Lo advierte Sandra Díaz, quien copresidió la elaboración del reciente informe del IPBES sobre el estado global de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos.
por
Miguel Faigón
De
acuerdo al informe aprobado por la séptima sesión Plenaria de la
Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad
Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en
inglés), reunida en París entre el 29 de abril y el 4 de mayo de
este año, el número de especies en extinción se acelera en todo el
mundo (acercándose al millón). Esto, junto con otros síntomas de
deterioro de la naturaleza, tiene potenciales graves consecuencias
para la humanidad. El informe fue compilado y recopilado por 145
expertos de todo el mundo y contó con la colaboración de otros 310
autores.
Sandra
Díaz, investigadora superior del CONICET en el Instituto
Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC), quien
copresidió la evaluación presentada hace dos semanas en la capital
francesa –junto al científico alemán, Josef Settele y al
brasilero estadounidense, Eduardo Brondízio-, y destinada a los
tomadores de decisiones en todos los niveles, considera que todavía
se está a tiempo de torcer la tendencia actual hacia un deterioro
generalizado de la naturaleza.
¿Cuáles
son las conclusiones fundamentales que se pueden extraer del último
informe del IPBES?
Los
mensajes fundamentales son bastante claros: Primero: hay un deterioro
generalizado de la naturaleza, o sea de la trama de la vida sobre la
tierra, incluyendo la biodiversidad y los ecosistemas. Segundo: dada
la estrecha dependencia de todos los aspectos de la vida de los seres
humanos con la naturaleza, esto significa un deterioro inminente de
nuestra calidad de vida, acentuándose en las próximas décadas en
la medida que las tendencias socioeconómicas, de consumo y de uso de
la tierra a nivel global continúen como hasta ahora.
¿Qué
recomendaciones se desprenden del mismo?
Lo
que muestra el informe es que, si bien las tendencias futuras son
realmente preocupantes si continuamos con las tendencias actuales,
estamos a tiempo de torcer esas trayectorias hacia futuros más
sustentables. Pero esto requiere cambios transformadores, profundos,
no sólo a nivel de tecnología y medidas de protección de especies,
sino cambios a nivel de los factores económicos, sociales,
institucionales y políticos que subyacen a las tendencias de
deterioro que estamos viendo. Y para poder hacerlo a tiempo hace
falta empezar inmediatamente.
¿A
quiénes están destinadas fundamentalmente estas recomendaciones?
¿Tienen la expectativa de ser escuchados por los tomadores de
decisiones?
Técnicamente
lo que nosotros ofrecemos son opciones, para que los distintos
actores sociales las consideren. Las opciones están destinadas a los
tomadores de decisiones a todos los niveles: los organismos y
tratados internacionales, los gobiernos nacionales, los gobiernos a
escala más regional y local. Y también hay opciones para las
organizaciones sociales, los educadores, el sector privado. Lo que es
claro es que, si bien la responsabilidad mayor le cabe a los
gobiernos, porque son los que tienen la mayor capacidad de agencia,
el cambio profundo en la trayectoria de nuestra relación con la
naturaleza no va a ocurrir sólo con cambios de arriba hacia abajo.
Es imprescindible que también haya voluntad y presión de abajo
hacia arriba, o sea a nivel de ciudadanos y sus organizaciones. La
gente común alrededor del mundo tiene mucho que perder si las
tendencias continúan. Y los sectores más vulnerables son los que
más tienen que perder. Hay muchos derechos relacionados con nuestro
vínculo con un ambiente saludable y con la posibilidad de gozar de
una relación significativa con la naturaleza. La gente ni siquiera
toma conciencia de que los tiene, porque no están suficientemente
visibilizados.
En
relación al aumento de las especies en extinción: ¿cómo podría
afectar a la humanidad la pérdida de biodiversidad?
