por Tharanga
Yakupitiyage
NACIONES UNIDAS,
7 dic 2018 (IPS) - En el marco de la 24 Conferencia de las Partes
(COP24) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el
Cambio Climático (CMNUCC), muchos actores tratan de redoblar
esfuerzos en la búsqueda de soluciones prácticas a la crisis
climática, como es la propia tierra.
ONU Medio
Ambiente presentó en la COP24, que se realiza del 3 al 14 de este
mes en Katowice, un informe que alerta sobre que las promesas de la
comunidad internacional bajo el Acuerdo de París, las llamadas
contribuciones determinadas a nivel nacional, no bastan para mantener
el aumento de temperatura global por debajo de los dos grados
centígrados.
Las emisiones de
gases invernadero ya tienen consecuencias visibles en todo el mundo,
y se seguirán viendo en las próximas décadas, puntualizó Kelly
Levin, especialista del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, en
inglés) y principal autora del informe ONU Medio Ambiente.
“La ambición
de los actuales compromisos por país no son acordes al espíritu del
Acuerdo de París. Si seguimos haciendo lo que hacemos ahora, la
temperatura puede llegar a aumentar tres grados”, observó.
“La urgencia y
la necesidad de actuar nunca fueron tan grandes”, añadió Levin.
El jefe de
economía de recursos naturales del Fondo de Defensa Ambiental, Ruben
Lubowski, y también autor del informe de ONU Medio Ambiente,
coincidió: “Ahora no estamos ni cerca de donde necesitamos estar y
debemos mejorar, tanto en términos de acompasar las CDN y
aumentarlas con el tiempo para avanzar más allá de eso”, añadió.
El Informe anual
de Brecha de Emisiones de esa misma agencia, concluyó que los
gobiernos deben triplicar esfuerzos, pues es necesario reducir una
tercera parte de las emisiones contaminantes para 2030 para mantener
el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados, y
habrá que reducirlas a la mitad para alcanzar la meta de 1,5 grados.
No solo hay una
brecha, sino que el informe también concluyó que hubo un aumento en
las emisiones en 2017, a diferencia de los años anteriores.
Gran parte de la
atención sigue estando en la necesidad de reducir el uso de
combustibles fósiles, pero la recuperación y la reforestación
suelen desestimarse como soluciones a la crisis.
“Creo que hay
una falta de reconocimiento en la importancia que tiene la tierra, en
particular; es una de las oportunidades disponibles de inmediato y a
un costo relativamente bajo”, explicó Lubowski.
Según la CMNUCC,
la tierra es responsable de entre 25 y 30 por ciento de las emisiones
globales.
Y la
deforestación tropical representa ocho por ciento de las emisiones
de dióxido de carbono mundial emitidas al año. Si fuera un país,
sería el tercer mayor emisor del mundo.
Las emisiones
liberadas por el cambio en el uso de la tierra permanecen
relativamente estables, pero las acciones que están al alcance de la
mano pueden acortar la brecha de emisiones liberadas en hasta 30 por
ciento, observó Lubowski.
“Reducir la
deforestación ya resultó ser la solución a gran escala más
viable. Lo que se necesita es ir más allá de esos mojones justos y
tratar de introducir algunas zanahorias en términos de incentivos
positivos. Y ni siquiera nos acercamos a agotar esa oportunidad”,
añadió.
Moverse en torno
al dinero
La reforma de la
política fiscal está entre las herramientas más efectivas para
crear incentivos para inversiones destinadas a iniciativas con bajas
emisiones de carbono y reducir los gases contaminantes.
“Tanto las
políticas fiscales tradicionales, así como la creación de esos
mercados y programas de intercambio de emisiones tienen un gran papel
que desempeñar en el uso de la tierra, en particular en la
deforestación tropical”, dijo Lubowski a IPS.
También señaló
la transferencia fiscal ecológica como una de esas políticas, pues
permite que los gobiernos locales reciban ingresos impositivos y
recursos en función de su rendimiento en la conservación.
