mediría el efecto de la radiación ionizante: el roentgen.

Se trata de una medida que es capaz de medir la exposición de estos rayos X y rayos gamma en el ambiente. Se define como las cargas eléctricas liberadas por una carga de radiación dentro de un volumen específico de aire dividido por la masa del aire.

Es decir, el roentgen es una medida que solo puede percibir la radiación existente en el aire, pero no la que ha sido absorbida por otros tejidos, como telas o la piel humana. Y con el tiempo, la ciencia logró determinar que el daño en los tejidos estaba vinculado a la radiación absorbida y no necesariamente a la exposición.

Ya en el año 1975, se adoptó una nueva medida que tomaba en cuenta el verdadero peligro de la radiación: el rad y el gray. Ambas medidas toman en cuenta las dosis de radiación absorbidas por un tejido y se expresan en razón de que 100 rads componen un gray.

Ahora bien, se dice que la equivalencia entre rads y roentgen es muy similar: 1 rad deposita en el tejido humano una radiación equivalente a 0.96 roentgen, lo que si bien es casi equivalente, en un mundo tan delicado como el nuclear, vale la pena.

El dosímetro no miente

Conocido ya lo que se busca encontrar tras cualquier accidente que involucre radiación, es hora de dar el paso al instrumento que es capaz de medirlo. Y como siempre, hay varias formas de hacerlo.

El medidor más reconocido por ser usado en series, películas y hasta videojuegos es el Contador Geiger, que se reconocer por tener una aguja, una especie de tubo metálico y emitir un chirrido un tanto infernal que se intensifica mientras más te acercas a la radiación. Y es que el contador Geiger sirve precisamente para contar las partículas de radiación presentes en el ambiente. Estas reaccionan frente a un gas, el cual al expandirse genera un click en un parlante, generando este sonido.

Para mejorar eso es que entran los dosímetros, que por lo general son de uso personal, y que miden la cantidad de radiación que es absorbida por una persona. Por lo general se colocan sobre la ropa y en zonas de mayor exposición como el pecho y dependiendo del método utilizado, pueden entregar datos activos o pasivos.

Los activos son los de pluma y probablemente los que se utilizaron en la serie. Estos venían con una carga eléctrica que se reduce con la radiación ionizante. Es decir, mientras menos carga tiene el aparato, más radiación existe en el ambiente, lo que se mide con una aguja. Por lo mismo, este sistema no es capaz de medir variaciones, sino que un acumulado y además, cuando se descarga totalmente hay que volver a cargarlo para reiniciarlo.

Es por eso que este tipo de medidores tendían a fallar o mostrar falsas mediciones. Hoy, los dosímetros son digitales y pueden ser programados para emitir un aviso como un sonido en caso de llegar a niveles peligrosos.

El temido densímetro

De vez en cuando, algún noticiero nacional nos alerta sobre el extravío de un extraño artefacto llamado densímetro nuclear. Siempre se da aviso porque se trata de un artículo de manipulación peligrosa y del cual poco o nada de dinero se le puede sacar en el mercado informal.

Pero ¿tiene que ver algo este artefacto con los peligros mostrados en la serie? Casi, pero no. En lo único que podría parecerse es en que es un objeto que emite radiación ionizante y que debe ser manipulado con cuidado para no causar intoxicación, pero en realidad se utiliza por geólogos para medir la densidad y humedad de diferentes tipos de terreno.

¿Por qué la gente los roba? Seguramente por sus colores llamativos, pero salvo que vayamos a trabajar en ese tipo de negocios, ni siquiera deberíamos preocuparnos de su existencia. Simplemente recordar que cuando discutamos sobre Chernobyl, la palabra es dosímetro y no densímetro. Usted dígalo bien.

Fuente:
Axel Christiansen, Dosímetros, densímetros y roentgens: detrás de la ciencia en Chernobyl, 7 junio 2019, La Tercera. Consultado 1 julio 2019.

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