El
aumento de la tasa de extinción a nivel global captura la atención
de los medios y es correcto que lo haga, porque una vez que una
especie desaparece de la faz de la tierra no tenemos forma de traerla
de nuevo. Pero en realidad es un síntoma más del deterioro de todos
los aspectos de la naturaleza: los ecosistemas se están reduciendo
en superficie, se están simplificando y haciendo cada vez más
parecidos unos a otros. La diversidad de variedades de plantas
cultivadas y animales domésticos adaptados a condiciones locales
también se está reduciendo. Incluso estamos interfiriendo con el
proceso de la evolución. Hay casos de evolución contemporánea, o
sea cambios evolutivos a la escala de décadas o años, en una gran
variedad de microorganismos, plantas y animales, como resultado de la
fuerte presión de selección de las actividades humanas.
Todo
esto trae consecuencias importantes para nosotros. Dependemos todos
los días de las llamadas contribuciones de la naturaleza para la
gente. Estas contribuciones pueden ser predominantemente materiales,
como alimento, fibras, y combustibles. También hay contribuciones de
la naturaleza que pasan por la regulación de procesos importantes en
la base de nuestra subsistencia y nuestras economías, como la
fertilidad sostenida de los suelos, la purificación del agua y el
aire y la polinización de muchos cultivos. Y finalmente la
naturaleza brinda una serie de contribuciones no materiales, que
tienen que ver con el goce estético, la inspiración, el sentido de
identidad y arraigo. Estos, aunque más sutiles, son extremadamente
importantes para el bienestar. En la medida que la naturaleza se
deteriora, vamos perdiendo estas contribuciones. Es importante tomar
conciencia que no estamos separados de la naturaleza, aunque vivamos
en el piso 50 de una ciudad capital y no tengamos ni una maceta en el
balcón. Estamos íntimamente ligados a la trama de la vida, tanto en
las contribuciones que recibimos de ella como en nuestros impactos,
que a veces se sienten en lugares remotos, sin que nos demos cuenta.
Por eso, el deterioro de la naturaleza nos aleja cada vez más de un
futuro justo y sustentable.
¿En
qué medida la disminución de la diversidad obedece a causas
antrópicas?
Las
causas principales en las últimas décadas, desde los 70, que es el
período comprendido en el informe, son todas claramente antrópicas.
¿Es
el diagnóstico igualmente crítico para todos los continentes?
Todos
los continentes están afectados, pero las tendencias actuales y
sobre todo las proyectadas para las próximas décadas son mucho más
severas para los trópicos, para el ártico, y para muchas zonas de
América Latina, Asia y África. Se podría decir que están más
concentradas en el llamado Sur Global. Lo interesante y preocupante
es que factores como cambio en el uso de la tierra, cambio climático,
contaminación, etc. no actúan por separado, se sinergizan y
producen efectos no lineales. En algunos casos un factor compensa a
los demás, pero frecuentemente se potencian para peor. Un caso
icónico son los arrecifes de coral: pueden sobrevivir y adaptarse en
cierta medida a aumentos de temperatura, a la acidificación de los
océanos o a la contaminación, pero no pueden tolerar todos estos
impactos a la vez.
¿Considera
que queda margen para ser optimistas en cuanto a las posibilidades de
revertir la tendencia actual en lo que se refiere a biodiversidad?
Creo
que tenemos que ser optimistas porque no hay otra salida. La
evidencia que logramos reunir en el informe, proveniente de muchos
campos diferentes del conocimiento, muestra claramente que no podemos
seguir en las misma trayectoria. Claramente este camino, estos
modelos, estas narrativas sociales que están impulsando las
trayectorias, no llevan a un futuro justo y sustentable. Somos
conscientes de que los caminos alternativos están lleno de
dificultades y resistencias, pero en otro momentos de la historia
han ocurrido algunos cambios para bien, que antes de que se
concretaran aparecían como altamente improbables. Hay una frase
conocida, casi un lugar común, que dice “seamos realistas, hagamos
lo imposible”. Me parece que se aplica a este caso.
Fuente:
Miguel Faigón, “El cambio profundo de nuestra relación con la naturaleza no va a ocurrir sólo de arriba hacia abajo”, 21 mayo 2019, Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Consultado 24 mayo 2019.
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