Se trata de
residuos de unos 80 agroquímicos, que en algunos casos están
prohibidos y en otros casos no están autorizados.
por Juan Parrilla
Los controles que
realiza el Senasa sobre las frutas y verduras que se venden en todo
el país arrojaron la presencia de 80 agroquímicos, entre ellos,
cuatro sustancias que están prohibidas y otras seis que no están
autorizadas. Lo que más llamó la atención es que en muchísimos
casos se usan venenos en cultivos para los que no cuentan con
permisos y en otros superan ampliamente los límites máximos
autorizados. Una enorme cantidad de esos pesticidas, herbicidas y
fungicidas terminan en los platos de los argentinos.
Hasta el año
pasado prácticamente no había información oficial sobre la
presencia de veneno en frutas y verduras. Luego de que la ONG
Naturaleza y Derecho presentara un recurso de amparo por el silencio
oficial, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(Senasa) informó que en el 63 % de los controles realizados entre
2011 y 2013 se detectó la presencia de restos de agroquímicos. Y
que el 7 % de las muestras tomadas entre 2014 y 2016 tenían exceso de
pesticidas, herbicidas y fungicidas, aunque en este último caso se
cuestionó la metodología, ya que el 30 % de los controles reportados
fueron hechos en frutas secas, kiwis y bananas.
Esta vez, la ONG
volvió a presentar un pedido de acceso a la información pública,
pero solicitó que el Senasa detalle los niveles de agroquímicos
detectados, algo que no había aclarado el año pasado. El organismo
contestó hace pocos días y reportó que entre 2013 y 2016 hubo unos
8 mil controles positivos, pero no precisó cuántas muestras se
analizaron en total.
Un ejemplo. En
las distintas muestras de acelga se hallaron restos de 28
agroquímicos, 16 de los cuales no están autorizados para ese
cultivo. Es lo que se conoce como "desvío de uso": cuando
se aplica un veneno para un alimento que no tiene permiso.
En la acelga
también se detectaron tres sustancias prohibidas (DDT, endosulfán y
metamidofos), además de diazinon, y varios agroquímicos con valores
por encima de los límites autorizados. Tal el caso de la
deltametrina: el máximo permitido es de 0,05 mg/kg, pero en una
partida de Misiones se detectó 2,2 mg/kg, es decir, 44 veces por
encima del tope legal. Se trata de una sustancia "moderadamente
peligrosa", capaz de provocar coreoatetosis, hipotensión, daño
prenatal y shock, según el registro de la Universidad Nacional de
Costa Rica.
Pero a la vez,
hubo una inconsistencia: el Senasa reconoció la presencia en
controles de lotes de acelga de cinco sustancias que no habían sido
reportadas el año pasado, lo que puso en duda la credibilidad de sus
respuestas. Son metomil, boscalid, DDT, procimidone y axozistrobina.
Ante la consulta
de Infobae, el abogado Fernando Cabaleiro, referente de la ONG
Naturaleza y Derecho, criticó esas inconsistencias con otro ejemplo.
"En el durazno informaron en 2017 que entre 2014 y 2016 habían
detectado en 53 controles cuatro casos fuera de los valores
permitidos en el Mercado Central porteño, La Plata y Mar del Plata.
Pero ahora con la nueva información que nos dan nos dicen que en
esos años y en 2017 hubo 48 controles. Es decir, dicen que en cuatro
años hubo menos que en tres años, y pese a que la información esta
vez abarca a todo el país. Y cuando repasamos los valores legales,
en el durazno hay 30 casos por encima de los valores permitidos",
advirtió.
Comer veneno
Naturalmente, el
Senasa no controla todos los lotes de productos -algo que sería
imposible-, sino una porción que considera representativa, y
solamente trabaja sobre los productos que tienen tránsito federal.
Esto se traduce en que los argentinos consumen frutas, verduras y
hortalizas con venenos prohibidos o no autorizados para esos
productos, ya que solo una pequeña porción es detectada.
