lunes, 20 de agosto de 2018

Un ‘niño’ para curar Fukushima

Polémica. La escultura Sun Child se encuentra cerca de la estación de Fukushima. Foto: Kwiyeon Ha / Reuters.

Una escultura gigante de un niño con un atuendo contra la radiación crea polémica en la ciudad japonesa.

por María Diéguez

La escultura de un niño vestido con un traje antirradiación ha desatado la polémica en Fukushima (Japón). No pasa inadvertido este gigante de 6,2 metros, entre los que opinan que incita a vincular la prefectura con el desastre nuclear y los que piensan que es una manera de recordar lo que ocurrió.

En el 2011, el parque conmemorativo de la Expo’70 de Osaka reinauguraba el interior de la Torre del Sol, obra de Taro Okamoto, pintor y escultor japonés de estilo vanguardista y abstracto de cuyo nacimiento se celebraba el centenario. Delante de la torre se encontraba Sun Child (el niño sol), que con el casco en su mano izquierda y una estrella -que luce en la oscuridad- en la derecha, intentaba expresar que se podía “respirar aire puro” después del desastre nuclear de aquel mismo año. Ahora, la obra se levanta en Fukushima.

El autor de este peculiar niño, Kenji Yanobe, trabaja con la temática radiactiva desde hace 27 años. Inspirado en Okamoto, también opta por una técnica moderna. Él mismo ha querido reflejar “lo difícil que es para las personas lidiar con la energía ­nuclear”.

Pero no todos opinan igual. La mayoría creen que son muy recientes todas las desgracias que les han ocurrido. Se refieren al terremoto, el tsunami y la fuga nuclear. Esta cadena de catástrofes se cobró la vida de 18.000 personas y obligó a 150.000 ciudadanos a tener que ser evacuados. Por eso, la escultura “impide que los japoneses olvidemos”, afirman algunos.

La oleada de críticas, muchas publicadas en Twitter, se centra en que “la estatua puede alentar la propagación de rumores dañinos porque da la impresión de que las personas en Fukushima no pueden vivir sin equipo de protección”. Además, el gobierno municipal recibió varias llamadas y correos de residentes que consideraban que la imagen del niño dañaba la reputación de los japoneses.

Todo esto ha obligado al artista a disculparse. En un comunicado publicado en la página web del creador, además de pedir perdón por haber molestado e incomodado a algunas personas, ha intentado volver a explicar el significado de la obra, un intento de reflejar un futuro esperanzador a través de un niño que, a pesar de las heridas, se vuelve a poner de pie.

Otro detalle del traje, el contador Geiger a cero, intenta expresar que, en un futuro, ya no habrá radiación en el ambiente y no se necesitará ningún casco. Un error científico, afirman los especialistas, ya que los niveles de radiación suelen ser superiores a cero en zonas periféricas. En estos sitios más alejados, a pesar de no estar cerca del centro del accidente, que se dio en la planta nuclear número uno de Fukushima, hay una radiación natural con la que las personas pueden respirar y convivir.

Los niveles de radiación han vuelto a la normalidad en la mayor parte de la región, pero los ciudadanos todavía tienen prohibido vivir en ciertas áreas, especialmente a pocos kilómetros de la planta afectada.

Debería haber prestado más atención al hecho de que se necesita un conocimiento preciso sobre la radiación, más ahora que antes del desastre”, ha argumentado Yanobe sobre esta cuestión.

Aun así, lo más anecdótico es que la hermana de esta obra, Sun Sister (hermana sol), no ha tenido tanta repercusión. Una imagen de una niña mirando al suelo, que también sujeta un sol en su mano, intenta plasmar la esperanza teniendo en cuenta el pasado, aprendiendo del presente para alcanzar un futuro mejor. El motivo es dónde se encuentra cada una de las estatuas. La más polémica, que ha estado viajando por todo el mundo, se encuentra desde este verano instalada de manera permanente cerca del lugar donde ocurrió el desastre radiactivo. A ojos de todos.

En el otro bando de la polémica están los que piensan que la obra es positiva. “No creo que Fukushima sea capaz de escapar de su reputación, así que entiendo lo que el escultor quiere decir”, argumenta Ikue Tsunoda. De esta manera, se hace frente a todo lo que ha pasado en este lugar y se busca afrontarlo, para así superarlo.

El alcalde de la prefectura, Hiroshi Kohata, ha intentado calmar las aguas justificando que “el arte contemporáneo es expresión abstracta, a diferencia de la ciencia”. Pero, a pesar de todos los intentos por tranquilizar a los disconformes, Kohata ha asegurado que escuchará las opiniones de los residentes cuidadosamente y considerará qué hacer con la estatua.

Fuente:
María Diéguez, Un ‘niño’ para curar Fukushima, 17/08/18, La Vanguardia. Consultado 20/08/18.

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