La inclusión de
índices de conservación como parte de las decisiones en torno a la
asignación fiscal se vuelve un incentivo para que las
municipalidades locales protejan la tierra y las selvas, así como
los recursos para ampliar esas protecciones.
Sin recursos, los
gobiernos locales podrían verse obligados a destinar tierras a la
agricultura, la industria y la construcción a fin de generar
ingresos.
Muy pocos países
implementaron esa política; Brasil que fue el primero en
aprovecharse de las oportunidades.
Esto llevó a un
aumento de 165 por ciento en la extensión de áreas de conservación
entre 1992 y 2000, equivalente a un aumento de más de un millón de
hectáreas de áreas protegidas.
Por ejemplo, el
sureño estado brasileño de Paraná destinó cinco por ciento de los
impuestos municipales a la protección de áreas de conservación de
la biodiversidad y a cuencas, y desde entonces logró ampliar las
áreas protegidas.
Los esfuerzos de
Brasil para reducir la deforestación llevaron a una disminución de
casi 30 por ciento de las emisiones contaminantes.
Pero se teme que
el presidente electo, Jair Bolsonaro, revierta la tendencia tras
abogar por reducir las áreas de conservación, aumentar la minería
en la Amazonia e, incluso, eliminar el Ministerio de Ambiente.
La vecina
Colombia asumió un enfoque ligeramente diferente al de Brasil al
implementar un impuesto por cada tonelada de dióxido de carbono
emitida por una compañía.
Los ingresos de
ese impuesto se destinaron a la preservación de la tierra y al
desarrollo sostenible de las comunidades rurales.
La política
fiscal también representa un incentivo para las compañías, pues
estas pueden exonerar impuestos al carbón si se vuelven carbono
neutral o realizar actividades de compensación como proyectos
ambientales.
También se
diseña un enfoque similar para reducir y compensar emisiones para la
industria de la aviación, que podría ser responsable de alrededor
de cinco por ciento de las emisiones contaminantes del mundo para
2050.
El futuro son los
árboles
Como el sector de
la tierra representa alrededor de entre 20 y 25 por ciento de las
CDN, es cada vez más importante implementar políticas que permitan
la recuperación y la conservación, señaló Lubowski.
Levin y Lubowski
coincidieron en que no será suficiente para reducir la brecha de
emisiones y revertir la tendencia.
“Necesitamos
acciones en cada sector. Necesitamos alejarnos de las fuentes de
combustibles fósiles y de avanzar hacia fuentes de energías
limpias, frenar la deforestación y recuperar tierras, reducir las
emisiones de la agricultura, atender la situación del transporte y
tener ciudades con energía cero”, subrayó Levin.
Según el informe
de ONU Medio Ambiente, si todos los subsidios a los combustibles
fósiles se retiran de forma progresiva, llevará a una reducción de
las emisiones de 10 por ciento para 2030.
“Conocemos los
ingredientes para el éxito, sabemos hacer esto. No va a costar mucho
y tendrá, de hecho, beneficios significativos; solo es una cuestión
de abocarse a ello”, añadió Levin.
“Me preocupa
dónde estamos, en especial si pensamos en (no superar el aumento de)
1,5 grados, el sector de la tierra se vuelve cada vez más
importante, no solo en términos de reducir las emisiones, que son
esenciales, sino en pasar al negativo”, explicó Lubowski.
Reclamamos más
cooperación internacional para reducir las emisiones y una mayor
focalización en la silvicultura, como forma de mejorar la ambición
de forma rentable, indicó.
Levin subrayó la
necesidad de que los países redoblen sus compromisos para 2020 y que
la COP redoble su esfuerzo.
La COP “será
un momento importante para reafirmar el proceso para los países. Es
la primera prueba sobre el espíritu del Acuerdo de París y necesita
enviar un mensaje realmente clave sobre mejorar la ambición”,
declaró.
Traducción:
Verónica Firme
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Fuente:
Tharanga Yakupitiyage, A la búsqueda de formas de reducir las emisiones contaminantes, 07/12/18, Inter Press Service.
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