Por otra parte,
existe lo que se conoce como Límites Máximos de Residuos (LMR), que
representan la mayor cantidad de restos de agroquímicos presentes en
los alimentos que el Senasa considera que son inocuos. Más allá de
que la metodología del organismo para determinar ese tope legal no
está exenta de discusión, en los controles se detectaron muchísimos
casos en los que los valores están por encima de esos límites.
¿Cómo se
calculan esos límites máximos? El Senasa apela a una serie de
profesionales independientes que evalúan los estudios sobre los
agroquímicos y establecen la dosis sin efecto adverso observado,
conocida como NOAEL, que es el nivel fitosanitario de un producto que
no produce daño. En base a ello determinan la llamada Ingesta Diaria
Admisible (IDA), a partir de la cual se establecen finalmente los
límites máximos de veneno que pueden tener los productos.
Sin embargo,
desde el sector agroecológico hace rato que se viene planteando que
el Senasa calcula mal esos LMR y el propio organismo por primera vez
sugirió que la metodología podría cambiar. ¿Qué ocurre? Según
los ambientalistas, por un lado, los LMR son para todos iguales, por
lo que no toma en cuenta si se trata de hombre, mujer, adulto o niño,
u otras variables como puede ser un problema de salud preexistente. Y
por otro lado, no calcula la acumulación de sustancias en el
organismo y el efecto sinérgico, es decir, la interacción de los
distintos agroquímicos dentro del cuerpo.
En la
contestación al pedido de información de la ONG, el Senasa admitió
que "la evaluación de sinergia o efectos acumulativos de
residuos no es formalmente realizada". Pero aclaró que la Unión
Europea está encarando planes piloto para medir la acumulación,
cuyos resultados se esperan para finales de este año, lo que
"permitirá evaluar la adopción de dicha metodología (en
Argentina) en la medida que se valide y reconozca".
Esto quiere decir
que el Senasa admitió, indirectamente, que es posible que los
argentinos estén consumiendo alimentos que el Estado considera
seguros para la salud humana, pero que no lo son, lo cual contradice
cualquier principio precautorio en materia sanitaria y ambiental. Por
eso la pregunta es, si hay dudas o dificultades técnicas para el
análisis de un producto, ¿se debería autorizar su consumo?
Controles
¿Qué sucede
cuando una partida es rechazada? "A través de los datos del
acta del producto se identifica y visita al productor, y se le indica
que el resultado no es satisfactorio con la norma. Este productor
pasa a estar dentro del proceso de muestreo dirigido o vigilancia, en
el que se le toman muestras a 5 lotes distintos durante un tiempo. No
puede vender hasta que estén los resultados de los análisis. En el
caso de que los resultados no sean conformes a la norma, se destruye
la mercadería y no puede volver a comercializar. Si los niveles de
los 5 muestreos dirigidos dan bien, el productor puede volver a
comercializar", aclararon desde el Senasa a Infobae.
En cuanto a los
controles, explicaron que "la principal estrategia es la
prevención". Para ello realizan capacitaciones constantes a los
productores en el cumplimiento de las llamadas Buenas Prácticas
Agrícolas (BPA). Y creen que están dando sus frutos, ya que "desde
hace años viene en caída la presencia de muchos residuos de
fitosanitarios en la producción agrícola".
Por otra parte,
en el organismo resaltaron, entre otras cosas, la prohibición del
uso de productos como el endosulfán en 2012 o la restricción del
diclorvós este año (que todavía no está vigente), ambas
cuestionadas por la gran demora del Senasa en reconocer su toxicidad.
Además, realiza otras medidas como la exigencia de documentación y
rotulado que los lotes deben llevar, por ejemplo, para conocer su
ruta o localizar a los productores.
Fuente:
Juan Parrilla jparrilla@infobae.com, ¿Qué comemos los argentinos?: los increíbles resultados de los controles del Senasa sobre frutas y verduras, 30/07/18, Infobae. Consultado 31/07/18.
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